Río Cali: estos son los dolores y oportunidades que arrastra el principal afluente de la ciudad

Desde el Alto del Buey, ubicado a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, en los Farallones, empieza a brotar el agua que da origen al río Cali. A través de la cordillera Occidental se abre paso el afluente que le da el nombre a la capital vallecaucana. A lo largo de sus 50 kilómetros de recorrido hasta su confluencia con el río Cauca, este cuerpo de agua resume lo que representa vivir en Cali surcando sus bellezas junto a su cruenta realidad.

El río hace su entrada a la zona urbana de la ciudad por el noroccidente, a pocos pasos del Zoológico. En este punto, decenas de vecinos de la Comuna 1 se dan cita para disfrutar de las aguas que han emprendido su viaje desde la montaña. De acuerdo con el Grupo Hídrico del Dagma, bañarse en este punto no tiene ningún tipo de riesgo porque la calidad del agua es aceptable y todavía no ha recibido el impacto de vertimientos y contaminación.

Los alrededores del río Cali, en este punto, todavía conservan parte del encanto natural: las piedras y el pastizal adornan el paisaje que invita a zambullirse y dejar a un costado el ajetreo de la cotidianidad. Sin embargo, una constante que puede encontrarse en la ribera es el llamado a conservar limpio el espacio, esto como una invitación al civismo, que en otrora caracterizó a la Sucursal del Cielo.

Aguas abajo, el paisaje natural empieza a cambiar. El camino continúa por los barrios Santa Rita y Santa Teresita, si bien la ribera acoge un sendero que invita a disfrutar de la brisa caleña; la contaminación de las aguas se convierte en un asunto notable.

El primer puente vehicular que pasa por el río es el que comunica a la Avenida 4 Oeste con la Avenida Colombia; justo allí los males empiezan a apoderarse del entorno del afluente. La acumulación de basuras y los cambuches armados por los habitantes en situación de calle se convierte en un fenómeno que impacta de manera negativa al entorno del río.

Lilian Antuaned es una de las ediles de la Comuna 1 y sostiene que este tipo de situaciones es algo que no debería ocurrir, sin embargo, para ella es un asunto de corresponsabilidad, tanto de los ciudadanos por el arrojo de los residuos, como de la Alcaldía en la implementación de una estrategia para la atención de los habitantes de calle.

Mientras se continúa con el recorrido por la Avenida Colombia, es posible identificar que el impacto ambiental no es solo en la ribera sino en las aguas. El río Aguacatal desemboca en las aguas del Cali. Su confluencia ocurre a la altura del Monumento al Mar (El Ancla), en el barrio Normandía, desde ahí el afluente empieza a contaminarse por los vertimientos ocurridos aguas arriba en sectores como Terrón Colorado.

Lo anterior sucede a metros de sitios turísticos de la ciudad, como lo son el Gato de Tejada, la Casa Obeso Mejía y el Museo La Tertulia. Aquí la ribera recibe gran afluencia de personas que acostumbran a departir en la orilla del río.

El tramo más famoso del río Cali durante los años recientes ha sido el bulevar. Las luces, espectáculo y algarabía discurren a los costados, mientras que el afluente está lejos de exhibir condiciones óptimas en la calidad de sus aguas.

Metros más adelante, entre la Calle 15 Norte, a la altura de la Torre de Cali, y la Calle 25 el río se convierte en el eje central de un parque que, lejos de tener la afluencia del bulevar vecino, este se caracteriza por la soledad, la cual ha sido aprovechada por algunas bandas dedicadas al microtráfico de estupefacientes. El secretario de Seguridad de Cali, Jairo García, aseguró que una respuesta a dicha situación ha sido la articulación con diferentes entidades de la Administración Distrital para evitar la proliferación de cambuches, levantados por habitantes de calle, e identificar a los responsables del expendio de drogas.

Desde la Calle 26 hasta la Calle 62 Norte, el río Cali atraviesa algunos sectores como La Isla, ahí la situación en las orillas está marcada por la precariedad de las viviendas que colindan con el afluente, las cuales arrojan sus desechos de manera indiscriminada.

No obstante, en medio de las problemáticas que discurren en la ribera del río surge un oasis en el barrio Calima, ahí los residentes del sector se han organizado para convertir el paso del afluente en un bosque urbano, el cual reúne una huerta comunitaria y espacios de integración. Gino Pérez es uno de los abanderados de la iniciativa y asegura que la mejor forma de preservar el entorno ha sido la generación de sentido de pertenencia entre los vecinos.

El río continúa su cauce y pasa por el barrio Floralia, sin embargo, a pocos metros de desembocar en el Cauca, recibe una descarga de aguas contaminadas provenientes del canal Acopi, reduciendo al mínimo las posibilidades de vida en el afluente.

Recuperación, un trabajo de todos

El río Cali ha sido el eje conductor de la ciudad. En sus orillas se ha forjado la historia de la capital vallecaucana, siendo testigo de su desarrollo y crecimiento. Ante ello, una de las premisas en el último tiempo ha sido la posibilidad de constituir un organismo técnico que ayude a velar por su conservación y al mismo tiempo facilite la superación de los problemas que confluyen en su ribera.

La subdirectora de Calidad Ambiental del Dagma, Sara Rodas, menciona que la recuperación del afluente es una de las tareas priorizadas para este año.

“Desde el 2024 configuramos la Mesa Integral para la Atención del Río Cali y allí contamos con diferentes actores públicos, privados y sociedad civil, con quienes estamos estructurando diferentes proyectos para la recuperación del afluente”, destaca la funcionaria.

Para ella es importante que el trabajo involucre a la ciudadanía en un tema de corresponsabilidad, comprendiendo que los ríos de Cali hacen parte de la cultura e identidad de todos los habitantes.

“Este es un llamado permanente para que todos los caleños no solo conservemos el río Cali, sino que también tenemos otros seis ríos. Nuestra ciudad es la capital de la biodiversidad y tenemos que recuperar el orgullo por nuestros cuerpos de agua”, afirma la subdirectora del Dagma.

Por su parte, la edil de la Comuna 1, Lilian Antuaned, menciona que es responsabilidad de todos los ciudadanos velar porque el río Cali se mantenga sano con un hábitat que les permita a las especies naturales hacer vida en el afluente.

“Como edil quiero hacer un llamado a toda la ciudadanía a reconocer que durante muchos años se han cometido errores, es tiempo de ayudar a solucionar los problemas que ocurren en el río”, sostiene.

Víctor Cuero, durante varios años, ha tenido su puesto ambulante en el puente que comunica el sector de La Portada al Mar con la Avenida Colombia y es testigo de lo que ocurre en la ribera del afluente. Para él es importante que la ciudadanía sea consciente del impacto de arrojar basura en el río. “Lo que más me preocupa es ver que los muchachos arrojan la basura ahí, porque da una mala imagen. Nuestro río es algo importante para todos, uno trata de hacer la limpieza, pero es importante que todos puedan colaborar, que sumemos esfuerzos en la misma dirección”

La casa de los habitantes de calle

A lo largo de la ribera del río Cali es posible observar la presencia de habitantes en situación de calle, algunos de ellos han optado por ubicarse con sus cambuches debajo de los puentes que cruzan el afluente, mientras que otros están de paso consiguiendo elementos que puedan ser vendidos en las bodegas de reciclaje.

Desde la Secretaría de Bienestar Social han identificado que en áreas como la Avenida del Río, el barrio El Piloto y el Parque Lineal del Río, las personas han dejado de transitar por temor a exponerse a algún tipo de situación de riesgo que los perjudique.

“Esta situación ha generado preocupaciones entre los residentes locales debido a problemas de inseguridad, acumulación de basura y consumo de sustancias psicoactivas en la zona. Esta realidad contrasta con el objetivo inicial del parque de ser un lugar de encuentro y disfrute para la comunidad”, afirma la dependencia del gobierno caleño.

Desde la Secretaría también se ha observado con cierta preocupación el asentamiento de familias migrantes en los alrededores del río Cali. Por tal motivo, se han emprendido una serie de acciones encaminadas a brindar asistencia integral a todas las personas que se encuentren en la ribera.

“El equipo de atención en territorio ha implementado diversas estrategias para abordar el fenómeno de los habitantes de calle. Estas incluyen recorridos de calle en zonas de alta afluencia, carpas de servicio de atención social y esfuerzos por mejorar las condiciones de los espacios públicos cerca al río. Sin embargo, la complejidad del fenómeno requiere soluciones integrales que involucren tanto a las instituciones gubernamentales como a la comunidad en general”, menciona la Secretaría de Bienestar Social de Cali.

Entre los motivos, según la cartera de Bienestar, que impulsan a las personas en situación de calle a ubicarse en el río se encuentran la posibilidad de satisfacer sus necesidades fisiológicas y bañarse con mayor facilidad, además este lugar les ofrecería un espacio relativamente seguro donde pueden resguardarse con mayor seguridad.

Desde la entidad insisten en que este fenómeno demanda la articulación de iniciativas con diferentes estamentos tanto del gobierno local como el nacional.

La seguridad, el pilar para la intervención del afluente

Frente a la problemática de inseguridad que se vive en algunos tramos del río Cali, el secretario de Seguridad, Jairo García, hizo énfasis en que en este lugar confluyen algunas situaciones como la presencia de habitantes de calle que habitan en las orillas del afluente, además de grupos dedicados al microtráfico.

Ante ello, el funcionario destaca la disposición de la Administración Distrital por entregar una respuesta integral a lo experimentado en la ribera del río, tanto en materia ambiental, social y de seguridad.

“Este ejercicio lo estamos acompañando con la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos y los operadores de aseo urbano, además de los Halcones, el Dagma y un equipo asociado por parte de la Secretaría de Seguridad que trabaja por evitar el desarrollo de complejos habitacionales de manera informal. También trabajamos con la Secretaría de Bienestar Social, en especial con el acompañamiento realizado a las personas en condición de calle”, explica García.

Para este año, dice que se van a incrementar los recorridos a lo largo del río Cali con el propósito de fortalecer la seguridad en diferentes puntos que son críticos. De igual forma, se prestará especial atención al tramo comprendido entre la Torre de Cali y la Calle 25, el cual se ha convertido uno de los lugares más complejos por el significativo número de habitantes de calle que por allí viven o transitan.

Caleños que le dan vida al río

El río Cali tiene un oasis y está ubicado en el barrio Calima, entre las calles 62 y 69 norte, ahí los vecinos se han organizado de tal forma que le dieron vida a un sendero ecológico que transformó la ribera del afluente dejando problemáticas como el consumo de alucinógenos y la acumulación de residuos en el pasado.

Gino Pérez ha sido uno de los abanderados de la iniciativa y reconoce que el éxito de la misma es la generación de un sentido de pertenencia entre los habitantes del barrio, quienes encontraron la posibilidad de tener a pocos pasos de su casa un auténtico paraíso natural en medio de la ciudad.

“Aquí estamos viviendo un proceso de restauración ecológica que ya incluye a tres generaciones de esta comunidad. Este proceso inició en 1963, cuando nuestros abuelos sembraron los árboles que hoy conforman uno de los 39 bosques urbanos que posee Cali”, asegura.

Además de la preservación, también ha sido importante la puesta en marcha de una campaña educativa encaminada a sensibilizar a los habitantes del barrio.

“Se ha construido una relación amigable con este entorno, esto es el resultado de un arduo trabajo desde los liderazgos sociales. En los últimos cuatro años hemos realizado tres campañas de pedagogía puerta a puerta y eso nos ha ayudado a construir una cultura ciudadana que les permita a los residentes del sector involucrarse y sentirse empoderados por la protección de este espacio”, señala Gino Pérez.

La organización de los ciudadanos ha sido clave para dar solución a algunas de las situaciones presentadas en el río, como la disposición inadecuada de residuos. Ahí entra en acción el colectivo La Papaya, el cual se ha dedicado durante los últimos cinco años a movilizar a jóvenes por la limpieza del río Cali.

Felipe Velázquez, líder de la organización, señala que la articulación con otros colectivos ha sido importante para sensibilizar a los caleños sobre la necesidad de cuidar las fuentes hídricas de la ciudad.

“En el marco del estallido social nosotros salimos a hacer jornadas de limpieza y hasta el momento ya hemos movilizado a más de 6000 personas, recogiendo 21 toneladas de residuos a lo largo del corredor del río Cali”, explica con entusiasmo.

En el 2024, desde el colectivo La Papaya emprendieron una actividad en el barrio La Isla que permitió la apropiación del espacio público por parte de los habitantes de la zona.

“Un líder del barrio nos dijo que quería que replicáramos la actividad en La Isla. Cuando llegamos, había letreros junto al río que decían ‘prohibido botar basuras o cadáveres en el río’ hoy esos espacios tienen letreros que invitan a la protección del afluente”, manifiesta, Felipe Velásquez.