Cali
Esta es la historia de Isabella Loaiza, la joven caleña que se destaca en Estados Unidos por su investigación sobre el futuro de la inteligencia artificial
Isabella Loaiza se ha destacado como académica en el Massachusetts Institute of Technology de los Estados Unidos donde ha impulsado trabajos sobre el desarrollo de la inteligencia artificial.
Por Jorge Escobar Banderas, reportero de El País
De mente inquieta y espíritu curioso, así se describe Isabella Loaiza, una mujer nacida en Cali que hoy en día se desempeña como investigadora del Massachusetts Institute of Technology, MIT, de los Estados Unidos donde ha impulsado diferentes investigaciones sobre la inteligencia artificial y el impacto que puede ocasionar en el mercado laboral.
Ella es una de las pocas colombianas que integra el equipo de trabajo de una de las universidades más prestigiosas del mundo por sus diferentes hallazgos e innovaciones en el campo científico.
El País: usted se ha convertido en uno de los nuevos rostros de la ciencia a nivel internacional, ¿qué significa hacer parte de una institución como lo es el MIT?
Estar en el Massachusetts Institute of Technology es un privilegio increíble porque he tenido la posibilidad de conocer gente brillante. Yo me inicié en esta institución como estudiante de un doctorado. Una de las premisas del MIT es la investigación interdisciplinaria, por eso hice parte de un espacio conocido como Media Lab donde hay gente de diferentes profesiones.
Ahí se encontraban grupos de investigación en ciencia de datos, otros dedicados al affecting computing, el cual se trata de cómo le enseñamos a las máquinas a que lean nuestros sentimientos, entonces era un sitio muy interesante por la cantidad de personas con las que podías encontrarte y conocer su trabajo.
En MIT teníamos una red importante de colombianos, éramos como 50 personas que estábamos en los diferentes departamentos. Es una gran responsabilidad poder llevar en alto el nombre de Colombia y que la gente pueda ver que acá hay gente brillante, hay personas capaces de ayudar a construir civilización.
El País: ¿cómo fue su llegada al MIT?
Yo soy caleña, pero hice mis estudios universitarios en Bogotá, en la Universidad del Rosario. Allí estudié administración de empresas y administración de logística en producción. En un momento donde eso no me estaba pareciendo tan interesante y me encontraba en búsqueda de qué hacer, mi director de tesis que, era de los pocos que tenía un doctorado en el exterior, me empezó a dar unos libros que hablaban sobre un tipo de ciencia que apenas estaba naciendo relacionada con los sistemas complejos, yo leí esos libros y dije que me gustaría dedicarme a eso por el resto de mi vida.
Primero pensé en hacer una maestría y luego en un doctorado. En Estados Unidos puedes cursar el doctorado sin necesidad de la maestría, entonces una ventaja del doctorado era que podía investigar. Mientras ellos me pagaban, entonces dije: ‘aquí fue’.
Empecé con la búsqueda de programas con énfasis en ciencias de sistemas complejos y empecé a aplicar. Arranqué con un doctorado en la Universidad de Northewstern en Chicago, pero eso no me tuvo del todo satisfecha y volví a aplicar a otra universidad, en este caso, el MIT.
Allá me recibieron, tuve que empezar de cero con una maestría y luego con el doctorado. Ahora yo trabajo como investigadora en SLOAN que es la escuela de negocios del Massachusetts Institute of Technology.
El País: en los últimos años, usted ha emprendido una serie de investigaciones relacionadas con la inteligencia artificial, ¿de dónde surge ese interés?
Cuando yo decidí ser académica era porque quería ayudar a la gente y una de las fuerzas que está cambiando el mundo es la inteligencia artificial, entonces ahí dije, por qué no estudio el impacto de ella y cómo van a cambiar los trabajos, además de cómo podemos utilizarla para ayudar a muchas más personas a encontrar mejores trabajos y que la gente pueda ser más productiva. Se trata de entender cómo la inteligencia artificial puede transformar el trabajo para nuestro beneficio.
En MIT nosotros somos los creadores de la tecnología, entonces, también tenemos la responsabilidad de orientarla al cumplimiento de nuestros objetivos y nuestros fines, no dejar que la tecnología nos supere a nosotros, queremos cambiar la narrativa y poder ayudar a la gente a entender cómo la inteligencia artificial es algo a lo que no hay que temerle, sino que podemos usarla para mejorar nuestra vida.
El País: ¿En qué ha consistido la investigación realizada por usted en el MIT?
Lo que hicimos fue centrarnos en no mirar únicamente la sustitución en el mercado laboral que puede darse con la inteligencia artificial, sino que vimos la potenciación que podría existir. Para entender cómo puede darse ese aumento, tenemos que ver cuáles son las capacidades humanas que pueden ser complementarias a la tecnología, por eso hicimos una medición y encontramos cuáles serían las ocupaciones que no serían reemplazables, junto a otras que podrían verse potencializadas con ayuda de la inteligencia artificial. Entonces, desde ahí se puede analizar cuáles son los esfuerzos que deben hacerse para educar a la gente en función de esas capacidades detectadas, porque ello será lo que nos va a permitir sacar mejor provecho de la tecnología.
La narrativa que estamos tratando de mostrar es la complementariedad, el ser humano tiene cosas que aportar en el mercado laboral, incluso en la era de la inteligencia artificial, todas las métricas que se habían desarrollado anteriormente intentaban medir el riesgo, nosotros medimos el riesgo y la potenciación. Es una nueva forma de concebir la realidad y ver hacia dónde queremos ir.
El País: A su juicio, ¿por qué se han realizado pocas investigaciones sobre las diferentes oportunidades que ofrece la inteligencia artificial?
Puede haber varios factores, pero me enfocaré en dos de ellos. El primero es la tendencia histórica; si nosotros vemos hasta el siglo XIX, todo el mundo le tiene miedo a la tecnología porque es algo desconocido y no sabemos qué va a pasar. Esta no es la primera vez que llega una innovación tecnológica y nos asustamos, ha pasado una y otra vez en la historia, entonces, debemos cambiar el punto de vista y observar la potenciación como una alternativa.
Esta es la estrategia que tenemos para minimizar el impacto negativo en el mercado laboral, medir el riesgo es mucho más sencillo que medir la potenciación, es por ello que empezamos a cambiar la forma de ver a las actividades laborales, en este caso como un conjunto de tareas, eso es pensar un poco más allá, y dependiendo del análisis pueden identificarse varias acciones que pueden ser sujeto de automatización o potenciación, entonces, ¿por qué es importante verlo desde este punto de vista? La potenciación es posible cogerla por partes y facilitar acciones que ahorren tiempo, además de contribuir con la optimización de las mismas.
El País: ¿Qué comentarios han recibido por parte de la comunidad científica en los Estados Unidos con este tipo de enfoques en su investigación?
Nosotros lo que hicimos fue desarrollar las métricas para poder medir, ahora nuestro próximo trabajo será estudiar el cambio temporal de estas métricas en la economía de los Estados Unidos. No estamos intentando predecir al detalle, pero sí intentar dibujar escenarios potenciales. Queremos decir que esta es la dirección que está tomando el cambio tecnológico. Dentro de la comunidad académica hay diferentes perspectivas. En este caso, un colega de la Universidad de Wharton me decía que es mejor automatizar todas las tareas, mientras que otro colega en el MIT me indicaba todo lo contrario, que más bien se debería apuntar a la automatización de las tareas peligrosas y de aquellos trabajos que la gente no esté dispuesta a realizar.
El trabajo es importante para la estructura de la sociedad. Del trabajo se deriva la identidad, estatus y la motivación, entonces, ¿por qué vamos a automatizar algo que hace parte de la fibra de la sociedad? Hay diferentes casos, entonces debemos verlo como una forma de impulsar la construcción de un mundo mejor, sin necesidad de reemplazar a los seres humanos.
El País: ¿Qué sigue ahora con el impulso de la inteligencia artificial para dar respuesta a las necesidades del mercado laboral?
Creo que gran parte del futuro es empezar a invertir en la educación para las nuevas generaciones y también para los trabajadores actuales. Estudios dan cuenta de que las habilidades adquiridas por los trabajadores antes duraban, en promedio, cerca de 10 años; hoy las personas tienen que actualizar sus habilidades cada 5 años o menos. Hay que hacer un gran esfuerzo en educación, no solo al nivel universitario, sino también al nivel de reentrenamiento para todos los empleados.
Una parte importante de la literatura académica y algunas piezas mediáticas dicen que la inteligencia artificial es una forma de automatizar procesos y sacar gente. En 2017 hubo un trabajo de la Universidad de Oxford que intentó predecir cuántas ocupaciones iban a desaparecer con la inteligencia artificial en los Estados Unidos, después de eso mucha gente se asustó. Incluso, hubo un paper académico que hablaba sobre la economía de Terminator, entonces, de esto no va la cosa. Es importante entender que el cambio sucede a nivel de tareas, entonces, la tecnología viene y te ayuda con un par de tareas y eso lo que hace es optimizar tiempo y resultados.
El País: ¿Qué otros proyectos de investigación tiene en mente relacionados con el futuro de la inteligencia artificial?
Junto a un grupo de estudiantes del Massachusetts Institute of Technology estamos estudiando el impacto de la inteligencia artificial en países emergentes como Colombia, pienso que esto es muy importante porque no se trata de entender únicamente cómo va a cambiar la inteligencia artificial a los países desarrollados, sino también de entender qué va a ocurrir en las naciones emergentes y los cambios que ello podría impulsar para la gente.
Tenemos un proyecto de observador de la fuerza laboral en diferentes países del mundo, estamos sacando todos los datos de América Latina para hacer ese estudio en la región, ya tenemos estadísticas de países como Chile, México, Colombia y Brasil.