Colombia
Negociación con el ELN va en su sexto intento, pero podrían pasar décadas para llegar a un acuerdo
El presidente Gustavo Petro espera darle fin al conflicto con esta guerrilla, que lleva actuando en el país por más de 60 años, pero continuos impasses hacen retroceder el proceso. ¿Que está pasando y por qué no se logra negociar de una vez por todas?
Las negociaciones con el ELN han estado marcadas por los constantes inconvenientes para lograr acordar un acuerdo que permita concretar la ‘paz total’ que busca el gobierno de Gustavo Petro.
Recientemente, se presentó una crisis en la mesa de negociación instalada en La Habana, Cuba, por medio de la cual el mandatario nacional espera por fin desmovilizar esta guerrilla, que lleva actuando en el país por más de 60 años, con las consecuencias ya conocidas.
Su intervención en los procesos de paz inició en 1984 cuando el presidente Belisario Betancur intentó un primer diálogo de paz en el sector de La Uribe, que dio origen a la Unión Patriótica, que hasta hoy continúa.
Ramírez ha participado en varios de los cinco procesos que han adelantado los diferentes gobiernos con esta guerrilla y fue una de las piezas claves durante el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando se llevó a cabo un diálogo en Quito y que fue uno de los que realmente logró avanzar.
De ahí que la experiencia de esta mujer sea clave para tratar de entender cómo será el camino que debe enfrentar el presidente Petro para lograr un verdadero acercamiento con este grupo, que además tiene varios frentes, algunos de los cuales realmente no están interesados en negociar.
Cabe recordar que, una vez más, se ha declarado la crisis en la mesa de La Habana y no se ve una salida clara al conflicto.
En conversación con Juan Manuel Ospina, Socorro Ramírez da algunas apreciaciones para tratar de entender un poco la visión e interés del ELN y cómo el Gobierno podría replantear esta negociación para lograr un verdadero acuerdo de paz.
Frente a la pregunta qué busca el ELN, Ramírez indica que se trata de una guerrilla de 60 años y reitera sin titubear: “Ya es hora de que se jubile”.
Según explica, esta guerrilla nació como un profundo rechazo a los procesos electorales y durante todas estas seis décadas ha tenido “muchísimos intentos fallidos de negociar la paz”.
Como se recordará, el primero de ellos fue a mediados de los años setenta, pero no concluyó en nada debido a que seguían reivindicando la importancia de desechar la acción política legal.
Posteriormente, anota, con el gobierno de César Gaviria, fue muy interesante porque una parte muy significativa de ellos se desmovilizó, la llamada Corriente de Renovación Socialista, una disidencia que luego ha generado liderazgos interesantes que han tenido opinión pública como León Valencia.
Con Ernesto Samper tuvieron intentos de negociación en Madrid y en Mainz, Alemania. Asimismo, Álvaro Uribe entró a dialogar con ellos en Cuba y Venezuela; después, con Santos, hubo diálogos tanto en Quito como en La Habana.
“Tuve la oportunidad de ser parte de esa mesa y ahora entonces está en un sexto intento, que recordemos comenzó en Caracas en noviembre del año pasado su primera ronda. Pero ellos se levantaron de la mesa luego que Petro sacara ese decreto del 31 de diciembre, casi a medianoche, en que decía que había un cese bilateral y ellos dijeron que no habían firmado nada aquí en la mesa”, señala Ramírez.
Agrega que Petro debió echar para atrás el decreto, pero hubo todo un forcejeo que generó de alguna manera que hubiera una reunión entre las dos delegaciones para ver cómo se superaba ese impasse.
A mediados de enero de este año se llevó a cabo una sesión algo extraordinaria en Caracas para ver cómo superaban estas dificultades.
Tras adelantar algunas caravanas humanitarias, tuvieron que escuchar a las comunidades, que les mostraron los daños dramáticos en que esos combates someten a la gente.
“De esta manera, se llegó a algunos acuerdos que son importantes que se desarrollen y que la mesa los adoptó. Un segundo eje tiene que ver con el cese al fuego, pero hay un elemento nuevo y es que las poblaciones están diciendo que no pueden negociar solamente un cese al fuego entre el Ejército y la guerrilla. Tiene que ser un cese también de hostilidades, es decir, parar todas las acciones terribles contra la población a la que la someten con desplazamiento, controles territoriales, minas antipersonal, etc.”, asevera la líder social.
Implicaría también que paren sus acciones por el control del territorio, como los que en este momento están desarrollando el ELN o las disidencias y grupos paramilitares, para ver quién controla economías ilegales o territorios.
Reitera que es crucial recordar que el asesinato de los soldados en Catatumbo, en medio de una negociación, disparó un periodo terrible de acciones del ELN; justo revisó un informe sobre cómo el pasado mes de abril ha sido el de mayor acción ofensiva del ELN.
“Es decir, estamos en un momento en el que dice negociar, pero al tiempo sigue en un accionar violento tremendo. Por eso, en este tercer ciclo de negociaciones que empezó en La Habana, van a estar esos puntos: el humanitario, el cese al fuego y el cese de hostilidades. Y va a estar en discusión el punto que siempre en los seis intentos se ha puesto como condición: el de participación de la sociedad, que resume mucho cuál es la idea que tienen ellos de negociar”, argumenta.
Según Ramírez, ellos la llamaron primero ‘el gran diálogo nacional’ y en las mesas de Quito y La Habana lo aceptaron en la agenda, pero deben resolver los cuatro siguientes puntos para llegar al quinto, que es el fin del conflicto armado.
Esto —se supone— debe resolver el punto de transformaciones, el punto de víctimas, de democracia y solo con ese proceso se llegaría a la parte final de la agenda negociada, al fin del conflicto armado y de implementación del acuerdo de paz.
Un tema que es importante es que la sociedad participe en los territorios, pero la utilizan para poner como condición que legitime su lucha armada hasta que el Estado no garantice lo que piden. Ellos dicen que la participación es vinculante.
“En el segundo ciclo se propuso algo complicado y es que aquello que se va pactando se va a aplicando, esto hace que la mesa sea indefinida”, enfatiza la analista.
El otro frente es el histórico de ellos, el de Arauca, que ahora se volvió binacional: actúa en Venezuela, desde otra perspectiva, pero está presente en muchos territorios del lado venezolano. Así las cosas, es difícil que la negociación no sea infinita.
Afirmó que estos dos frentes terminaron enredándose con el control del narcotráfico y de minería ilegal. En el caso del frente de Arauca por su condición binacional, está actuando en el marco minero del Orinoco, al sur de Venezuela, donde se produce oro y coltán.
Sobre si hay esperanza en este nuevo intento de paz, Ramírez opina que quizá una parte del ELN negocie, porque en su interior hay algunos que ven que esto no da más.
“Hay una reacción cada vez más fuerte de las poblaciones contra la presencia de ese grupo en el territorio; la exigencia del gobierno es de parar la guerra como sea. Ojalá los más sensatos logren negociar. Toca romper y buscar una salida porque hay un núcleo duro que no está dispuesto a tranzar. Seguramente, hay algunos que ven los reclamos de las poblaciones que no resisten más el sometimiento y el nivel destrucción humano y ambiental, y entienden la importancia de parar. Pero no son todos los frentes”, admite.