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¿Por qué se está volviendo 'loco' el clima de Cali? Esta es la respuesta de los expertos

Expertos aseguran que eventos de lluvias y calor serán más fuertes. Movilidad sostenible y ‘Ecobarrios’, entre las estrategias de mitigación.

14 de abril de 2019 Por: Íngrid Valderruten / Reportera de El País
Las huertas comunitarias buscan mitigar el calor en algunas comunas de la ciudad. | Foto: Giancarlo Manzano / El País

En enero de este año Cali registró altas temperaturas que alcanzaron los 34.5 grados centígrados y la ciudad se preparaba ante la posibilidad de un Fenómeno del Niño (periodo muy seco).

El 2 de abril, apenas hace una semana, cayeron 72 milímetros de lluvia en 70 minutos, una precipitación intensa, teniendo en cuenta que el promedio para todo el mes oscila entre 100 y 120 milímetros. Ese mismo día, los vientos alcanzaron una velocidad de 40 kilómetros por hora en el Sur y 58 en el Norte, cuando en una condición normal estas corrientes de aire en la ciudad oscilan entre 10 y 15 km/h.

¿Qué está pasando con el clima? ¿Estas bruscas variaciones son consecuencia del cambio climático? ¿La situación mejorará o empeorará? ¿Cali está preparada para atender los impactos negativos que generen estos eventos? Los interrogantes vuelven a despertar inquietud a propósito de la primera temporada de lluvias del año, que en sus inicios ya ha hecho colapsar la ciudad con caída de árboles y postes, inundaciones viales, suspensión de agua potable y daños reiterativos en el servicio de energía.

Jaimer Tapasco, investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, explica que frente al cambio climático hay dos situaciones que están ocurriendo simultáneamente: una es el calentamiento global, lo cual significa que poco a poco la tierra se está calentando “y en los últimos casi 20 años se han batido varios récord de temperatura”. Según Tapasco, el reporte especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) estima que habrá un incremento de temperatura de 0.2°C por década y que después del año 2030 se superará el límite de 1.5°C. Y anota que para la década comprendida entre 2006 y 2015 ya se alcanzó un valor de 0.87°C. "Ese es el problema más grave para nosotros, pero el que menos le preocupa a la gente porque como es un cambio gradual no lo sienten”, explica.

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El experto añade que la otra situación compleja que se presenta está relacionada con la emisión de Gases de Efecto Invernadero, GEI, lo cual genera problemas respecto a la variabilidad climática: “esto es lo que vemos en el día a día y lo que a la gente le preocupa, que este año fue más caliente o más lluvioso, que ya el clima no es como antes, que llueve más, que hemos llegado a extremos”.

En efecto, el aumento de las precipitaciones y la temperatura son dos riesgos que tienen tendencia a empeorar, dice Tapasco: “en unas regiones va a llover menos, en otras va a llover más, por lo menos en esta región donde estamos se prevé que va a llover más, las épocas de lluvias serán más fuertes, más concentradas y se batirá récord en temas de eventos de precipitaciones, de olas de calor”.

Para Carlos Valderrama, jefe del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Icesi, el problema no son las lluvias, sino la falta de acciones para la regulación de las mismas. Una de las fallas, según el académico, es la pérdida de cobertura boscosa que ayuda a retener el agua.

“Estamos viendo una pésima planeación en las áreas de protección de los ríos, hemos perdido cobertura en la parte alta, estamos dejando los ríos completamente encañodados por diques y sin espacio para crecer en la época de lluvias; además, hemos dejado que se construyan asentamientos urbanos en zonas que son de inundación, de humedales o planas de altísimo riesgo, eso ha pasado particularmente en la Comuna 22, donde tenemos una gran cantidad de nuevas urbanizaciones que se han construido sin tener en cuenta esas restricciones”, señala Valderrama.

A esto, Hugo Salazar Jaramillo, presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, Acodal, Occidente, añade que uno de los problemas de Cali es que ha crecido de forma desordenada y a medida que se van urbanizando las zonas altas aumentan las aguas de escorrentía, que posteriormente generan problemas de inundaciones, arrastre de lodos, basuras y colmatación de sumideros.

“Toda esta situación de cambio climático amerita una revisión de planificación de las ciudades, la forma como debe urbanizarse y las medidas que hay que tener para controlar el manejo de las aguas de escorrentía, por ejemplo, usted no puede estar metiendo cada vez más canales y tuberías porque no hay espacio y los costos son gigantescos, entonces las ciudades tienen que crear una especie de lagos de retención para esas aguas, que se desocupen en las 24 horas siguientes”, precisa Salazar Jaramillo.

Acciones de mitigación y adaptación

Para el profesor Valderrama, Cali ha tenido un compromiso importante que es la recuperación del manejo del jarillón del río Cauca, el cual ha desarrollado lentamente por la complejidad del proceso. Y añade que este proyecto “es absolutamente prioritario” debido a que los pronósticos de más lluvias traen consigo los riesgos de inundación.

Por su parte, el investigador Tapasco manifiesta que “hay esfuerzos minúsculos comparados con el reto que tenemos de frente al cambio climático, uno entiende que hay presupuestos, se interesan en el tema y hay algunas medidas que se vienen haciendo, pero muy tímidamente”.

Precisamente, el mes pasado la CVC y la Gobernación del Valle presentaron el Plan Integral de Cambio climático, en el cual se proponen medidas para implementar al 2030 con el fin de mitigar los efectos negativos del clima sobre el recurso hídrico, ecosistemas de páramos, agricultura y salud.

Respecto a Cali, puntualmente, desde el 2016 la ciudad también construyó su plan de mitigación y adaptación. Gisella Arizabaleta, líder de Calidad del Aire y Gestión de Mitigación del Cambio Climático del Dagma, explica que se están desarrollando diversas acciones como la estrategia de ‘Ecobarrios’, la cual ayuda a disminuir el impacto en las ‘islas de calor’, es decir, las zonas más calientes de la ciudad, entre las que se incluyen las comunas 3, 4, 5, 8 y 13, entre otras.

“Tenemos cuatro barrios en transición a Ecobarrios: urbanización Aguacatal, San Antonio, Altos de Santa Elena y Salomia. Hemos capacitado más de 130 personas en construir tejidos de apoyo, promover la práctica de huertas, ahorro de agua, el compostaje, todo esto para que la gente disminuya su huella de carbono e hídrica (ver recuadro ¿Cómo podemos contribuir?), es decir hacer un uso más racional tanto del agua y energía”, señala. En total, se han creado 120 huertas entre domésticas y comunitarias, 40 composteras (para generar abono), y en estos barrios hay dos instituciones educativas con energía solar (Carlos Sardi y el CDI de Altos de Santa Elena).

Marisela Narváez, habitante del barrio Salomia, ubicado en la Comuna 4, destaca que es un proyecto muy bueno, “porque acá hay horas donde el calor es insoportable, entonces las huertas significan más vegetación, y también las estamos replicando en la casa, lo cual ayuda a que esté más fresco el ambiente”.

Otra gran apuesta que está desarrollando la ciudad es la movilidad sostenible: “estamos pasando de 36 kilómetros de cicloinfraestructura a 200, tenemos nueve biciparqueaderos y estamos haciendo un estudio de factibilidad para mirar cómo incorporamos el transporte eléctrico en dos sectores importantes como son transporte público y transporte especial (ambulancias y escolar)”, precisa Arizabaleta.

La funcionaria también indica que este año se han realizado 15 talleres de conducción eficiente, a través de los cuales las personas aprenden a planificar sus viajes para disminuir el consumo de combustible y generar menos gases de efecto invernadero y menos contaminación en la atmósfera.

“Es decirle a la gente, por ejemplo, que si vas a un centro comercial puedes programar para pagar facturas, mercar y comprar de pronto un regalo pendiente en el mismo viaje”, añade Arizabaleta.

Desde la parte empresarial, se está impulsando el proyecto ‘Sello de carbono neutro organizacional’, al cual se han vinculado 52 compañías que implementan procesos para que los servicios y productos generados tengan una menor huella de carbono.

“El tema de cambio climático no es netamente medioambiental, es un tema que abarca todos los sectores de la sociedad y uno de los primeros logros debe ser la articulación institucional en la cual Cali va por buen camino, pero decir que hoy está preparada, creo que difícilmente y lo hemos visto, un aguacero grande nos bloquea, nos cierra el abastecimiento de agua, o una sequía grande nos pone también en desabastecimiento crítico”, afirma Andrés Carmona, coordinador del Grupo de Gestión del Riesgo y Cambio Climático de la CVC.

El profesor Valderrama puntualiza que Cali tiene que pensar en programas de mitigación a largo plazo y no solo en acciones puntuales:
“Debemos planear todo el uso del territorio, pensar dónde podemos crear zonas de amortiguación, qué debemos hacer para recuperar cuencas, permitir que las zonas que existen de humedales naturales cumplan la función de regulación porque algunos los tenemos en pésimo estado de conservación”.

¿Cómo podemos contribuir?

Disminuir la huella de carbono (cantidad de gases de efecto invernadero generados por las actividades cotidianas) y la huella hídrica (volumen de agua que usa y contamina de manera directa por sus actividades cotidianas) son dos acciones en las que pueden aportar los ciudadanos para reducir los efectos del cambio climático.

Algunas recomendaciones son:

- Sustituir los focos convencionales por los de bajo consumo.
Apagar las luces que no necesito.

- Desenchufar electrodomésticos que no esté utilizando, incluyendo el televisor.

- Ducharse máximo cinco minutos. Las duchas pueden consumir hasta le 30% del agua que se utiliza diariamente.

-Utilizar más transporte público o compartir mi vehículo.

- Caminar o usar la bicicleta para distancias cortas.

- Reducir el número de vuelos en avión. El avión es uno de los transportes que más emisiones generan.

- Aprovechar el agua lluvia para regar las plantas.

- Ajustar el nivel de agua en la lavadora y lavar más veces la ropa a mano. En la lavadora se utilizan alrededor de 40 litros de agua, mientras que a manos solo diez litros.

- Lavar el automóvil con cubeta y no con manguera.

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