REFORMA TRIBUTARIA
¿Por qué no cesan las protestas en Cali?
Según analistas, la juventud se manifiesta porque siente que no hay futuro. Aspectos como la reforma a la salud, la fumigación con glifosato y la lentitud en la vacunación contra el covid-19 también generan malestar social.
La reforma tributaria se convirtió en el Florero de Llorente de una situación de inconformidad que venía latente en Cali y el resto del país.
Esa es la razón, dicen sociólogos consultados por El País, por la que, pese a que el proyecto tributario ya fue retirado por el Gobierno Nacional y a que el Ministro de Hacienda dejó su cargo, movilizaciones y actos vandálicos siguen registrándose en la capital vallecaucana y otras regiones.
¿Pero cuáles son esos ‘malestares’ que han hecho mella especialmente en Cali, que ha sido una de las ciudades más afectadas por el paro nacional?
Los expertos coinciden entonces también en dos conceptos fundamentales: juventud y epidemia de covid.
“Quienes están presentes en las barricadas no son líderes sindicales sino una juventud que siente que no hay futuro, que está angustiada por la falta de oportunidades, pero también porque ha estado encerrada durante año y medio, sin poder volver a la universidad o el colegio y sin poder volverse a encontrar con sus amigos”, plantea la docente de la Universidad Javeriana Cali, Rosalía Correa.
En su opinión, esta situación no se registra solo en las clases medias, sino con jóvenes de sectores populares, del Distrito de Aguablanca, “una olla a presión que ha vivido durante mucho tiempo la violencia y donde están comiendo una sola comida, como dice el Dane”.
Con ella coincide el profesor de la Universidad del Valle Jorge Hernández Lara, pero agrega que en las calles hay al menos cinco sectores.
“Activistas coordinados entre sí, decididos, informados, que se manifiestan en toda la ciudad y se tornan violentos cuando deben responder ataques de la Fuerza Pública. Activistas desconectados, espontáneos, plantados en sus barrios, que se manifiestan de manera intermitente. Oportunistas que aprovechan el desorden para dedicarse al saqueo, la destrucción de infraestructura o el cobro de ‘peajes’ al resto de la población”, explica el docente.
Y sigue: “Policías poco profesionales, no bien entrenados para controlar la protesta sin aumentar la violencia. Vengadores que toman en sus manos la defensa de propiedades y territorios, algunos de los cuales también producen muerte. Y militares traídos junto a su comandante nacional para llenar el vacío creado por la incapacidad de las autoridades locales para siquiera definir adecuadamente la situación”.
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La reforma a la salud, la fumigación con glifosato y la lentitud en la vacunación contra el covid-19 son vistos por los expertos como otros generadores de malestar social.
¿Y las autoridades?
Es que los observadores sociales coinciden también en la falta de liderazgo de la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, y del alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina.
“Se equivoca el Alcalde cuando define la situación como un ataque contra Cali, llevado a cabo por sujetos que no identifica, pero se imagina como portadores de una nueva doctrina de guerra y estrategias sofisticadas para sitiar la ciudad, destruirla y socavar su autoridad. ¿Quiénes son esos: nuevos guerrilleros, narcotraficantes, delincuentes organizados o marcianos?, ¿por qué no se atreve a dar pistas sobre su identidad?”, cuestiona Jorge Hernández.
De su lado, el sociólogo investigador Álvaro Guzmán Barney señala, dejando en claro que no se trata de un fenómeno propio de Cali sino de todo el país, que en la ciudad hay “un descontento muy grande con el Gobierno” y que esto hay que vincular lo que está pasando con lo que pasó a finales del año 2019, por lo que habla de un movimiento social antisistema político, en un ambiente preelectoral.
Pero el docente también pone el acento en otro punto: “Hay que reconocer que en Cali se mueve una criminalidad reproducida por agentes muy vinculados a la economía ilegal que se han pasado a la política” y “creo que en medio de la movilización social y del descontento aparecen síntomas de criminalidad que son muy criticables y lamentables y deslegitiman lo que los jóvenes quieren hacer”.
En igual sentido, Lizz Rincón Suárez, directora de la Maestría en Estudios Culturales de la Universidad Autónoma, plantea que Cali es el núcleo de “territorios que continúan en el conflicto y están siendo golpeados por el narcotráfico y donde no hay una respuesta estatal asertiva”, mientras que hay una crisis social de acceso a derechos, “por lo que hay un descontento frente a las políticas sociales.
Hasta cuándo
Una de las preguntas que los ciudadanos caleños también se están haciendo es hasta cuándo seguirá esta situación de incertidumbre y de zozobra, generada por los bloqueos, las movilizaciones y los actos vandálicos registrados durante los últimos días en esta capital.
En opinión del profesor Jorge Hernández Lara, “habrá que ver cómo transcurren los acontecimientos en las próximas semanas, para saber si esto ha sido apenas un episodio en medio de la pandemia o el cierre del paréntesis que la llegada del covid-19 obligó a abrir a finales de 2019, cuando el virus frenó la movilización social que entonces se estaba produciendo, por motivos muy parecidos a los de ahora”.
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