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¿Cómo es dormir junto al volcán Nevado del Ruiz?: el electricista que opera la señal de radio y televisión para el Valle del Cauca lo cuenta
José Fernando Arias, de 61 años, trabaja en una estación repetidora del Sistema de Medios Públicos (RTVC), donde están las antenas del Canal Uno, Señal Colombia, Telecafé y la Radio Nacional, en el cerro Gualí, frente al volcán Nevado del Ruiz.
Por Santiago Cruz Hoyos, editor de Crónicas y Reportajes.
La señal de la radio y los canales nacionales de televisión llegan al Valle del Cauca gracias a un hombre que duerme a 6,4 kilómetros del volcán Nevado del Ruiz. Su nombre es José Fernando Arias y es electricista.
José trabaja en una estación repetidora del Sistema de Medios Públicos (RTVC), donde están las antenas del Canal Uno, Señal Colombia, Telecafé y la Radio Nacional, en el cerro Gualí, a una hora y media de Manizales.
“Desde Bogotá se emite la señal de los canales y la Radio Nacional. Esa señal es enviada a un satélite, que a su vez la manda a las antenas receptoras que hay en todo el país. En el caso del cerro Gualí, en la vía hacia el volcán Nevado del Ruiz, la señal sale al departamento de Caldas, una parte de Risaralda y una parte del Valle”, explica José.
Su trabajo comienza a la madrugada, cuando revisa que los transmisores estén encendidos, tengan buena recepción y estén sacando la señal al aire. En la sala de su apartamento dentro de la estación repetidora cuenta con varios televisores para monitorear que todo este bien. También hay un radio.
Una vez termina su ronda se da un baño con agua caliente –la temperatura en el cerro Gualí permanece entre los 4 y los 8 grados, a veces menos– y se prepara su desayuno.
José nació en Manizales hace 61 años. Creció en el barrio Fátima, “de donde también es el técnico de fútbol Fernando ‘el Pecoso’ Castro, aunque nunca fuimos amigos”. Se hizo electricista gracias a su padre, que trabajaba en la CHEC: la Central Hidroeléctrica de Caldas (donde también trabajó ‘el Pecoso’). José hizo sus prácticas allí. Desde 2008 trabaja frente al volcán Nevado del Ruiz.
Todos los días, a las 6:00 a. m., después de revisar los transmisores, le toma fotos al volcán y se las comparte a su esposa y a su hija Alejandra. También a sus amigos y a sus jefes en la empresa. Es una manera de decirles: sigo a salvo, todo está bien. Cuando José no se comunica temprano, se preocupan.
“Mi relación con el volcán es de respeto. Cuando le tomo la foto en la mañana lo veo calmado, bonito, a veces se ve escarchadito. Es presenciar una maravilla; como un león dormido. Aunque no sabemos en qué momento se puede despertar”, dice.
Los primeros días, cuando el Servicio Geológico Colombiano elevó el nivel de alerta a naranja el pasado 30 de marzo, lo que quiere decir que el volcán Nevado del Ruiz podría erupcionar en cuestión de días o semanas, José dormía vestido, listo para evacuar en cualquier momento; apenas se quitaba los zapatos.
Ahora duerme más cómodo, pero junto a una maleta que contiene su chaqueta, su billetera, las llaves de su casa en Manizales, sus papeles, una linterna, una careta para gases, al igual que unas gafas y un celular pequeño que le sirve de radio, lo necesario para salir corriendo en caso de una erupción.
“Mi compañía en el cerro es el Ejército, que protege otras antenas de comunicación. Ellos tienen línea directa con el Centro Vulcanológico y Parques Nacionales. En caso de una erupción inminente, se comunican con el comandante para dar la alerta. El Ejército tiene un carro disponible para que podamos evacuar. Si no da tiempo, y salen flujos piroclásticos, me resguardo en la estación”, dice José, quien reconoce que no es posible dormir tranquilo junto a un volcán que todos los días emite vapores y cenizas.
Se duerme “con expectativa”. Por lo menos se levanta dos veces en la noche y mira por la ventana para asegurarse de que todo esté bien. Cuando el volcán emite esas bocanadas de cenizas que se han visto en los últimos días, no se escucha nada. Tampoco se sienten los temblores al interior de la montaña.
Por eso, cada que abre los ojos a la mañana siguiente, José le agradece a Dios por despertar. “Si sigo en la cama y me desperté bien, es porque el volcán no erupcionó. Todos en mi familia tenemos la fe de que no va a ocurrir nada grave”.
Próximo a jubilarse, José espera la pensión para dedicarse a descansar en Manizales, un poco más lejos del volcán. Por ahora seguirá a solo 6,4 km. Su trabajo es imprescindible: en las tragedias no hay nada más urgente que las comunicaciones, así que él no duda en continuar como guardián de las antenas de la radio y la televisión nacional.
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