COLOMBIA
Temor de las personas en territorios, la dificultad en la búsqueda de desaparecidos
Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, dice que su tarea particular es lo humanitario
Luz Marina Monzón asumió hace un año las riendas de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), y su mayor reto es poner nombre y apellido a los desaparecidos del conflicto armado en Colombia.
La funcionaria, que ha dedicado este tiempo a sumergirse en el territorio nacional con el propósito de dar respuesta a las víctimas después de décadas de sufrimiento, habló con Colprensa sobre el trabajo que se viene adelantado.
¿En qué ha avanzado la Unidad de búsqueda en su tarea con los desaparecidos?
Tras la firma que puso en pie la entidad, se ha venido trabajando en una implementación de las acciones necesarias para crear una institución firme y así dar inicio a su funcionamiento. En este tiempo, hemos pasado a la aprobación de un marco jurídico que ha ayudado con todas las condiciones de implementación, siendo esto ratificado con la sentencia de la Corte Constitucional. Luego de esto, seguía la incertidumbre del presupuesto para la Unidad. Ya luego dimos paso a los términos operativos en la estructuración y de una vez nos lanzamos al diagnóstico de cómo será nuestro trabajo de campo dándole vida a la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas.
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"Cada territorio tiene su particularidad, así que decidimos enfocarnos en eso y esto nos permitió conocer y sentir las necesidades familiares".
¿En qué consistió esa sumersión en las regiones golpeadas por el conflicto armado?
Desde febrero del año pasado empezamos un trabajo de construcción de esta entidad, pero con dos soportes: el primero de ellos era un aporte de asesoramiento técnico con actividades en el territorio llevando a cabo reuniones con 500 víctimas en 25 lugares del país. A partir de ahí, iniciamos nuestra labor misional de indagar cuáles eran las expectativas de ellos frente a la Unidad, qué esperaban, qué querían y qué les preocupa en relación a lo humanitario, para así dar respuesta a lo que hasta el momento el Estado no ha podido.
También conocimos los procesos de búsqueda o desaparición que había en el territorio y qué autoridades estaban presentes en esos lugares y con competencia sobre el tema. Así fuimos recibiendo insumos importantes de casos y de retos territoriales de la búsqueda y en la construcción de una mejor institución.
No se puede desconocer que las personas en los territorios continúan con miedo de entregar información sobre los desaparecidos, ¿qué se hará al respecto?
Lastimosamente la situación ha venido empeorando porque el conflicto en el territorio se ha incrementado. La gente sigue teniendo miedo e inseguridad. De hecho, hubo sitios a los que fuimos y en los que después nos enteramos que personas fueron desaparecidas, sobre todo líderes de la región, un ejemplo de ello es Putumayo.
Entonces, la Unidad tiene que afrontar, por un lado, el tema del miedo por el contexto de conflicto, pero también el miedo de que pueden ser amenazados, desaparecidos o asesinados y esto es un punto grave. Nosotros brindaremos nuestro mayor apoyo para generar garantía, pero hay una realidad que no se puede negar y es que a la gente la siguen desapareciendo, esto no es un crimen que se quedó en el pasado.
A parte del miedo por erradicar en las regiones, ¿con qué otros desafíos se encontraron cuando visitaron los territorios?
Sumado al miedo, hay un desafío sobre la búsqueda en fronteras, porque hay cuerpos que están en cementerios fuera del país.
¿Ya conocía de esto?
No, yo no. Pero algunas personas lo tenían claro. Esto ya se ha venido trabajando en el país, específicamente en Nariño. Allí habían avanzado bastante en ese tema con las autoridades locales y las organizaciones tratando de movilizar un acuerdo binacional, pero eso depende de los procesos locales.
Y en cuanto a las desapariciones en los ríos y fosas, ¿qué encontró?
Todos los ríos del país están involucrados en desapariciones. La pregunta permanente de las comunidades fue cómo íbamos a buscar en ríos. También están las fosas y los hornos en Norte de Santander, particularmente, pero también en Buenaventura. Como ve, estos son los desafíos para esta Unidad, que no solo se encarga de buscar a los desaparecidos forzados sino a las personas dadas por desaparecidas como secuestrados, a los que las familias dejaron de saber dónde están, los reclutados e incluso los combatientes tanto del Estado como de las fuerzas irregulares.
¿En la recopilación que han venido desarrollando ya han logrado consolidar cifras?
No, cifras consolidadas no hay. Nuestro norte sí es la consolidación de la información, pero en este momento lo que estamos haciendo es buscando información, recibiéndola y archivándola para iniciar con los análisis. Hemos recibido información de distintas fuentes, tanto de sociedad civil y familiares que están haciendo documentación de sus casos. Así mismo, el Instituto de Medicina Legal nos ha permitido el acceso a la información que hay allí para cruzarla y poder tener algún dato. Por otro lado, del Centro Nacional de Memoria Histórica hemos recibido bastante apoyo y en estos momentos estamos en un proceso de firmar un convenio con la Fiscalía General de la Nación para poder tener acceso a expedientes e ir armando el consolidado que necesita el país.
¿Qué garantía dará esto a las víctimas?
Se piensa que lo fundamental para el familiar es la devolución del cuerpo o de la persona, pero no es solamente eso, para ellos es importante todo lo que sucede durante el proceso y esa es nuestra tarea particular: lo humanitario.
¿Qué regiones tendrán prioridad en este trabajo de campo?
Estamos justamente en diálogos territoriales que nos han ayudado a ver los distintos desafíos. Adicional a esto, el trabajo es con y para los familiares, y ya tenemos un referente sobre esto para poder desarrollar la tarea. Estamos en el proceso de la definición de los lugares. Por supuesto hay lugares que claramente van a hacer parte de nuestra presencia territorial partiendo desde mayo y entre los sitios están Norte de Santander, Magdalena Medio y Putumayo.
Desde 2016 nació un Comité Nacional de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas dirigido por las Farc, ¿han trabajado con ellos?
Claro, con ellos hemos venido hablando y trabajando desde 2017.
Hemos sostenido reuniones para comprender el trabajo que han hecho y cómo lo estaban haciendo. Aquí es importante enmarcar que este Comité nace como una manera de cumplir con los Acuerdos divulgados a través del comunicado 062 del 2015 y que son las acciones humanitarias para generar confianza, por lo que nace esta acción integrada por los miembros de las Farc con una coordinación nacional, pero con unos equipos en territorio que se fueron organizando para encontrar a las personas de los que ellos tienen información. Este apoyo ha sido vital porque suma un desafío adicional y es que no es suficiente que tengan voluntad y que tengan disposición a entregar información, sino que debe haber garantías.
¿Cree que se encontrarán todos los desaparecidos?
No, de hecho los familiares también son conscientes de ello. Cuando un familiar le dice a uno ¿cómo van a buscar en los ríos? ¿cómo van a buscar en el mar? ¿cómo van a buscar en los hornos?, ya tienen claridad de que ahí es un escenario de dificultad para encontrarlos, sobre todo si han pasado 30 años, pero ellos necesitan saber qué se puede hacer para buscar. Entonces, tanto ellos como nosotros somos conscientes de que hay circunstancias que se escapan al control.
¿Qué viene para la Unidad?
Fortalecer el mecanismo de esperanza y dignificación para las víctimas que buscan a sus seres queridos, que se fortalezca la credibilidad y la confianza de la Unidad. Viene más trabajo de campo para ir poniendo nombre y apellido a los tantos desaparecidos del país.