Cali
La historia del primer trasplante de riñón con donante fallecido en el Hospital Universitario del Valle
En 1986 el hospital hizo el primer trasplante de riñón en la región con donante vivo. Tras la crisis económica, el programa dejó de funcionar hasta que, gracias a una suma de esfuerzos, se reabrió. El pasado 23 de octubre se realizó el primer trasplante de riñón con donante fallecido y un hombre volvió a la vida.
Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
Por lo regular tenemos dos riñones, uno a cada lado, ubicados detrás del hígado y el estómago. Cuando fallan, y debemos acudir al trasplante, los riñones maltrechos no se retiran. No solo porque así funcionen un 5% nos ayudan, sino porque acceder a ellos implica una cirugía sumamente compleja.
Por eso, los nuevos riñones se ubican adelante, alrededor de la pelvis. Se ‘conectan’ de las arterias ilíacas, que están en las piernas. Así, en caso de sospecha de una nueva falla renal, los médicos pueden acceder más fácil al riñón trasplantado; un atajo.
Aquel procedimiento se realizó el pasado 23 de octubre de 2023, en el Hospital Universitario del Valle ubicado sobre la Calle Quinta de Cali. Un hombre tiene ahora un riñón adicional sano y volvió a nacer. Ya no debe estar conectado cuatro horas, varios días a la semana, a una máquina de diálisis, y en cambio en unos días podrá irse de nuevo de paseo en un puente festivo sin necesidad de cerciorarse si en el pueblo o la ciudad a donde llegue le darán cupo para la diálisis.
***
En 1986 el Hospital Universitario del Valle se convirtió en el primer hospital público en el sur occidente de Colombia en realizar un trasplante de riñón, con donante vivo. Hasta 1995 en sus quirófanos se trasplantaron cerca de 300 riñones, los órganos que eliminan los desechos de la sangre y el exceso de agua, y la sobrevida de los receptores era del 96%.
Mientras tanto, Melissa Ortiz López estudiaba medicina. Ella es médica inmunóloga, la actual coordinadora de la Unidad de Trasplantes del Hospital Universitario del Valle. Se especializó en Barcelona, donde hizo una maestría en donación y trasplante de órganos, tejidos y células, y conoció el modelo español en la materia que emula Colombia.
La doctora Melissa Ortiz es, en parte, la responsable de que el programa de trasplante renal del HUV esté abierto de nuevo. La historia la narra en una sala de reuniones del hospital, donde en un rato dibujará en un tablero el cuerpo humano y explicará eso: que los riñones que se trasplantan se conectan de las arterias ilíacas, adelante del cuerpo, por la pelvis.
— A finales de 2015, un grupo de compañeros y yo hacíamos parte de otra IPS que, también debido a la crisis económica, debió cerrar su programa de trasplante renal. Es un área en los hospitales que, si bien recibe muchos recursos, para ser autosostenible necesita un flujo de dinero enorme. Cuando salimos de allí por los problemas económicos de la entidad, empezamos a buscar una IPS donde se pudiera, de nuevo, formar un programa de trasplantes. Hablamos con varias, todas decían que tal vez, por la inversión que implicaba. Hasta que pensamos en el HUV: fue el hospital público pionero en trasplantes de riñón en el suroccidente de Colombia y debe volver a serlo.
A la doctora Melissa no fueron pocos los que le advirtieron que un hospital en crisis en lo último que pensaría es en una unidad de trasplante renal, pero ella y el grupo de especialistas siguieron adelante. Pidieron una cita en la Gobernación del Valle, y la gobernadora de la época, Dilian Francisca Toro, médica cirujana de la Universidad Libre de Cali, especialista en Medina Interna en el Hospital Servidores de Estado de Río de Janeiro, los escuchó.
Cuando terminó la reunión, la doctora Melissa pensó que recibiría la misma respuesta que había recibido de las otras IPS: sí, pero no. “Quizá más adelante”. La gobernadora en cambio dijo sí.
Solicitó el proyecto con todo lo que se necesitaba en talento humano, infraestructura, equipos, para reabrir el programa de trasplantes del HUV. La doctora Melissa considera que, por ser públicos, los hospitales no deben trabajar con las uñas, así que presentó la lista “desde lo ideal”, es decir con la tecnología de punta y los espacios que se requerían, como habitaciones unipersonales para los pacientes inmunodeprimidos, por ejemplo. En el HUV, el 80% de las habitaciones de otras áreas son compartidas.
La historia de lo que pasó después es larga, pero en resumen, tanto la Gobernación del Valle, como la gerencia del HUV en cabeza de Irne Torres Castro, aportaron los recursos que se requerían para abrir de nuevo el programa de trasplante renal, que se sumaría al de tejidos.
Hubo días en los que la doctora Melissa cambió su bata por botas pantaneras y casco para supervisar las obras de infraestructura. Primero se construyó el área de hospitalización de trasplante, con diez habitaciones unipersonales, cada una con baño y un cuarto de procedimientos. Después el consultorio anexo, para que los pacientes que van a ser trasplantados no esperen abajo, en urgencias.
Enseguida se construyó la Unidad de Cuidados Intensivos de Trasplantes, con seis cubículos, y se remodeló el quirófano. Al principio era una especie de bodega a la que le decían el ‘cementerio de los equipos’. Allí guardaban la tecnología que se quedaba obsoleta en el HUV. En los inicios del hospital había sido una sala de recuperación tan grande que cumplía con las dimensiones que requiere un quirófano para trasplantes.
— La infraestructura del programa de trasplante renal se construyó entre 2019 y 2020. En ese momento llegó la pandemia del coronavirus, por lo que no se pudo continuar con la siguiente etapa, la adquisición de los equipos. Había otras prioridades. Por eso la compra de los equipos se retomó a inicios de 2022. Primero hospitalización, UCI, luego quirófano y laboratorio de trasplantes. El último equipo lo recibimos el 23 de diciembre de 2022 – recuerda la doctora Melissa.
Luego siguió la contratación del personal que se requería, y la articulación de todo el hospital con la Unidad de Trasplantes. Desde el último médico hasta la cocina debe trabajar en armonía con la Unidad. Es distinta la alimentación de un paciente al que le deben bajar las defensas para que su cuerpo no rechace el órgano trasplantado, por ejemplo.
En el proceso también debieron capacitar al personal de salud y a los pacientes para derribar los mitos que la televisión y el cine han construido sobre la donación de órganos. Como que existe el tráfico de órganos, algo que no solo la ley colombiana prohíbe, sino que es poco probable que ocurra. Un corazón o un pulmón apenas pueden permanecer entre cuatro y seis horas fuera del cuerpo una vez se rescatan, y la tecnología y conocimiento para hacerlo solo lo tienen las entidades de salud.
Alguna vez la doctora Melissa escuchó lo que le pareció lo más absurdo del mundo: que en la ciudad había “un ‘pasaje Cali’ de órganos, haciendo alusión al centro comercial. Ella de inmediato explicó por qué aquello era un mito urbano.
En abril de 2023, el programa de trasplante renal del HUV ya tenía la certificación de habilitación de la Secretaría de Salud departamental. En mayo llegó el siguiente certificado que se requería, esta vez del Instituto Nacional de Salud. El 23 de octubre de 2023, a las 3:00 a.m., llegó la alerta de un posible donante de riñón para un paciente en lista de espera.
***
La operación para rescatar el riñón del donante que había fallecido -la familia accedió a la donación- duró cuatro horas. Sucedió en otra IPS de la ciudad. Una vez extraído el riñón, se conectó a unas mangueras para suministrarle un líquido de preservación de órganos que contiene los nutrientes necesarios para que las células no mueran. Enseguida, el riñón se ubicó en un dispositivo, una nevera, a 4 grados, en una carrera contra el tiempo.
El riñón llegó al HUV junto con un equipo de médicos en un transporte especializado. Son vehículos vigilados vía satélite, con conductores entrenados para transportar órganos, que cumplen horarios precisos: si les dicen que a las 12:04 deben estar en un lugar, lo hacen. Si hay demasiado tráfico, los conductores piden apoyo de la Policía para despejar la vía.
Una vez llegó el riñón, se hicieron las pruebas de compatibilidad con el paciente. Es lo que determina a quién, de la lista de espera, se elige para ser trasplantado: la compatibilidad con el órgano.
A las 7 de la noche del 23 de octubre, el paciente entró a cirugía. Allí le pusieron el nuevo riñón en la pelvis. Después entró a la UCI, y hoy está en su casa, con su familia, comiendo más cosas que las que podía comer, solo que con cuidado: quienes reciben un riñón trasplantado no deben comer en puestos callejeros, donde la salubridad no está garantizada. “Es como volver a nacer”, dijo el hombre, cuya identidad se mantiene bajo reserva.
Volver a nacer es lo que anhela Luis Fernando Carabalí, un expolicía, ya jubilado, que espera un trasplante de riñón en el HUV. La elevada presión arterial le afectó los riñones. “Por ahora vivo esclavo a una máquina, la de diálisis. Es lo que me mantiene vivo”, dice.
Lo mismo le sucede al padre de Ana Isabel Cuastumal, un conductor de vehículo, que espera un trasplante de riñón, no solo para él volver a vivir con normalidad, sino el resto de la familia. En total, en Colombia son 3692 los ciudadanos a la espera de un riñón, y en el HUV surgen otras esperanzas de lograrlo.
— Fuimos el primer hospital público de la región que hizo un trasplante de donante fallecido. Demostramos que las instituciones públicas son capaces de medírsele a grandes retos para mejorar la salud de los colombianos -dice la doctora Melissa Ortiz López.
Regístrate gratis a nuestro boletín de noticias
Recibe todos los días en tu correo electrónico contenido relevante para iniciar la jornada. ¡Hazlo ahora y mantente al día con la mejor información digital!