Cali
Vuelve el teatro San Fernando de Cali: crónica del renacer
Frente al antiguo, cuya última función fue en 2005, está ubicado el nuevo teatro San Fernando, que se inaugurará el 18 de mayo con la película La caravana de Gardel, de Carlos Palau.
Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
La última función del tradicional teatro San Fernando, ubicado en la Carrera 34 entre Calle 5ª y Calle 4D en el sur de Cali, fue el 8 de abril de 2005. En los periódicos de la época no fue noticia, tal vez porque el mundo tenía puesta su atención en la muerte del Papa Juan Pablo Segundo y en el eclipse híbrido de sol.
El cierre del teatro se debió a la crisis económica de las salas, cuando la vida cambió y la gente empezó a ir a cine en los centros comerciales, pero también a asuntos legales. En sus últimos días, el San Fernando fue sancionado por exhibir copias ilegales en DVD sin los respectivos permisos.
La fecha exacta de fundación del teatro fue el 2 de diciembre de 1954. En un anuncio de un periódico de la época se lee que estaba equipado con “pantalla cóncava de 140 metros cuadrados y planta eléctrica”. Yamid Galindo, historiador de cine, menciona que el teatro hacía parte de un circuito de salas en las que estaban Asturias, el Imperio, el Ángel y El Troncal, todas propiedad de Jorge P. Cajiao B. & Cia. Ltda.
— En el membrete de esta empresa aparece que en 1970 cumplían 30 años de exhibir y alquilar películas – dice Yamid.
El teatro San Fernando podía albergar a 810 personas sentadas, y se hizo famoso no solo por el tamaño de su sala y la programación de sus películas – allí se estrenó El Rey León - sino porque albergó el Cine Club del escritor Andrés Caicedo entre 1971 y 1978.
— El Cine Club se inauguró el 10 de abril de 1971, con la película Iban por lana, De Jean Luc Godard. Funcionaba todos los sábados a las 12:30 del día. Terminábamos entre 2:30 y 3:00 de la tarde, cuando la parte comercial del teatro abría. Prácticamente nos echaban – recuerda Ramiro Arbeláez, profesor de la Universidad del Valle y quien acompañó a Andrés Caicedo en la organización del Cine Club, que abrió sus puertas en momentos caldeados de la ciudad.
Apenas unas semanas antes ocurrió lo que se conoce como ‘La masacre del 26 de febrero de 1971′. La policía y el Ejército reprimieron las protestas de los estudiantes de la Universidad del Valle y murieron una treintena de alumnos y civiles. Cuando el Cine Club del Teatro San Fernando se inauguró, la universidad estaba cerrada.
— Los estudiantes, ‘desparchados’, nos fuimos al teatro a conocer el cine club. En esa época la mayoría de los asistentes eran alumnos de la universidad y vecinos del barrio San Fernando o gente del sur. Yo en cambio fui un chico del norte, del barrio Granada. Mi casa es la misma donde hoy funciona Lugar a Dudas. Por eso mis recuerdos del teatro San Fernando están anclados al Cine Club, no antes. Yo esperaba con ansias el sábado. El Cine Club era el sitio de encuentro. No solo íbamos a ver películas, sino a verse con la gente que uno no había visto. Ahí se definía el futuro de ese fin de semana, dónde rumbiar en la noche, o el paseo del domingo. Era algo generacional – recuerda Ramiro, quien, cuando el teatro cerró las puertas en 2005, lo sintió como una pérdida personal.
Durante varios meses Ramiro fue hasta sus instalaciones, hoy convertidas en iglesia cristiana, para simplemente mirar la fachada, la taquilla y recordar su juventud. Hoy siente ilusión con una noticia: el teatro San Fernando regresa.
El renacer
El nuevo teatro San Fernando está ubicado justo frente a las instalaciones del viejo, en lo que anteriormente era un parqueadero. Aún se escuchan los martillazos y las máquinas pulidoras que dan los últimos retoques antes de la inauguración, que será el próximo sábado 18 de mayo con la película La Caravana de Gardel, del director Carlos Palau.
La fachada del nuevo teatro es amarilla y arriba, en el frente, hay un telón que no deja indiferente a ninguno de los transeúntes: “renace el emblemático Teatro San Fernando”, se lee.
La taquilla y la sala de cine estarán en el medio del nuevo edificio. A la izquierda en cambio se ubicará un restaurante, Pampero, y a la derecha, un café para tertuliar antes de la función. El propietario del teatro asegura sonriente mientras se lava las manos que es tal la tecnología con la que se cuenta, que los espejos de los baños “tienen Photoshop”.
Su nombre es Luis Carlos Caicedo y es ingeniero audiovisual nacido en Cali. Estudió en Miami y después creó una compañía dedicada a vender proyectores de cine. Primero los de cinta, después los análogos, hasta los digitales de hoy. La empresa - Proyectores y Pantallas, - tiene 33 años de antigüedad.
— El cine no me da miedo, la puesta en escena no me da miedo, porque llevo muchos años en la industria. En el teatro San Fernando las pantallas son led para garantizar una imagen de gran calidad – dice Luis Carlos, quien desde 2005, cuando cerraron el teatro, se propuso abrirlo de nuevo.
—Yo viví en China y allá veía que las salas de cine independiente morían por la financiación, no hay apoyo del Estado. Y no solo hay que apoyar a los que hacen el arte, sino a los que lo exhiben. La idea con el teatro San Fernando es visibilizar el cine de Cali y el Valle y promover todas las artes de la región. Queremos aportarle a la cultura. Poner al alcance de todos las películas de nuestros directores, quienes tienen tantas dificultades y barreras en el cine comercial – dice Luis Carlos.
Su idea, con la de Henry Arturo, gerente del teatro, es garantizar una experiencia única para los cinéfilos de la ciudad. “Cine inmersivo”, la llaman. Consiste en crear una puesta en escena alusiva a la película de turno.
Con La Caravana de Gardel de Carlos Palau, que narra el conflicto que se origina para llevar el ataúd con los restos de Carlos Gardel desde Medellín hasta Buenaventura, en el teatro por ejemplo ya piensan que los meseros que atiendan esa noche a los espectadores tengan atuendos “gardelianos” y el menú que se ofrezca corresponda al de la película.
—La del teatro San Fernando es una propuesta cultural que no existe ni en Cali ni en el Valle – comenta Henry Arturo, el gerente.
La sala donde se encuentra la pantalla de 50 metros no es como las del cine comercial. En lugar de filas, hay terrazas o pisos. El primero se llama Granada, el segundo Miraflores, hay un tercero llamado Libertadores y un cuarto al que bautizaron como San Antonio. La idea es que quien compre una silla, no importa en dónde, pueda ver el espectáculo de turno o la película desde una posición privilegiada.
La silletería, además, es flexible. En caso de una película, habrán por supuesto las tradicionales sillas para 200 personas cómodamente ubicadas, pero si se programa un concierto las sillas se retiran y en el recinto pueden haber de pie 1000 personas. Para otros espectáculos como obras de teatro o shows de baile, la escenografía puede ser tipo coctel, con mesas, como si se estuviera en un restaurante.
— El look del teatro es vintage, antiguo, tipo Broadway, incluso habrá una alfombra roja para la entrada de los directores – interviene Luis Carlos, quien enseguida mira al director Carlos Palau y le recuerda que el 18 de mayo, día de la inauguración del teatro, llegará en Limosina con su mejor traje para presentar su película.
Palau también conocerá la estrella con su nombre que estará afuera, en el andén frente al teatro, si la Alcaldía de Cali les permite intervenirlo. La idea es hacer el Paseo de las Estrellas, como el Paseo de la Fama en Hollywood. Serán en total 41 estrellas, correspondientes a artistas que sean caleños o vallecaucanos y que estén vivos. Los homenajes, dicen en coro Henry y Luis Carlos, deben hacerse en vida.
— Es muy importante el renacer del teatro San Fernando en Cali como un cine independiente que apoya, visibiliza, a los autores de la región. ¿Cuántas películas novedosas no se podrán ver aquí, cuánto director joven no se dará a conocer? Porque falta promoción del cine nacional, que no está durando más de una semana en salas comerciales que, además, se quedan con el 75% de las taquillas, lo que las convierte en una dictadura – comenta Carlos Palau, mientras recorre el nuevo teatro.
En el San Fernando tiene anclados gratos recuerdos. En el teatro antiguo no solo forjó su amistad con Andrés Caicedo, sino que estrenó su película Hábitos Sucios, inspirada en la historia de Leticia López Manrique, una monja acusada del asesinato de una de sus compañeras de un convento en 1999.
Entre los espectadores estaba el padre Hurtado Galvis, uno de los más reconocidos de la ciudad, y Palau sudó frío. “Me va a excomulgar”, pensó. Al final, en el conversatorio con el público, el padre Hurtado Galvis efectivamente lo excomulgó entre risas.
Después de la inauguración del teatro con La Caravana de Gardel, en el renaciente teatro San Fernando se piensa programar un ciclo con las películas de Martín Socorsese.
Regístrate gratis a nuestro boletín de noticias
Recibe todos los días en tu correo electrónico contenido relevante para iniciar la jornada. ¡Hazlo ahora y mantente al día con la mejor información digital!