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El grupo armado aseguró que las operaciones en su contra continuaron en todo el país.
Grupos armados hacen presencia en el departamento de Bolivar. | Foto: Colprensa

Colombia

“Obedecer y callar”: Así viven los habitantes del sur de Bolívar que permanecen bajo el dominio de tres grupos armados

Por más de dos décadas las comunidades han buscado estrategias para sobrevivir a la violencia.

5 de diciembre de 2023 Por: Redacción El País

“Obedecer y callar”, es la consigna de supervivencia. Desde hace al menos dos décadas una vasta región aislada y casi abandonada por el Estado en el norte de Colombia vive bajo el dominio de tres grupos armados.

El montañoso sur del departamento de Bolívar es una crónica trágica del calvario sin fin que padecen los civiles atrapados en las garras del conflicto armado colombiano. La AFP acompañó a una misión del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), una de las pocas organizaciones que trabaja en la zona, y habló con los pobladores quienes pidieron mantener su identidad bajo reserva.

Bolívar es el tercer departamento más afectado por la violencia en el país, con casi 700.000 víctimas a lo largo del conflicto, según un informe oficial de junio. En 2020 se registraron 145 homicidios.

Ubicada en la región del Magdalena Medio, sus habitantes son blanco de guerrilleros del ELN, disidentes de las FARC que no firmaron la paz en 2016 y el Clan del Golfo, el mayor cartel del narcotráfico.

Cuando cesan las balas se impone su “mano invisible”, pero omnipresente, “silenciosa y amenazadora”, dice Javier, uno de los líderes comunitarios. “Rara vez se les ve de uniforme o con armas. Están ahí, vigilándonos sin dejar que los veamos”.

EL ELN, entre otros grupos armados, siguen ampliando su presencia en el sur de Bolivar. | Foto: afp

Isla de oro

El sur de Bolívar tiene forma de “isla”, rodeada por los brazos del río Magdalena, explica la delegada del CICR, Sara Lucchetta.

Sus montañas, que ocupan casi todo el territorio de 17.000 km2 (casi el tamaño de El Salvador), son corredores logísticos con la vecina Venezuela para el tráfico de oro de numerosas minas artesanales, contrabando y cocaína.

“Aislado y remoto, el sur de Bolívar ha sido históricamente un territorio de guerrilla y violencia. También es una zona de conflicto de la que se habla poco en comparación con otras regiones”, describe Lucchetta.

Aparte de algunos grafitis en las paredes con sus siglas, la presencia de estas guerrillas y ejércitos del narco es casi imperceptible, constató la AFP en los municipios de Morales y Arenal. Los campesinos siguen trabajando en sus plantaciones de maíz, papa y cacao.

“Las consecuencias del conflicto sobre la población civil se han convertido en estructurales”, remarca Lucchetta.

La coca, principal componente de la cocaína, ha dejado de ser rentable y se cultiva menos. “El verdadero problema de la guerra ahora es el oro”, dice el minero José.

En las últimas semanas el ELN y las AGC se enfrentaron de nuevo en la región y provocaron el desplazamiento de al menos 1.400 personas en un “clima de miedo y zozobra”, según el gobierno.

Liberación de militar en Bolívar
Integrante del Comité Internacional de la Cruz Roja junto a un disidente de las Farc. | Foto: Cortesía del Comité Internacional de la Cruz Roja

Ratones y águilas

“La gente tiene miedo. Están constantemente en alerta, esperando la desgracia, (pendientes de) si vienen hombres armados a la puerta por la noche”, describe Carlos, otro poblador.

Los grupos suelen tener aliados en las poblaciones. “Pero, sobre todo, las comunidades intentan mantenerse al margen. Es una cuestión de convivencia”, subraya Javier.

“A causa del conflicto, hay normas con las que hemos aprendido a vivir. Por ejemplo, está prohibido caminar de noche”, señala.

Con redes urbanas y colaboradores los tres grupos conocen y aprueban cada movimiento: para comprar una moto se necesita el permiso del comandante y justificar de dónde proviene el dinero, explica otro campesino.

La gente aquí está acostumbrada a hablar de una “tensa calma”, pero en cuanto estallan las hostilidades “nos encontramos en medio del fuego cruzado, con las balas zumbando sobre nuestras cabezas”, dice Wilson, otro líder local.

“Cuando sólo hay un actor (armado), más o menos sabes qué hacer, te adaptas. El problema es cuando son varios y te encuentras en medio”, sostiene Juan.

“Nos encontramos como ratones asustados con un nido de águilas sobre nuestras cabezas”, añade.

Las disidencias de las Farc también continúan haciendo presencia en el departamento de Bolivar. | Foto: afp

Siempre sospechoso

Carlos denuncia la “estigmatización” de los civiles, pues los grupos acaban sospechando que son “colaboradores” del bando contrario. La poca presencia del ejército detona la arremetida de las organizaciones, añade.

Muchos viven cerca de campos con minas y otros artefactos explosivos sin detonar. Algunas de estas zonas peligrosas están identificadas con una calavera y huesos cruzados, firmada por el grupo responsable.

Según el CICR, al menos 10 personas fueron víctimas de estos artefactos en 2023, frente a 4 el año anterior.

La violencia sumada al aislamiento, hipoteca el acceso al agua potable, educación y salud.

“Si no fuera por el conflicto, estaríamos viviendo bastante bien. Las condiciones son duras, pero la tierra es generosa”, sostiene Juan. “El problema es esta guerra, que es el cuento de nunca acabar”.

Por Agencia AFP

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