Daniel García Peña, ahora embajador de Colombia en Estados Unidos, ya le había renunciado a Petro cuando el presidente era alcalde de Bogotá

Durante la alcaldía de Bogotá, en cabeza de Gustavo Petro, algunos de los rostros que hoy vemos como ministros fueron en su momento los secretarios del despacho. Es el caso del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, la hoy ministra de Ambiente, Susana Muhamad; y el ministro de hacienda, Ricardo Bonilla. Además, la exdirectora de la agencia jurídica del Estado, María Mercedes Maldonado. Todos ellos, quienes pertenecieron al gobierno distrital y ahora tienen responsabilidades en el gobierno nacional. En ese gabinete también estuvo Daniel García Peña, hoy embajador de Colombia en los Estados Unidos.

Llama la atención que en su momento la renuncia de García Peña desencadenó toda una crisis en Bogotá, pues el funcionario, a una semana de haberse posesionado como director de relaciones internacionales de la Alcaldía, dejo el cargo con una carta muy fuerte que desató los rumores de que al interior de la alcaldía de Petro se vivía un ambiente déspota. La renuncia de García Peña sucedió muy cerca de la de Navarro Wolf.

En su momento, García Peña recordó los 10 años de amistad que lo unían con el mandatario, pero cuestionó algunos aspectos del gobierno, según dijo “un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”, una dura frase que caló hondo en el gabinete. Adicionalmente, en su momento el funcionario criticó lo que para entonces consideró una falla de Petro, la impuntualidad. Por esos días, el secretario indicó que ese rasgo era un gesto de profundo irrespeto a los demás.

“Espero que seas capaz de utilizar tu inteligencia para reflexionar sobre las consecuencias del uso del poder y que acudas a tu valentía para reconocer errores y tomar los correctivos correspondientes, por el bien tuyo y del proyecto progresista”, le escribió entonces en la carta de renuncia.