Los detalles de la historia del asesinato de Roberto Vega Daza, último miembro del clan que azotó Barranquilla por más de 20 años

A las 9:45 p.m. del martes, 27 de febrero, el teléfono de la Comandancia de la Guardia Civil española en la ciudad de Valencia sonó ante el pedido de ayuda de algunos ciudadanos. Un vehículo parqueado en un condominio de El Saler, en la zona de Gola de Pujol, tenía a un sujeto en su interior que se encontraba en una posición extraña.

La calle estaba en completa oscuridad, en aparente calma, pero del vehículo emanaba una sensación de que algo estaba mal. Al cabo de varios minutos, la Guardia Civil llegó hasta el vehículo, un Volkswagen Passat gris; al abrir la puerta se confirmaron las sospechas, fue encontrado el cadáver de Roberto Vega Daza, último miembro del Clan Vega Daza que opera en Barranquilla.

En un radio de 50 metros fueron encontrados los cuerpos de su primo y otro hombre, los tres ultimados con arma de fuego, aparentemente con silenciador, ya que ningún vecino advirtió algún hecho extraño como una balacera. Nadie se enteró del crimen.

A la escena llegó luego Alicia Durán, alias Calavera, la compañera sentimental de Roberto Vega, quien pudo identificar los cuerpos y luego dio aviso a sus familiares en Colombia. Aunque en principio había dudas sobre qué había ocurrido, tras unir los cabos se empieza a hablar de un ajuste de cuentas por un negocio fallido en suelo europeo.

Según contó el periodista atlanticense Jacobo Solano, Vega Daza había cerrado un trato en Valencia con capos marroquíes para el arribo a esa ciudad de 2267 kilos de droga, pero las autoridades españolas lograron interceptar y decomisar el cargamento el pasado 12 de febrero.

Los narcotraficantes marroquíes, al parecer, decidieron no pagar por la droga incautada, por lo que habrían asesinado a Vega Daza para acabar con el asunto y no responder por el dinero. De todos modos, el Grupo de Homicidios de la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación y los tres cuerpos están bajo la custodia del Instituto de Medicina Legal de Valencia.

Pero quedan alguna dudas. Una de ellas, ¿cómo un líder narcotraficante de Barranquilla, que sobrevivió a una masacre familiar hace solo unos meses, llegó hasta territorio español de manera inadvertida?

Roberto Vega fue el único sobreviviente de su clan familiar de la masacre que vivieron el 29 de junio de 2023. Ese día, un grupo de sicarios llegó armado hasta los dientes a un condominio en el prestigioso barrio de Villa Campestre, en Barranquilla.

Con 33 balazos acabaron con las vidas de Rafael Vega Cuello, su padre, Ronald Iván Vega Daza y Ray Vega Daza, sus hermanos. Roberto resultó herido en una de sus piernas, pero logró salvarse del atentado para seguir en el negocio y jurarle a su madre, Merli Daza Curvelo, que vengaría la muerte de sus familiares.

La masacre hace parte de una guerra entre clanes de la mafia que delinquen en Barranquilla y que fue iniciada hace algunos años, luego de que una fiesta de criminales en Puerto Colombia terminara en un enfrentamiento y en una declaratoria de exterminio entre estos.

Luego de sobrevivir, Roberto Vega intentó buscar refugio en otros narcotraficantes y se voló a La Guajira, según contó el periodista Jacobo Solano, quien rehízo los pasos del capo asesinado anoche.

“Luego pasa a Venezuela, consigue documentos falsos”, cuenta. Llegó exactamente a Maracaibo, capital del estado de Zulia, donde se hizo a unos documentos con el nombre de Janer Villalobos, pero se quedó allí poco tiempo, ya que la región es controlada por la Negra Dominga, capo que propició la masacre en Villa Campestre.

“Desde Maracaibo viajó hasta Panamá con su compañera Alicia Durán, donde permaneció hasta noviembre para luego trasladarse a Europa con un primo, donde reactivó conexiones para recibir droga que le enviaban sus socios en Colombia”, explicó el periodista atlanticense.

En el viejo continente buscó hacer negocios con el Cartel de Los Balcanes, en Albania; también buscó a otros clanes de la mafia, camino que lo llevó a donde terminó su historia, la ciudad de Valencia en España, “que se ha convertido en el principal puerto que recibe mucha droga, sobre todo de Colombia”, añadió Solano.

Allí permaneció gracias a varios negocios que logró concretar, como el traslado de la droga con el cartel marroquí, mismo que presuntamente habría terminado, sin saberlo, con el último miembro de un clan familiar que durante más de dos décadas había venido delinquiendo y atemorizando a la comunidad barranquillera, producto de la intimidación y la gran cantidad de muertes que dejaron a su paso con los negocios de extorsión y narcotráfico que supieron establecer.