Maria Paula Correa encara el peor episodio que vivió como jefa de gabinete de Duque

María Paula Correa, jefa de gabinete del expresidente Iván Duque, destapó varios secretos en su libro ‘La última línea, antimemorias de una jefe de gabinete’. En 360 páginas, Correa habla de su temprano interés en la política, pero también revela detalles de lo que ocurrió en la Casa de Nariño entre 2018 y 2022, el periodo presidencial del exmandatario.

En diálogo con Semana, explicó que el libro está dividido en tres partes: quién es María Paula Correa, su interés por la política desde que tenía uso de razón y los secretos del Gobierno. Escribir este último apartado era el mayor reto, pues buscó contar en detalle su experiencia en la Casa de Nariño, sin perder de vista que cierta información podría violar la seguridad nacional.

Tituló su libro como la “última línea” porque ahí estaba ella, en ese selecto grupo de personas que rodeaba al entonces Jefe de Estado. “La oficina del jefe de gabinete es la última y más cercana al despacho presidencial. En el corredor de la Casa de Nariño está la oficina de la primera dama, el salón Obregón, el Dapre y la jefatura de gabinete, que se comunica al despacho por una puerta. Esa era mi oficina”, expresó.

“Con Duque nos conocimos en 2010, cuando él fue asesor del expresidente Uribe para los temas de la ONU. Formamos una amistad fuerte, cuando él se vino a Colombia formó parte de la lista al Senado en 2014, seguíamos en contacto”, contó a Semana. En el libro, no solo reseña su paso por el gobierno Duque, sino también su cercanía con el también expresidente Uribe.

Cuando ganó como precandidato del Centro Democrático, Duque le propuso a Correa acompañar su campaña y un día después de ganar la presidencia le ofreció ser su secretaria privada. “Para mí era como un sueño porque iba a volver a la misma oficina donde había trabajado en el Gobierno Uribe, aunque como asesora de Alicia Arango”, destacó Correa, quien se convirtió en la jefe de gabinete de Duque a los 35 años.

En ese cargo, fue el puente entre el mandatario y quienes querían llegar a él. Su oficina, dice, era la “caja kleenex del Palacio”, pero en otros casos, era la encargada de llamar al gabinete al orden. “Siempre dialogaba con los ministros y, cuando tocaba decirles algo que no estaba bien, se hacía. Mi figura siempre fue la de llegar a consensos”.

Según cuenta, también contradecía a Duque cuando se trataba de puntualidad, pues, en ocasiones, el expresidente se alargaba en sus conversaciones y la agenda se corría. “Le gusta hablar y alargarse, pero yo era la puntilla y de frente me tocaba decirle: “qué pena, presidente, nos toca irnos, tenemos la siguiente cita”.

En ese cargo, que le dio el “poder” de “hacer que las cosas pasen”, también atravesó un episodio doloroso al que le dedicó un capítulo del libro. “Quiero hablar de frente y decir que solo por el hecho de ser mujer, joven, y por el cargo, ¿tengo que ser la moza del presidente? ¿No creen que soy capaz y tengo las capacidades para hacerlo?”

Esas acusaciones, dice, no solo le afectaron a ella, sino también al expresidente y a la exprimera dama, María Juliana. “Fue muy doloroso porque uno cree siempre que es muy valiente, pero eso fue tendencia en Twitter durante una semana, personas de diferentes países me llamaban, jefes de gabinete, presidentes se comunicaron para solidarizarse. En el libro se van a dar cuenta de cómo todo fue articulado de cara a las primeras protestas de 2019. Era un ataque perfecto para desestabilizar a Iván Duque y a su equipo más cercano”, agregó.