COLOMBIA
Antonio García, comandante del ELN, le hace una desafiante advertencia a Gustavo Petro: “El ELN no comparte la visión de la ‘paz total’”
García dice que el ELN no tiene ningún vínculo con las otras organizaciones relacionadas con la estrategia gubernamental.
El máximo comandante del ELN advierte que es muy peligroso ponerle plazos para llegar a un acuerdo de paz, y advierte que lo que ellos buscan es un gran pacto nacional.
EL PAÍS: ¿qué tan llamativo es para la organización que se vincule al ELN dentro de un grupo enorme de actores armados bajo el paraguas de la ‘paz total’?
Antonio García (A. G.): el ELN no comparte la visión de ‘paz total’, y tampoco está ni se siente vinculada a ningún grupo con ese propósito. El ELN es una organización alzada en armas por motivaciones políticas y sociales; por eso, los diálogos con el Gobierno tienen el propósito de construir un acuerdo político en el cual la sociedad participe en el diseño de los cambios que el país requiere.
EL PAÍS: ¿en cuánto tiempo creen que podría llegar a firmarse un proceso de paz con el ELN?
A. G.: la variable tiempo es una de tantas en un proceso de solución política. Las más importantes están referidas a la creación de las nuevas condiciones que se requiere construir para que los problemas largamente aplazados de Colombia puedan ser atendidos; necesitamos más democracia, más equidad y justicia social. El gobierno de Santos y el actual han dicho que construir transformaciones requiere mucho tiempo. Ojalá no sea tanto.
EL PAÍS: una promesa del gobierno de Gustavo Petro fue que a los tres meses de llegar a la Presidencia se acababa el ELN? ¿De dónde salió ese lapso?
A. G.: No fue idea nuestra, como tampoco resultó de intercambio alguno. Ya estamos en el octavo mes de gobierno y apenas estamos en las primeras de cambio en los diálogos.
EL PAÍS: ¿es una buena idea negociar en medio del conflicto o creen que lo ideal sería hacerlo bajo el cese bilateral del fuego?
A. G.: esa fue la idea de Juan Manuel Santos, y además fue una imposición de entrada junto con otras dos. El lío fue que después quería que se cambiara. Por eso digo que los gobiernos son caprichosos, poco coherentes con lo que se hace en el curso del tiempo. Con Santos pactamos un cese bilateral por 101 días, pero fallaron en la evaluación. Para este tipo de asuntos técnicos de un proceso de paz se requieren protocolos para que puedan ser evaluados y puedan corregirse errores que se presenten. En el tercer ciclo, a realizarse en Cuba, está previsto discutir los temas sobre participación de la sociedad y el cese bilateral. Esperamos llegar a acuerdos.
EL PAÍS: ¿con un gobierno de izquierda, qué los separa de una negociación, teniendo en cuenta que hay similitud en muchos de los ideales?
A. G.: para el ELN no solo es una negociación con el Gobierno, sino con el régimen político; en ese sentido, esperamos encontrar disposición para buscar cambios más de fondo para que la gente no tenga que estar movilizándose cada mes porque no le cumplen lo acordado, que no se use la violencia por el Estado para tratar los conflictos sociales, que se acaben la privación de la libertad, la persecución y los asesinatos de dirigentes sociales. Una apertura a tratar estos temas facilitaría encontrar solución a otros problemas que son la razón de las luchas de la gente, sobre todo de los desposeídos y, a la vez, el fondo del alzamiento armado.
EL PAÍS: ¿cuál es la razón de los enfrentamientos entre ELN y disidencias de las Farc en algunas zonas del país?
A. G.: es de público conocimiento que con las ex-Farc, en vida de Alfonso Cano, logramos parar la confrontación, luego de mucho insistir de parte nuestra. Hablar con ellos no fue posible hasta que ya ellos estaban con la idea clara de una negociación con el gobierno de Santos. Por eso era prioritario para ellos llegar a un acuerdo con el ELN, que logró hacerse entre 2009 y 2010, no avanzamos en profundizar las causas de esa confrontación. Luego, ellos mantuvieron en secreto los acuerdos que venían trabajando con el Gobierno y solo hasta que se filtraron los acuerdos de agenda fue que pudimos conocer lo que sucedía. De ahí para adelante, en ellos primó el diálogo con el Gobierno al diálogo con el ELN, aunque tuvimos un par de encuentros facilitados y presionados por el Gobierno mismo.
Luego vino la diáspora de ese proceso y alianzas que ya existían de estructuras de ellos con bandas de paramilitares y narcos; tomaron fuerza para intentar a sangre y fuego recuperar áreas que abandonaron en su desmovilización, volvió la imposición contra las comunidades, donde los intereses no son los de la causa popular. A este tipo de agresiones, en algunas regiones del país, nuestras estructuras han tenido que enfrentarse. De otro lado, varios de sus “mandos”, unos desertados o presos y otros desmovilizados en años anteriores, ya estaban trabajando con la inteligencia del Ejército y la Policía, hechos documentados en expedientes judiciales y de la Fiscalía.
EL PAÍS: ¿qué les gusta y qué les disgusta del gobierno de Gustavo Petro?
A. G.: preferiría decir lo que me gustaría: que impulse los cambios para el bien de todos los colombianos, para hacer una Colombia más democrática, más equitativa y más justa.
EL PAÍS: ¿qué mensaje le darían al país sobre lo que pueden esperar de esta negociación?
A. G.: de lograrse una amplia participación de la sociedad, aspiramos a que se elabore una agenda de país que oriente las transformaciones, que en su construcción sean tenidos en cuenta todos los sectores del país, que pudiese ser un pacto nacional, para que nos toleremos en las diferencias y se abra un futuro de verdadera democracia.
Regístrate gratis a nuestro boletín de noticias
Recibe todos los días en tu correo electrónico contenido relevante para iniciar la jornada. ¡Hazlo ahora y mantente al día con la mejor información digital!