Colombia
Se excavaron hornos que eran utilizados por los paramilitares, para desaparecer cadáveres de campesinos colombianos
La UBPD estima que existen más de 100.000 víctimas de desaparición forzada, a lo largo del prolongado conflicto colombiano
Antropólogos forenses con palas y brochas buscan restos humanos de víctimas de paramilitares. No exploran una tumba común, sino un antiguo horno de trapiche convertido en un infierno para incinerar personas en Colombia.
Tras varios días de trabajo removiendo la tierra, los expertos enseñan por primera vez la parte inferior de un viejo trapiche de producción de panela, un endulzante extraído de la caña, en el municipio de Villa del Rosario (este), fronterizo con Venezuela.
Los campesinos fueron desplazados y sus calderas transformadas en máquinas para desaparecer cadáveres y borrar las pruebas de cientos de homicidios a comienzos de los años 2000. Ahí, en una estructura de ladrillo, pudieron haber caído pequeños huesos, piezas dentales o cenizas de las víctimas quemadas en la cabina superior.
Este horno fue abandonado “posiblemente” después de haber sido utilizado para cremar cuerpos, una práctica macabra y usual en esa región desangrada por el conflicto entre paramilitares y guerrilleros, dijo a la AFP Marlon Sánchez, antropólogo de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD).
La AFP acompañó a trabajadores de la entidad en la remoción de sedimentos y busca de restos en la zona, pero las excavaciones aún no han dado resultados, quizás por inundaciones que desplazaron los restos humanos hacia otros lugares, según Sánchez.
“No es el único posible horno de incineración de cuerpos (...) se van a seguir documentando más”, concedió el responsable de la entidad creada tras el acuerdo de paz de 2016 entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.
La UBPD estima que existen más de 100.000 víctimas de desaparición forzada a lo largo del prolongado conflicto colombiano. Una cifra mayor que las de las dictaduras juntas de Argentina, Brasil y Chile en el siglo XX.
Tortura y fuego
Según las confesiones de comandantes paramilitares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal que juzga los peores crímenes del conflicto, los escuadrones de ultraderecha traían a este lugar cadáveres de guerrilleros o campesinos simpatizantes de la izquierda para transformarlos en cenizas y hacer imposible su hallazgo.
Otros fallecidos fueron llevados a Venezuela, del otro lado de un río que queda a pocos metros de la construcción descubierta.
Las personas quemadas allí “previamente eran torturadas y sometidas a vejámenes absolutamente humillantes”, explicó el investigador Javier Osuna, autor del libro “Me hablarás del fuego: los hornos de la infamia”, sobre esa práctica de guerra al estilo del nazismo.
A partir de los testimonios recavados “se puede inferir que no solo personas muertas entraron a esos hornos”, añadió Osuna. Los expertos intentan recuperar las pistas que sobrevivieron al paso del tiempo y los planes de los homicidas para alterar las pruebas y quedar impunes.
“Lo que hicimos fue acciones de arqueología forense, excavar y reconstruir la existencia de estas estructuras”, que podrían ser la respuesta al interrogante sobre el paradero de cientos de desaparecidos, indicó Sánchez.
Horno hechizo
Pese a que se creía imposible encontrar restos humanos, la excavación abrió una pequeña esperanza para los familiares de las víctimas, reunidos junto a la excavación. Fotografías de sus seres queridos desaparecidos rodean otros hornos cercanos.
En “un horno hechizo” como ese “las condiciones de temperatura pudieron no ser lo suficientemente altas como para destruir totalmente los huesos” por lo que no es imposible hallar pistas, explicó Osuna. Organizaciones de víctimas calculan que allí incineraron más de 500 cuerpos.
Motivados por beneficios judiciales, los paramilitares involucrados en la guerra dicen ahora estar dispuestos a aportar a la búsqueda. Si confiesan la verdad y reparan a sus víctimas, el tribunal de paz provee penas alternativas a la cárcel.
Desde su prisión en Estados Unidos, Salvatore Mancuso, miembro de la cúpula la asociación de ejércitos paramilitares conocidos como las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), indicó a comienzos de año la ubicación de varios cadáveres.
“La deuda con ustedes sigue vigente”, le dijo a las familias de las víctimas que lo escuchaban y veían en una pantalla. En la lucha contra las guerrillas, las AUC sembraron terror con masacres y persiguieron a políticos, campesinos y líderes comunitarios que no compartían sus ideas.
*Con información de AFP.
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