Colombia
A la espera del fuego: una mañana con la brigada de incendios forestales de los Bomberos de Cali
La mayoría de los incendios forestales en Cali son causados por criminales. Altas temperaturas y posible Fenómeno del Niño, otro riesgo.
Por Santiago Cruz Hoyos - editor de crónicas y reportajes
El bombero Cristian Mariño, 33 años, líder de una de una de las dos móviles con las que cuenta la Brigada Forestal de Cali, me pasa una hoja de una planta seca, color café, que apenas al tocarla se quiebra, junto a una hoja de un verde oscuro intenso, lisa, sana. A su lado, con un overol azul, se encuentra el cabo Néstor Giraldo, coordinador de emergencias de la zona sur, que cubre Siloé, Meléndez y el Distrito de Aguablanca.
El cabo, que ingresó a Bomberos en 1999 por tradición familiar, como casi todos los bomberos ( su tío lideraba una brigada infantil, precisamente concientizando a los niños para la prevención de incendios forestales) explica:
– En Cali ya hemos vivido el Fenómeno del Niño. En las ocasiones anteriores, una de sus consecuencias es que hemos debido enfrentar incendios forestales simultáneos de grandes proporciones. Lo que sucede es que, al aumentar la temperatura, el calor, y no haber lluvias debido al Fenómeno, la vegetación y los pastos comienzan a secarse, como una de las hojas que usted tiene. Si se presenta un incendio, estos van a tener una velocidad de propagación mucho más rápida. El pasto verde es húmedo, tiene agua, por lo que retarda el fuego. El pasto seco, en cambio, no, por lo que las llamas van a avanzar muy rápido.
Es un hecho: habrá Fenómeno del Niño. Todas las agencias internacionales que estudian el clima lo confirman. La CVC asegura que la probabilidad de ocurrencia del Fenómeno está por encima del 90 % para que se presente en el segundo semestre de 2023, a partir de julio. Y julio, recuerda Rodrigo Zamorano, el secretario de Gestión de Riesgo de Desastres de Cali, es un mes ya de por sí de pocas lluvias. Históricamente solo llueve en la ciudad 28 milímetros. El promedio de otros meses es de 90. En todo el año, en Cali llueve 1100 milímetros.
Es decir que el Fenómeno del Niño va a llegar en medio del tradicional tiempo seco de toda la vida, por lo que la ciudad va a tener un problema serio.
Una de las amenazas que más preocupa tiene que ver con la salud. Al aumentar el calor (la temperatura promedio de Cali es de 28 grados), el dengue se dispara. No importa si es en una tapa de gaseosa, en una llanta o en una matera: donde haya agua estancada, con el aumento de la temperatura se reproduce más fácilmente el mosquito que transmite la enfermedad. De ahí la importancia de no dejar por ahí agua acumulada.
Además, aunque en Cali es una estadística que no se mide, con el Fenómeno del Niño los muertos por deshidratación se incrementan. Sobre todo, personas mayores de 80 años que olvidan hidratarse. Se aconseja en estos tiempos tomar agua constantemente, no solo cuando se tenga sed. En Europa, calculó la Organización Mundial de la Salud, murieron 15 mil personas en 2022 a causa de la ola de calor.
La sequía es otro de los riesgos para Cali y el Valle del Cauca con el Fenómeno de El Niño. Rodrigo Zamorano monitorea con frecuencia el río Cauca, de donde se surte de agua el 80 % de la ciudad. Ya ha bajado seis metros, advierte.
Aunque históricamente los ríos que primero se secan con la falta de lluvias son los de la ladera. En tres meses, calcula Zamorano, se va a poder caminar por el río Meléndez. Por eso los caleños tenemos una responsabilidad en el tiempo seco que se avecina, continúa el Secretario de Gestión del Riesgo; no lavar el carro con agua potable, ni barrer el exterior de la casa con manguera, algo que es absurdo con o sin El Niño.
En la ladera, algunas personas, provenientes de regiones como el Chocó, acostumbran a dejar la llave abierta. Es una manera de simular, explican, el sonido del río de su tierra.
– Tenemos que ser responsables y ahorrar agua. No demorarse eternidades en la ducha. Emcali deberá contar con carrotanques y cuidar los reservorios – comenta Rodrigo Zamorano, quien es hijo de un bombero.
En la estación forestal de Bomberos Cali, ubicada en Aguacatal, entrenan a diario para prepararse no solo para el Fenómeno de El Niño, sino para las emergencias que nunca faltan. En 2020 apagaron 539 incendios forestales, casi dos al día; en 2021 la estadística bajó a 259 y en 2022, a 235.
En los primeros seis meses de 2023 llevan 133 incendios controlados, entre pequeñas quemas de basura que se salen de control hasta el incendio del cerro de Cristo Rey el pasado mes de mayo, que consumió más de 50 hectáreas y del que se presume, fue causado por criminales. Solo eso explica que el incendio haya comenzado en la mañana, los bomberos lo controlaran, y, de un momento a otro, iniciara de nuevo en el Mameyal.
Ese día salieron lesionados cuatro bomberos por inhalación de humo y golpe de calor. En otras ocasiones han tenido traumatismos en sus tobillos a causa de los terrenos inestables y en pendiente.
La bombero Yuritza Andrea Bocanegra, nacida en el municipio de Granada, en el Meta, no olvida la serpiente que encontraron calcinada.
– El fuego es mi enemigo. Así lo veo. No es agradable que las personas, los bosques y los animales mueran o se vean afectados por las llamas. Lo triste es que los incendios forestales casi siempre son provocados por la gente. Es muy maluco que los mismos seres humanos se encarguen de dañar algo tan bonito como la naturaleza – dice.
En Cali, casi el 100 % de los incendios forestales son causados por el hombre. En la ciudad no se dan las condiciones para que ocurra la ignición espontánea, como ha sucedido en Australia, donde las temperaturas alcanzan los 45 grados.
En la ciudad algunos incendios han sido ocasionados de manera involuntaria. Una de las causas más comunes es el paseo de olla. Familias que llegan hasta los ríos a preparar un sancocho de gallina en leña sin medidas de precaución. Lo recomendable, explica el cabo Néstor Giraldo, es llevar la comida preparada desde la casa y no prender nada en las zonas verdes, ni siquiera un cigarrillo.
Porque otros causan incendios por lanzar al pasto colillas aún encendidas; o hacer quemas de basuras o vegetación ‘controladas’, que en realidad no tienen ningún control. Basta analizar la hora en que las hacen, comenta el bombero Cristian Mariño: 2:00 o 3:00 de la tarde, cuando en Cali los vientos son demasiado fuertes como para avivar cualquier llama, a diferencia de la mañana.
En Cali también son comunes los pirómanos, personas atraídas por ver fuego, luego lo causan. En psicología se considera un trastorno mental. Aunque no faltan a los que les parece que generar un incendio es una gran broma para ver en acción a los bomberos o al Bambi Bucket, el helicóptero de la Fuerza Aérea dedicado a combatir conflagraciones.
La minería también genera incendios, así como la preparación de terrenos para cultivos y las invasiones urbanas. Los invasores queman lotes para ‘limpiarlos’ más rápido de la vegetación y levantar casas, sin pensar en las consecuencias a largo plazo.
La CVC explica que tras un incendio forestal muere microfauna como hongos, microorganismos, insectos, lombrices, moluscos que sirven de alimento a animales pequeños y estos a su vez son alimento de animales más grandes, por lo que todos terminan afectados. Pequeños mamíferos también quedan atrapados en las llamas. Otros, como reptiles y aves, pueden escapar, pero no sus crías o sus huevos.
Y los incendios, además de destruir la vegetación, acaban con el mecanismo que almacena el agua en época de lluvias y regula la humedad en verano, lo que afecta el caudal de los ríos y los nacimientos de agua.
Según el Código Penal Colombiano, en su artículo 350, quien cometa un incendio en un inmueble de interés científico, histórico, cultural, artístico o en un bien de uso público o de utilidad social, tendrá una pena de prisión de 32 a 180 meses y una multa de 750 salarios mínimos. La pena se aumenta en la mitad si el incendio se comete en un bosque, recurso florístico o en área de especial importancia ecológica.
El problema para las autoridades es probar que alguien causó un incendio. Por eso la mayoría de los capturados por ese delito quedan libres.
– Yo puedo tener un bidón de gasolina en la mano en medio de un incendio, y me toman la foto. En la audiencia puedo preguntar: señor juez, ¿cuál es el delito de cargar un bidón de gasolina? Y después decir: yo no estaba quemando nada, esa gasolina era para la motosierra, o para la moto. El delito de incendios es muy difícil de probar, a no ser que exista una denuncia ciudadana con pruebas contundentes –dice Rodrigo Zamorano.
El 8 de mayo de 2023, a las 4:13 de la tarde, se reportó un incendio en el Cerro de la Bandera, al sur de Cali. A las 6:50 p.m, los bomberos lo controlaron. Dos hectáreas de bosque fueron afectadas, y con ellas la flora y la fauna.
Horas más tarde se conoció un video grabado por una cámara de seguridad, en la que se ve cómo un hombre le prende fuego al cerro. Llegó en una camioneta blanca de placas DYK915. El caso sigue en investigación.
🚨Urgente!!!
— 𝗪𝗜𝗟𝗦𝗢𝗡 𝗦𝗨𝗔𝗭𝗔 (@Wilson_Suaza_) May 9, 2023
En Cali hay un piromano suelto 😡😡😡😡😡😡😡😡😡😡😡
Incendió el cerro de la bandera, los daños son irreparables😡
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Aunque siempre duele cualquier incendio, aquel de la Bandera afectó de manera especial al cabo Néstor Giraldo. No entiende por qué incendiaron una zona que a Cali le ha tomado más de una década recuperar, gracias a las siembras del Dagma y la CVC. Hace diez años, el cerro, a lo lejos, parecía un desierto. Hoy es un paisaje de diferentes tonos de verde.
Entre muchas otras, en La Bandera se sembró una especie que funciona como cortafuegos o línea de control de incendios: Acacius magnum, se llama. Conserva una cantidad considerable de humedad, sus hojas son gruesas, por lo que, cuando las llamas llegan a ese punto, pierden su velocidad de propagación, un tiempo que los bomberos agradecen.
Asegurarse de que esas líneas naturales de control de incendios estén en buen estado es una de las tareas de la Brigada Forestal para prepararse para el Fenómeno de El Niño y las emergencias del año. Todos los días hay una lista de chequeo de actividades en la Brigada, que los bomberos Cristian Mariño y Pablo Molina revisan en una tableta.
Hay días, por ejemplo, en los que después de formar y cantar el himno al bombero (abridnos el paso, sonó la sirena, con lenguas de fuego nos llama el deber) los socorristas se dedican al “contacto con la comunidad” para capacitarla en prevención de incendios forestales. Por lo regular acuden a las bibliotecarias de la ladera para que repliquen la información.
Otros días los bomberos forestales se dedican a la preparación en el manejo de equipos, como la bomba portátil Mark 3 -, lanzada en 1964. Es la bomba que eligen la mayoría de las agencias que combaten incendios forestales en el mundo, gracias a su salida de alta presión y a la resistencia de sus materiales al calor.
Otros días hacen acondicionamiento físico – se van para Pance, al Parque de la Salud, tal vez por eso no hay bomberos forestales con sobrepeso – o realizan un entrenamiento llamado ‘adaptación al terreno’: con su uniforme completo recorren las zonas donde más se registran incendios, para conocerlas casi de memoria (hay cerros con socavones por donde hay que saber en qué parte pisar o de lo contrario se puede caer a un hueco) e identificar las fuentes hídricas.
El equipo incluye azadones, bate fuegos, una bomba de espalda, motobombas y todo eso puede pesar 50 kilos que hay que cargar por montañas empinadas. La bombero Yuritza Andrea Bocanegra pesa 69 kilos, así que, cuando se echa todos esos aparatos encima, es como cargarse a sí misma.
Al principio fue duro lograrlo, dice, pero en la Academia de bomberos se les exige por igual, sin distinción de género, por lo que cualquier integrante de la Brigada Forestal está en capacidad de realizar las mismas funciones que los otros compañeros. Por eso, en parte, los de Cali están considerados entre los mejores bomberos del mundo. En febrero de 2023 una delegación viajó a Chile para ayudar a controlar los incendios que devoraron 400 mil hectáreas de bosques y causaron una treintena de muertos.
El bombero John Edward Echeverry estuvo allí. Mientras que los bomberos chilenos apagan los incendios cercándolos, es decir haciendo líneas de defensa para que las llamas no se expandan y terminen apagándose solas, los bomberos de Cali utilizan otro método: además de las líneas de defensa, atacan directamente el fuego, en binomios, sin perder de vista al compañero para protegerlo. Cuando el carro no puede ingresar hasta el sitio, usan las pesadas bombas de agua que llevan a sus espaldas, para bajar el calor y la radiación, y que enseguida entren los batefuegos.
Las bombas de espalda son como balas contadas: se debe medir muy bien su uso. El agua que llevan es su defensa en caso de que el viento cambie la dirección del incendio y el fuego se acerque.
Es lo que hacen ahora, en el km 1 de la vía al mar, donde reportaron un incendio. Minutos antes los bomberos parecían tan tranquilos como estudiantes en recreo. Bastó una palabra en el radio, “forestal”, para que salieran corriendo a sus posiciones en las móviles y en segundos estar listos con la sirena encendida.
El bombero Cristian Mariño había dicho:
– Sabemos que nuestro trabajo es la desgracia de otros. Por eso, si por nosotros fuera, que no ocurra ningún incendio. Pero cuando ocurre, no lo podemos negar: la adrenalina que sentimos no se puede explicar en palabras. Uno ve la candela y es como ese reto: usted contra mí.
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