Canto de gratitud: Beethoven, el gran filósofo de la música que dejó un legado maravilloso en su sinfonía “pastoral”

Fascinante terminar el año con un canto de agradecimiento por todas las dádivas de amor que hemos recibido durante el 2024 por parte de nuestros seres más queridos, próximos.

Agradece siempre y observa tus pensamientos y acciones, a todo lo que se te ocurra, incluyendo las cosas poco gratas, que comprendes como lecciones en tu vida.

Se viene a mi memoria musical el inmenso valor que tiene el cuarteto XV en la menor Opus 135 de Beethoven, en su “molto adagio”. que el compositor al margen de la partitura tituló ‘Heiliger Dankgesang eines Genesenen an die Gottheit, in der lydischen Tonart’, que se traduce como: ‘Canto de acción de gracias de un convaleciente a la divinidad, en modo lidio’; de profundísima elevación espiritual, y que incluso durante varias semanas en 1825 tuvo que interrumpir su trabajo.

Esto nos indica que en el momento de la composición, Beethoven acaba de recuperarse de una grave enfermedad. Título de este coral que volvió a insistir como ‘Sacro canto de acción de gracias de un convaleciente a la Divinidad’. La música nos lleva a sentir ese maravilloso pálpito de amor a nuestro ser íntimo: alivia el corazón.

Nos acercamos a la música como una filosofía del consuelo y de la esperanza, llave maestra de inmenso poder…

Beethoven fue un gran filósofo de la música que nos dejó un legado maravilloso en su sinfonía “pastoral” en fa mayor: Op.68, en la asombrosa narrativa de sus cinco movimientos y después de referirse a la tempestad, expresa: “Hirtengesang Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm” (Himno de los Pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta), lleva la indicación Allegretto. Un nuevo agradecer.

Beethoven observó todo el movimiento que se expande en la naturaleza. La naturaleza considerada como escuela del corazón. Solo la naturaleza lograba consolarlo. Y al referirnos a este precioso movimiento pensamos: ¿¨Por qué no? En muchas situaciones vividas en el año, tiempos de tempestad (sufrimientos, dificultades, angustias) y que nos dejan una gran de enseñanza de resiliencia frente al dolor y la pena.

Aprendamos de un hombre maravilloso que fue Beethoven que, al observar la naturaleza de la vida, también existen momentos de gratitud y de calma en lo cual la vida no termina. Un allegretto imprescindible para no sucumbir y caer en el pesimismo, la desesperanza. El ser humano tiene grandes capacidades de recuperarse, de seguir ese impulso de vida, aun en medio de las adversidades. El agradecimiento suscita en nosotros generosidad, y es una señal de esperanza.

En este sentido, estamos muy felices que el Papa ha declarado para el Jubileo del 2025 con el lema “Peregrinos de esperanza”, pues será un año de esperanza para todo el mundo, que sufre el flagelo de las guerras, los efectos persistentes de la pandemia del Covid-19 y la crisis del cambio climático.

La novena sinfonía de Beethoven que hemos celebrado gozosamente en sus 200 años de estreno, es una magnífica oportunidad para dirigirnos a Dios, a la vida, en el último día del año; para enviar un ¡beso al mundo! Como lo expresó Beethoven, para abrazarnos.

Linda oportunidad para agradecer por vivir cada día, clave para recibir las bendiciones de Dios y ese estado natural de gracia en el cual podemos reflexionar y sentir que lo tienes todo, ya no te relacionas desde la carencia o queja sino de la gratitud, que es virtud grande de almas bendecidas.

Levantar una copa de esperanza, por un año más de vida. Este rito mágico de escuchar nuevamente la novena sinfonía, alejándonos del bullicio antes de las 12 campanadas, nos invita a mantener la esperanza y recibir el nuevo año 2025 llenos de alegría y optimismo. ¡Feliz año!