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1 | Foto: Miguel González - Reuters

Nación

La historia del médico Edwin Arrieta, asesinado en Tailandia

El médico fue asesinado por el chef Daniel Sancho.

9 de agosto de 2023 Por: Redacción El País

#JusticiaparaEdwin. No es extraño ver por estos días en perfiles de Facebook e Instagram de maestros, médicos, comerciantes, en los de grupos de amigos y muchos otros ciudadanos de Lorica, este hashtag con el que claman por que Daniel Sancho, el confeso asesino de uno de los hijos de esa tierra cordobesa, el médico cirujano plástico Edwin Miguel Arrieta Arteaga, pague por el atroz crimen que cometió en el Reino de Tailandia.

Un loriquero también, el abogado Miguel González Sánchez, es el apoderado desde el pasado martes 8 de agosto, a través de la firma Miguel González Sánchez & Abogados, con sede en Bogotá, de representar a la familia Arrieta Arteaga en relación con las gestiones y trámites legales que se deberán adelantar frente a las autoridades nacionales e internacionales con el fin de esclarecer los hechos, lograr la repatriación de su cuerpo, la recuperación de sus pertenencias personales y, por supuesto, mantener intacto su buen nombre.

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Daniel Sancho Bronchalo, hijo del actor español Rodolfo Sancho Aguirre, es escoltado mientras por la Policía tailandesa después de ser arrestado por cargos de asesinato en la muerte y desmembramiento de su compañero de viaje, el colombiano Edwin Arrieta Arteaga en la isla turística de Koh Phangan, Tailandia 7 de agosto de 2023. REUTERS/Stringer | Foto: REUTERS

Como se recordará, el doctor Arrieta fue asesinado con sevicia por el chef y modelo español en un hotel de la localidad turística Koh Phangan. Desmembró su cuerpo y algunas de sus partes fueron halladas en un vertedero de basuras. En esa población, famosa por su Festival de la Luna Llena, donde se dan cita muchos extranjeros, días previos se les había visto juntos en moto y departir en diferentes lugares.

El joven de 29 años, quien había denunciado la desaparición de su amigo de 44 años, presionado por las evidencias mostradas por las autoridades tailandesas, confesó su macabro crimen y dijo que lo había hecho motivado por celos. Días después manifestó que Arrieta estaba obsesionado con él, que lo mantenía en una jaula de cristal, lo hizo romper con su novia, lo amenazaba porque quería que él fuera su novio y no simplemente el socio con el que montaría un restaurante. Además, que lo hizo hacer cosas que él nunca hubiera pensado que haría en su vida.

En un comunicado fechado el pasado martes, el abogado Miguel González Sánchez asegura: “Manifestamos nuestro total rechazo frente a las afirmaciones irresponsables y falaces que se han producido en torno a Edwin y su actuar en vida, quien hoy, desafortunada y trágicamente, es víctima mortal del ciudadano español Daniel Sancho Bronchalo, quien ha aceptado expresamente su responsabilidad en el vil hecho. Hemos iniciado todas las acciones necesarias para la representación como víctimas de esta familia loriquera merecedora de justicia, con el fin de lograr la judicialización y condena del confeso homicida y que, con ello, los derechos de la familia Arrieta Arteaga sean respetados”.

Era un hombre respetuoso y solidario

Para quienes conocieron de cerca a Edwin Arrieta Arteaga, les resulta imposible creer la conducta que el español describe y trata de ‘vender’ a la justicia tailandesa y a los medios de comunicación sobre el galeno colombiano.

Edwin, aseguran varios ciudadanos de su tierra, era una persona afectuosa con sus padres y hermana, respetuosa, cordial, solidaria, creyente en Dios y en la Virgen, al que le gustaba hacer obras sociales. Eso sí, era muy reservado con su vida privada.

De acuerdo con la loriquera Zoila Martínez Corrales, quien fuera su amiga y paciente, “Edwin era una excelente persona, un ser humano maravilloso, muy servicial, tenía un corazón enorme, era una persona a la que le gustaba hacer muchas obras de caridad, bastante. Como amigo era incondicional, tenía sus amigos de toda la vida; muy, muy, muy amigo de sus amigos. Y vivía la vida de forma acelerada, era su manera de vivirla”.

Cuenta que el pasado martes primero de agosto, a las 5:39 a. m., cuando Arrieta puso una foto en la isla en una de sus redes sociales, ella le escribió: “qué cosa tan espectacular, y me puso: esto es de locos, es muy lindo. Tienes que venir, Chola. Y no hablamos más”.

La administradora de empresas recuerda que su amigo “fue la única persona que se atrevió a operarme porque yo estaba con sobrepeso y era muy complicada la cirugía (una abdominoplastia) y él me dijo, ven, yo te opero. Lo hizo, sobre todo, para levantarme la autoestima. Fue hace seis años. Me fue muy bien. No tuve ningún problema en la cirugía, ni he tenido nunca algún inconveniente, ni nada”.

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Daniel Sancho Bronchalo, hijo del actor español Rodolfo Sancho Aguirre, es escoltado mientras por la Policía tailandesa después de ser arrestado por cargos de asesinato en la muerte y desmembramiento de su compañero de viaje, el colombiano Edwin Arrieta Arteaga en la isla turística de Koh Phangan, Tailandia 7 de agosto de 2023. REUTERS/Stringer | Foto: REUTERS

Hace un mes, continúa Zoila, le pregunté: “ven acá, médico, ¿y tú qué estás haciendo tanto en Madrid? ¿Vas a operar allá? ‘Sí, prontamente, y tengo unos amigos con los que quiero montar un restaurante en Madrid’. Eso fue lo único que me dijo, fue una conversación muy casual y no le puse atención, porque como, ajá, él viajaba tanto”.

Evoca que a su amigo le encantaba viajar. Estuvo en México, Estados Unidos, Europa, Chile, Argentina, en muchísimas partes, remata. “Le gustaba la buena mesa, comer bien, los buenos vinos, la buena vida. Él vivió su vida como la quiso vivir y la disfrutó”, concluye, no sin antes lamentar la muerte del doctor Arrieta. “Esto es muy doloroso y muy triste para todos los que lo conocimos, ningún ser humano merece morir de la manera como él murió”.

Estudió medicina con gran esfuerzo

Edwin Arrieta Arteaga, un hombre que escaló económica y socialmente gracias a su profesión, nació en Lorica, al norte del departamento de Córdoba, en el hogar de Leovaldo Arrieta y Marcela Arteaga. Él, radiotécnico de oficio, se ha dedicado toda la vida a arreglar televisores, radios, grabadoras, equipos de sonido, etc. Su esposa, “la seño Marcela”, como se le conoce en ese municipio, fue maestra por muchos años. Hoy está pensionada.

En Cascajal, un barrio de estrato medio en esa ciudad, transcurrió la infancia de Edwin Miguel, quien estudió la primaria y parte del bachillerato en el Instituto Ciudad Lorica, Icil, donde fue varias veces becado por su desempeño académico. En ese centro educativo, privado, perteneció a la banda marcial, en donde tocaba el bombo. La rectora de la institución educativa, Tarcila Reyes López, ha destacado en diferentes medios de comunicación que Edwin se caracterizó por ser siempre un excelente estudiante, que ganaba matrículas de honor por ser tan estudioso y le gustaba participar en las actividades culturales del colegio.

Como para ese entonces en el Icil solo se podía estudiar hasta noveno grado, Edwin debió terminar el bachillerato en la Normal Santa Teresita, un colegio, también privado, regentado por las religiosas de la comunidad Teresitas del Niño Jesús, en donde se relacionó con los que serían algunos de sus grandes amigos.

Con préstamos estudiantiles y mucho esfuerzo, sus padres pudieron ayudarlo en cumplir su gran sueño: convertirse en médico. Se graduó en la Universidad Metropolitana de Barranquilla y se fue a especializar como cirujano plástico en Buenos Aires. Se trasladó a vivir en Montería, donde poco a poco se fue convirtiendo en uno de los cirujanos plásticos más reconocidos. Residía en el barrio El Recreo de la capital cordobesa.

Las prodigiosas manos de este devoto de la Virgen de Fátima no solo sirvieron para embellecer y elevar la autoestima de muchas mujeres, sino también para ayudar a personas víctimas de quemaduras, especialmente niños. Tenía consultorio propio y también trabajaba en la IPS Evaluamos, de Montería, comenta uno de sus colegas.

Hacía intervenciones no solo en la capital cordobesa, sino que viajaba constantemente a Chile a atender también muchos pacientes, pues su reputación como cirujano plástico fue creciendo.

Cuenta un ciudadano loriquero, que prefirió la reserva de su nombre, que un amigo de Edwin de toda la vida le contó recientemente que el médico cirujano tenía un corazón muy noble. Que fue él quien le pagó el colegio a una sobrina, “le apadrinó los estudios, sagradamente le mandaba la plata a la mamá de una niña loriquera para pagar la mensualidad”.

Por acciones como esta, el doctor Arrieta se ganó la admiración y el cariño de muchos loriqueros que hoy arropan a su afligida familia y junto a ella claman por justicia.

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