Colombia
Pablo Escobar, 30 años después de su muerte: de temido capo a bandido de narcoseries
El sociólogo, periodista y exalcalde de Medellín, Alonso Salazar, reflexionó sobre el fenómeno que fue y es el capo que desafió a un país a fuerza de violencia.
Hace 30 años Pablo Escobar murió sobre el tejado de la casa en la que se ocultaba en Medellín, tras un operativo de un grupo especial de la Policía creado para combatirlo. En 2001 se publicó uno de los perfiles más completos del jefe del cartel de Medellín, ‘La Parábola de Pablo’, un relato seductor y polifónico que le revela a los lectores la figura de cuerpo entero del capo.
Escrito por Alonso Salazar, quien ejerció como alcalde de Medellín, ‘La Parábola de Pablo’ fue el libro que inspiró años después la serie ‘El patrón del mal’, que a su vez fue la antesala de la exitosa ‘Narcos’ de Netflix.
El Escobar de hace 30 años no es el mismo de ahora, del asesino despiadado solo quedan frases amenazantes dichas en narcoseries y una figura regordeta que ilustra tazas para tomar café, camisetas y hasta llaveros.
El de hoy es más un personaje desteñido, que el criminal que prefirió una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos. Colprensa habló con Salazar a 30 años de la muerte de Escobar.
¿Cuál era su propósito cuando escribió el libro ‘La parábola de Pablo’ y por qué era importante contar esa historia?
Yo había publicado un libro sobre el tema de las bandas juveniles y del sicariato, ‘No nacimos pa’ semilla’, que era como lo periférico de ese fenómeno que estaba viviendo la ciudad, pero siempre pensaba que hacía falta contar la parte más gruesa, que tenía que ver con el narcotráfico y aquello era el contexto de lo narrado en ese libro y desde luego Pablo Escobar era la figura central de eso.
A él, le dan de baja en 1993, el ambiente era pues muy bien enrarecido y complejo, entonces yo me esperé un par de años y empecé a hacer una reportería que fue muy lenta, porque en ese tiempo nadie quería hablar, contrario a lo que sucede ahora, que todos hablan mucho.
Me dediqué cinco años a la reportería y a la escritura del libro. Es ineludible Pablo Escobar en la historia de Colombia, pues imagínense en la historia de esta región, una marca caliente, oscura, pero ineludible.
¿Usted en algún momento de su vida como periodista y sociólogo conoció o tuvo la oportunidad de entrevistar a Pablo Escobar?
A Pablo Escobar no lo conocí personalmente. Estaba esperando, no sé qué, suponiendo que se iba a quedar un poco más de tiempo en la cárcel, que todo fuera más rutinario para solicitar una entrevista, pero ahí se precipitaron todos los hechos que tienen que ver con las muertes que él ordenó dentro de La Catedral y lo que se llamó su fuga, que en realidad fue simplemente salir de esa cosa que se llamaba cárcel.
¿Cómo interpreta y explica ese atractivo y fascinación que la figura de Pablo Escobar despierta en los extranjeros, cuando para la mayoría de los colombianos que vivieron su época es un personaje absolutamente doloroso?
Creo que es inevitable pensar que Pablo Escobar entró a ese reino de los Robin Hood que han existido a lo largo de la historia humana, a pesar de que es el bandido de ese universo que más ejerció la violencia.
Hay gente que dice que esa admiración por Pablo Escobar es porque no se conocen todas sus facetas y yo digo que es en realidad también, porque se conoce desde 1984 toda la violencia que él ejerció sobre esta sociedad.
Pablo Escobar es el primer bandido que entra en el contexto de la globalización de los medios, ya desde hace muchos años cualquier colombiano era reconocido por ser del país de Pablo Escobar.
Luego la cantidad de reporteros del mundo que vinieron aquí, reportaron facetas que resultaron al final del tiempo como exóticas; lo que sucedía en Nápoles, que guardando las distancias y sin que sea un halago fue un proyecto extraordinario.
También el tema del barrio Pablo Escobar, donde construyó inicialmente de unas 700 viviendas pero se le han multiplicado, con una gratitud inmensa por los supuestos pobres beneficiados por él. Entonces tiene una serie de características que lo fortalecen mucho y entra en el campo de las figuras que desafían a los poderosos, pero específicamente Pablo Escobar es excepcional en el sentido de enfrentar el Estado.
No es común, no es frecuente, encontrar un delincuente común que enfrente al Estado, incluso con herramientas que se consideraban típicas de la violencia política, pero que la guerrilla ni siquiera en Colombia había utilizado hasta entonces y sometió al Estado, nos sometió a todos.
Lo único es que él mismo terminó por derrotarse, porque él no tenía un límite, no tenía un punto de llegada, era demasiado megalómano y creo que él mismo construyó su tumba.
¿El hecho de que Pablo Escobar se haya convertido hoy en un personaje, cuyo rostro hace parte de souvenirs para extranjeros fascinados con su figura de serie televisiva, no lo libra de sus culpas, de la violencia que ejerció, de la estela de muertos que dejó?
Precisamente creo que es por el exceso de la crueldad que se hizo notorio y cada vez que lo mencionemos tendríamos que hablar de su crueldad. Incluso cuando revise literatura para este tema de los 30 años, para mirar otra vez mi texto, encontré que la propia familia, su esposa y su hijo, han publicado cosas muy duras sobre lo que era la vida familiar de Pablo Escobar, que se consideraba quizá un terreno donde podía hablarse de alguna humanidad de este personaje.
Especialmente su exmujer, Victoria Eugenia Henao, lo califica como psicópata, abusador; habla de que la obligó a abortar; es decir, los relatos de ellos erosionan mucho esa islita de humanidad en la que él se paraba; era un hombre muy cruel en lo público y según esos relatos también en lo privado.
¿A qué atribuye usted que a una parte de la sociedad humana le atraiga la violencia, por qué la consume, por qué le atraen este tipo de personajes que encarnan tanta crueldad?
No tengo la respuesta definitiva sobre eso. Yo miro esta génesis de los bandoleros modernos, pienso mucho en los de Estados Unidos y que desde que aún se estaba en el cine mudo empezaron a producirse series de gánster. Miro fenómenos como el de Bonnie and Clyde que era como una especie de reality, en los que ellos iban cometiendo delitos y la audiencia de la nueva radio iba siguiéndolos con una expectativa extraordinaria y haciendo fuerza por ellos.
El género gángster se extendió y se hizo género en Estados Unidos, tal vez ‘El padrino’ sea un punto culminante en ese proceso. Es curioso, todos en alguna medida tendemos a generar una simpatía con el mal, pero de ahí que eso se traduzca en la capacidad o la decisión consciente de imitar a un delincuente yo creo que hay una distancia.
Creo que en Colombia somos un poco parroquianos para ver este fenómeno de la literatura y de las narcoseries, porque creemos que eso crea realidades, por todo lo todo lo peor con respecto a Escobar y al narcotráfico pasó antes, antes de que existiera cualquier serie.
¿30 años después de la muerte de Escobar el narcotráfico no se detuvo, la violencia tampoco, las organizaciones criminales menos, ha valido la pena la lucha contra el narcotráfico?
Lo que pasa es que esa lucha es inevitable mientras se mantenga el actual contexto de esa guerra universal contra las drogas, que es muy inequitativa y que ha empezado a mostrar muchas fisuras y que sigue exigiendo a países como Colombia.
Creo que el narcotráfico no se puede derrotar en ese esquema, se pueden seguir deteniendo, dando de baja y extraditando a muchos narcotraficantes. La realidad del narcotráfico en Colombia hoy es abrumadora, sobre eso es que debiéramos estar discutiendo.
No me distancio de las posturas de los presidentes Juan Manuel Santos y Gustavo Petro de buscar nuevos marcos para combatir o manejar el tema de las drogas, pero veo que hace falta como una habilidad diplomática para generar un consenso necesario en esa perspectiva. Unos nuevos marcos de regulación, por no hablar de legalización que es una palabra que asusta mucho, creo que son necesarios.
¿Cree que es necesario, 30 años después, recordar a todos aquellos que dieron su vida por luchar contra Pablo Escobar y lo que él representaba: el coronel Valdemar Franklin, Luis Carlos Galán, el procurador Carlos Mauro Hoyos, entre otros?
Yo creo que sí, lo interesante de analizar y que es una incógnita grande es por qué es mucho más atrayente la figura del mal, que las figuras positivas. Yo hice una biografía sobre Luis Carlos Galán, que es un libro que ha pasado comparativamente con un perfil muy bajo respecto al que hice de Pablo Escobar.
Si se mira en detalle también han salido algunas narcoseries que no han tenido un éxito tan rotundo y diría que aún esas narcoseries, que a veces se critican tanto, han mostrado facetas de esos personajes que lucharon contra Escobar; desde el Ministro de Justicia, pasando por la Policía, hasta llegar a Luis Carlos Galán.
Parece que la gente no viera, aunque se dediquen varios capítulos, a eso, pero es una urgencia social y y nos falta mucho en Colombia y lo digo específicamente también por Medellín, una relectura y difusión permanente de una historia donde se destaquen los valores de la gente que combatió a Pablo Escobar.
*Colprensa.
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