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Un colegio público da el ejemplo en la ciudad

El colegio Celmira Bueno de Orejuela, de Cali, ganó el premio nacional que otorga cada año el Grupo Nutresa.

User Admin

22 de oct de 2011, 12:00 a. m.

Actualizado el 18 de abr de 2023, 11:54 a. m.

El colegio Celmira Bueno de Orejuela, de Cali, ganó el premio nacional que otorga cada año el Grupo Nutresa.

La historia empieza en 1987, cuando se funda un colegio oficial: la Institución Educativa Celmira Bueno de Orejuela. Las instalaciones se ubicaron en las antiguas bodegas de la Constructora Chiminangos, que quedaban en el barrio de Cali que lleva ese mismo nombre. Y era otro cantar al de hoy. En los inicios del colegio los niños debían llevar su propio pupitre para recibir las clases. Y no todos podían llevarlo. Entonces se aparecían con cojines, con banquitas, o hasta utilizaron cajas de fruta hechas en madera para sentarse.Una fotografía de Áymer Álvarez, reportero gráfico de este diario, muestra un salón del Celmira de la época. Se ven, efectivamente, niños sentados en asientos de comedor o cocina, algunos en pupitres, otros, en el piso. El pie de foto indicaba que en Cali, en 1987, se necesitaban 8.000 pupitres para los estudiantes de las escuelas oficiales. Pero la historia en el Celmira fue cambiando, el colegio fue creciendo en su infraestructura y organización. Por eso, justamente, es que acaba de ser galardonado con el premio a la Calidad Educativa Crem Helado que otorga anualmente la fundación Grupo Nutresa. Se trata de un reconocimiento a los colegios que hacen parte del proyecto educativo Líderes Siglo XXI. Allá, en las remodeladas instalaciones del Celmira Bueno, cómo no, están dichosos.IIFue en el 2006 cuando la Institución Educativa Celmira Bueno de Orejuela ingresó a Líderes Siglo XXI. El proyecto educativo de la Fundación Crem Helado y el Grupo Nutresa, creado en 1994, busca mejorar la calidad educativa de los colegios públicos y privados de Colombia. Todo se logra mediante la formación impartida por voluntarios empresariales, líderes de diferentes compañías del país, a directivos y docentes de los colegios. Es un trabajo en equipo de tres años en el que se diseñan estrategias para que las instituciones educativas puedan acceder a procesos de certificación o acreditación, por ejemplo. La idea de fondo es fomentar y mantener en los colegios una cultura de mejoramiento continuo de la educación. Eso es, precisamente, lo que sucedió con el Celmira Bueno. Asesorados por el Proyecto Líderes Siglo XXI obtuvieron logros como la certificación Iso 9.001 y la que otorga el Grupo Bureau Veritas. También se logró la organización del sistema de matrículas. Anteriormente se veían filas monumentales y padres que amanecían a las afueras del colegio para inscribir a su hijo. Ahora, cada padre tiene una fecha para la matrícula y ese proceso no demora más de cinco minutos.Y las viejas instalaciones del colegio, de otro lado, se demolieron para levantar una nueva estructura que alberga cómodamente a los 2.450 estudiantes de la institución. Fue un proceso liderado por la rectora, Herminia Amú Molina.El Ministerio de Educación, a través de Ley 21, otorgó $4.500 millones para remodelar la sede del Celmira en Chiminangos. La Alcaldía aportó otros recursos. Nutresa donó tecnología. (El colegio, por cierto, tiene dos sedes. La sede del barrio Guayacanes también fue remodelada).Pero mientras todo eso estaba listo se adaptó una idea de Antanas Mockus: el pico y placa. Como la vieja estructura estaba demolida, sólo se tenían 7 salones disponibles para 36 grupos, entonces se decidió que cada grupo fuera uno o dos días a clase, para atenderlos a todos. El resto del trabajo se haría en casa. Fue un proceso concertado con los padres de familia y aquello, cuenta la rectora, funcionó, el nivel académico se sostuvo. Eso de concertar con la comunidad es otro de los logros en el Celmira Bueno. Desde 1998, con la llegada de la licenciada Herminia Amú a la rectoría, se empezó a repensar la escuela en un proceso en el que participaron padres, estudiantes, docentes, directivos, las juntas locales de los barrios de la Comuna Cinco de Cali. Se organizaron, entonces, foros. Y salieron ideas. La comunidad pidió, por ejemplo, una escuela que ofreciera bachillerato. Desde entonces en el Celmira se dan clases en primaria y bachillerato, en tres jornadas, mañana tarde y noche. Los muchachos reciben formación en diseño gráfico, electricidad, ensambles y producción de la información administrativa gracias a un convenio con el Sena. La idea es orientar al estudiante en un asunto fundamental en la educación impartida en el Celmira: el proyecto de vida. Es una asignatura, incluso. Desde pre escolar hasta grado once se trabaja con el estudiante una visión, una misión, unas metas de vida. Esa es, también, una de las apuestas de Líderes Siglo XXI. “Desarrollamos un modelo que incluye encontrar el sentido de la vida, definir una misión y una visión como ser humano, aclarar creencias y valores, para con todo esto construir un proyecto de vida”, escribió alguna vez Alberto Espinosa López, fundador del proyecto educativo. El trabajo en ese punto es una de las fortalezas del Celmira Bueno. Diana Giraldo, de la Fundación Crem Helado, explicó que el colegio obtuvo el premio a la calidad educativa este año por su trabajo en equipo, la planeación de futuro clara, la organización de los procesos, la buena medición de resultados. Ganaron, entonces, por la consolidación de lo aprendido en Líderes Siglo XXI. Ahora, dicen los docentes del colegio en coro, se viene lo más difícil: mantener todo lo que se ha construido.

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