Cali
Esta es la historia del barrio caleño que se organizó e hizo que los servicios públicos le llegaran más económicos, ¿cómo lo logró?
Los vecinos del barrio Calima han liderado un proceso de conservación ambiental que se ha convertido en un referente de empoderamiento ciudadano en la ciudad.
Por Jorge Escobar Banderas, reportero de El País
Transcurría el año 1962 cuando Cali empezaba su proceso de transformación para convertirse en una de las grandes urbes colombianas. En medio de este apogeo, en el nororiente de la ciudad fue fundado el barrio Calima, conformado por personas de origen campesino y rural, quienes conscientes de la importancia de cuidar su entorno empezaron un proceso ecológico que hasta el día de hoy, pasando de generación en generación se mantiene vigente.
Gino Pérez es vecino del sector y presidente de la Corporación Ambiental y Comunitaria barrio Calima, una entidad sin ánimo de lucro que se ha encargado de continuar el legado de los primeros residentes de la zona que comenzó con una siembra de árboles en la ribera del río Cali hasta convertirse en un sendero ecológico que este año fue visto con gran admiración por parte de varias delegaciones internacionales que participaron de la Cumbre Mundial de Biodiversidad COP16.
“Desde 1962 empezamos la restauración ecológica de este espacio que hoy es el bosque urbano. Lo iniciaron nuestros abuelos con la siembra de los individuos arbóreos que hoy cubren el sendero. A la fecha son tres generaciones que hemos trabajado por la protección de este espacio”, señaló.
El ahínco por liderar un proceso de protección ambiental fue sostenido en el tiempo por la comunidad que incluso, encontró en la separación de residuos una manera de aprovechar los desechos generados al interior del barrio.
“En 1989 se creó la primera ruta de reciclaje y fue gestada por una de las lideresas sociales de este barrio y desde ese momento se ha venido hablando de reciclaje”, indicó Gino Pérez.
Adentrarse en el sendero que bordea el río Cali es evidenciar la autogestión realizada por los vecinos para mantener en óptimas condiciones el espacio. Incluso ahí se encuentra una especie de museo al aire libre que narra la historia del barrio Calima y los pasos que han sido dados por cada una de las generaciones de residentes a favor de la protección de su entorno.
Si bien, el origen de la idea ha sido algo loable, el desinterés y la apatía han sido parte de esos retos que han debido superarse para seguir vigente y despertar el sentido de pertenencia entre los habitantes del barrio.
“Han sido temporadas intermitentes porque han sido gestiones comunitarias. Tuvimos en 1989, luego en 1996, regresó en 2006 y la volvimos a retomar en el 2021 por la emergencia sanitaria que se generó por el paro nacional”, explicó Pérez.
Este último hecho fue la punta de lanza para darle un nuevo impulso a la transformación ecológica del barrio. “Llega el paro nacional y en ese momento en que se genera la emergencia sanitaria vimos una oportunidad muy importante y nos dimos a la tarea de ir y hablar con cada una de las familias, puerta a puerta para sensibilizarlos en la gestión adecuada de los residuos sólidos y la comunidad asumió el compromiso”, destacó.
Gino Pérez resaltó que el aprovechamiento de los residuos ha sido muy efectivo y hubo una reducción del 50% de la cantidad de basura generada. “Anteriormente, el carro recogía 15 toneladas y hoy recoge 8″, dijo.
Al interior del barrio son separados algunos productos que pueden ser aprovechados por las organizaciones de recicladores de oficio, tales como papel, vidrio, cartón y chatarra. Mientras que los residuos orgánicos son utilizados como compostaje para la huerta comunitaria y los jardines del sendero que está en las orillas del río Cali.
Reciclar paga
En Colombia, las empresas encargadas de la prestación del servicio de aseo urbano poseen una serie de cobros básicos y otros sujetos a la cantidad de residuos generados en cada uno de los barrios, de acuerdo con su volumen y peso en kilos.
Para el presidente de la Corporación Ambiental y Comunitaria barrio Calima, Gino Pérez, la disminución de la cantidad de basura generada también se ha visto reflejada en el bolsillo de los habitantes, quienes tras una serie de esfuerzos consiguieron una tarifa diferencial por la recolección de sus residuos.
“Esto es un proceso de empoderamiento ciudadano, que las instituciones y todo el mundo lo nota. Nosotros estamos en articulación con el operador de aseo. Todo lo tenemos documentado y hemos hecho las respectivas peticiones y requisitos, entonces el operador no puede decirnos que no, porque tenemos una comunidad empoderada”, expresó.
A su juicio, el valor a cancelar por este servicio ha sido reducido de forma sustancial. “Anteriormente, aquí llegaba una tarifa entre los $45000 y los $55000, hoy en día está llegando en un promedio de $30.000, una reducción aproximada de $15000, que en cualquier economía de los hogares sirve”.
Pérez insistió en que este tipo de ejercicios se pueden aplicar en cualquier sector de la ciudad y lo único necesario es tener la disposición para llevarlo a cabo.
“Si se reduce, como pasó en este caso, que bajamos a ocho toneladas, entonces la tarifa se va a reducir, eso va a pasar en cualquier barrio que se pueda adelantar este ejercicio. Automáticamente por norma, la tarifa tiene que rebajar si se reducen las basuras, es ahí donde le decimos a los caleños que cuidar el medioambiente paga”, aseveró.
Carlos Riveros, es uno de los vecinos del sector y reconoce que esta experiencia ha sido algo positivo para el barrio debido a la integración que se ha dado alrededor de los procesos de cuidado y protección del ambiente, junto al reciclaje.
“Nosotros cuando empezamos, nos dimos cuenta de que le quitamos la carga del reciclaje y vimos que estaba la posibilidad de que la tarifa disminuyera porque iban a recoger menos y efectivamente, nos cobran un 20% menos, es bastante plata, uno no lo cree, pero mensualmente eso nos lleva a tener una economía saludable en los hogares”, enfatizó.
Con esta experiencia, el barrio Calima y sus vecinos continúan impulsando acciones para la conservación de sus áreas verdes, en especial del sendero que bordea al río Cali. Para ello, apuntan a fomentar el sentido de pertenencia entre los residentes para apropiarse y construir en conjunto.