Cali
Video. En Cali hay una ‘escuela’ donde los animales salvajes se deshumanizan y aprenden a volar y a cazar
Veterinarios, biólogos y zootecnistas dan lo mejor de sí cada día por lograr que especies silvestres regresen a su hábitat sin los vicios adquiridos en su estancia junto a los seres humanos.
El ataque de los gavilanes durará cerca de cuatro minutos y si las aves no tienen el estado físico para aguantar ese tiempo en vuelo, no podrán ser liberadas. Permanecerán en entrenamiento diario hasta garantizar que una vez retornen a su hábitat no se conviertan en presa fácil.
Ese centro de entrenamiento está ubicado en el norte de Cali, pero es también un hospital, una escuela para crías, un hogar geriátrico para animales cansados, un gimnasio, un centro de rehabilitación. Un hogar seguro para cientos de especies que resultan heridas, que son rescatadas en diversas circunstancias o que han sido víctimas del tráfico ilegal de fauna.
Es la mañana del viernes 23 de agosto y el veterinario Delio Orjuela explica que lo que buscan es garantizar que las liberaciones sean lo más eficientes posibles, mientras varios profesionales del Grupo de Fauna Silvestre del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma) se apresta a instruir y clasificar varias aves.
Loras y guacamayas sobrevuelan la jaula mientras los funcionarios las espantan desde el piso para examinar su permanencia en el aire. Dos minutos después, algunas vuelan bajo o se aferran cansadas a la malla. No están listas aún, pero once de ellas reciben el alta para retornar a la naturaleza.
La jaula de vuelo permite también a las aves aprender que los seres humanos no son buenos y que deben escapar de ellos para salvar sus vidas. Las aves más viejas no se someten a este ejercicio y, por su condición, la mayoría es llevada a algunos zoológicos o parques temáticos del país.
Mientras las aves revolotean en el aire, por el suelo corre un guatín que es paciente neurológico en el Hogar de Paso. Un paciente especial cuyo daño pudo ser causado por un golpe, el ataque de un perro o un atropellamiento.
El Hogar de Paso del Dagma está ubicado dentro del Vivero Municipal y recibe en promedio más de 200 animales de distintas especies cada mes, en su mayoría aves, mamíferos, reptiles, anfibios, arácnidos y crustáceos.
Gran parte de ellas son crías que demandan un cuidado especial en su crianza, muchas huérfanas que fueron rescatadas en incendios forestales, afectadas por lluvias, caídas de árboles o recuperadas en operativos por el mismo Dagma o la Policía Ambiental.
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Entre esos bebés, el pichón de un pájaro carpintero es entrenado para aprender a alimentarse. Bajo la supervisión de la bióloga Leidy Alejandra Albino es ubicado en un tronco seco que en su interior contiene hormigas y larvas. El ave es instado a romper el tronco con su pico si es que quiere alimentarse.
“Cuando llegan los polluelos pasan por un proceso en el que busca uno la forma de enseñarles a alimentarse o desenvolverse en su hábitat natural”, explica la bióloga mientras permanece al tanto de que la cría no termine siendo devorada por un pájaro más grande que ronda en los árboles cercanos.
El Hogar de Paso tiene su camacuna, que como toda clínica con neonatos demanda un cuidado especial para garantizar la supervivencia y el sano crecimiento de las crías o cachorros. Un lugar en el que se verifica la condición de luz, el ambiente y el cuidado en el que permanecen las crías.
Y todas las mañanas, entre las 7:00 y las 10:00, explica Diana Cubillos, bióloga en el Hogar de Paso del Dagma, salen las crías a tomar el sol. “Es la zona donde encontramos los bebés; somos los que tenemos que asistir y terminar de criar porque llegan muy pequeños y en estado de indefensión; entonces tenemos animales que son de asistencia por lo pequeños que están; animales que todavía comen papilla y otros que ya comen un poquito de sólido pero no es la dieta completa de un adulto”.
“Todos los días miramos cómo están y debemos alimentarlos, sacarlos a tomar el sol, ejercitarlos, buscar que los animales nocturnos mantengan su horario acorde y pese a que están chiquitos y no han definido su horario de sueño, les mantenemos su oscuridad e igual el momento en que les debe entrar unos rayos de sol”, explica la bióloga.
Garantizar la alimentación de todas las especies, con el tipo de comida que encontrarán de manera natural en el bosque, es también crucial en el Hogar de Paso del Dagma. Por eso el centro cuenta con un gran dispensario con todo tipo de carnes, frutas, verduras, granos y productos alimenticios que sirven en principio para fortalecer el animal y mientras retoma con el tipo de dieta propia de su hábitat.
Para esto último es crucial el papel que desempeña Gloria Cecilia Henao, una zootecnista del Dagma y en quien recae la responsabilidad de garantizar la despensa y el autosostenimiento de los criaderos de especies vivas que sirven de alimento a otros animales.
En su espacio almacena variedad de ratones, ratas, larvas, grillos, cucarrones, cucarachas y peces que salen a diario para garantizar que los animales reciban una alimentación más ajustada a lo que encontraran cuando estén de regreso al bosque, donde no hallarán filetes sino animales vivos a los que deberán pelar y apartar la carne de huesos, las plumas o el pelaje.
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Reubicar un animal es un arte. Un equipo de biólogos se ha encargado de estudiarla distribución geográfica de las especies, la capacidad que tienen los ecosistemas y si su presencia podría generar conflictos con algún macho. También que sean zonas conservadas y que garanticen el ambiente y la alimentación a cada uno de los animales.
“Todo debe ser bien estudiado. Los animales que son diurnos se debe realizar su liberación por la mañana, para que tengan todo el día para reconocer el terreno y ubicar el espacio donde van a dormir esa noche”, dice el veterinario Delio Orjuela, quien dirige el grupo.
Esta mañana van a ser liberados dos zorros que fueron recuperados por el equipo de Fauna Silvestre del Dagma, bajo la coordinación del veterinario Nicolás Melo, quien lidera el equipo de Inspección, Vigilancia y Control de Fauna Silvestre. Apelando a su instinto, los zorros luchan por sus vidas. El primero de ellos es ‘1996′, quien con sus dientes intenta evitar su captura.
En el Hogar de Paso los animales no tienen un nombre porque justamente lo que se pretende es deshumanizarlos. Responden a un código o la secuencia de llegada al centro en lo corrido del año. En su jaula, ‘1996′ da la pelea.
“Él está luchando por su vida. No sabe que queremos ayudarlo y él solo dice: ‘hoy voy a morir y voy a pelear con todo para sobrevivir’. Es como un loco que tiene la fuerza de cinco hombre porque está en modo supervivencia y por eso reaccionan con violencia”, dice el veterinario Delio Orjuela.
Pero no todos los animales corren con la suerte de ‘1996′, el zorro que desde el pasado viernes tiene un nuevo hogar. Muchas de las especies fallecen por las condiciones en las que llegan al Hogar de Paso o quedarán condenadas al cautiverio por la acción dañina del ser humano en sus vidas y ante la imposibilidad de llegar a valerse por sí mismas en un ambiente natural.
Hace poco estuvo en este espacio de salvación animal un mico al que luego de muchos estudios, tras percatar que no recibía alimentación, se logró establecer que solo comía manjar blanco y fueron pocos los cambios que lograron realizarse en su dieta.
El Hogar de Paso es, en palabras del veterinario Delio Orjuela, una especie de hospital de guerra, pero es también un espacio colmado de vocación. Biólogos, veterinarios, zootecnistas y auxiliares que unen esfuerzos para dar el mayor beneficio a los animales.
Son cerca de las 10:00 a.m. y una serpiente ingresa al quirófano. Daniela Rincón, auxiliar veterinaria la prepara y la asolea para que el calor acelere el proceso de la anestesia en su cuerpo. “Como todo en las serpientes es lento y demorado, es clave medir la frecuencia cardíaca”, dice mientras busca el corazón con un dopler para en el proceso extraer parte del hígado y hacer un análisis para la detección de un virus.
Todos los días en el hogar de paso son distintos y pese al esfuerzo son más los animales que mueren que los que logran salvar. Aún así, es un gran centro de estudio donde ganan experiencia a diario un equipo de profesionales que son apenas granitos de arena en la inmensa playa del tráfico de fauna.
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