Cantos de paz y reconciliación llegan a la Cinemateca de La Tertulia en agosto

En lo profundo del río Bojayá, en las selvas del Chocó, Oneida aprendió desde niña la tradición afrocolombiana de cantar a los muertos para acompañarlos en su viaje al purgatorio. Uno de los rincones de Colombia que sufrió los golpes del conflicto armado. Ahora esas cicatrices de la guerra son sanadas con el arte y la música. Y reconocidas, a nivel nacional e internacional, por medio de la película Cantos que Inundan el Río, que será presentada este mes en la Cineamateca del Museo La Tertulia.

“Estos temas es importante tratarlos con amor, porque hacen parte del proceso de sanación, el cual es lento después de tanta violencia. Para que una herida sane es necesario reconocerla y hacer las paces por medio del canto que es en lo que se centra esta película”, comenta Ana Muñoz, productora del documental.

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Este empezó a ser grabado desde el año 2016 y ha tenido gran acogida a nivel internacional, al obtener dos galardones en festivales internacionales, el más importante es el reconocimiento a Mejor Documental del Festival de Cine Latino en Toulouse, Francia.

En lo profundo del río Bojayá, en las selvas del Chocó, Oneida aprendió desde niña la tradición afrocolombiana de cantar a los muertos para acompañarlos en su viaje al purgatorio. La guerra la llevó a hacerse compositora, retomando las melodías de los cantos fúnebres para narrar lo que su gente estaba padeciendo.

“Esta mujer refleja en su cuerpo y con su historia de vida a muchas de Bojayá. Fue una de las sobrevivientes de la masacre de Bellavista. Además, una de las que empezó a cantar sobre temas distintos, como la guerra y lo que sufrió su comunidad. Ella es el hilo conductor de la película, donde hay más mujeres”, expresa Ana Muñoz.

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ula, el estreno de Cantos que Inundan al Río está colmado de expectativas, especialmente, crear comunidad alrededor de las Cantadoras de Bojayá y reconocer su oficio como hacedoras de paz y de cultura.

“Para los colombianos es difícil mirarnos al espejo, ver la radiografía de lo que queda del conflicto y aceptarlo, para seguir construyendo un espacio de paz”, manifestó la productora. Algunas personas consideran que realizar proyectos sobre el conflicto es ‘poner el dedo en la llaga’; sin embargo, para la productora esta es una oportunidad de reconocer y gestar empatía social, “este tipo de arte ayuda a descentralizar lo que se conoce del conflicto y a comprender que Colombia puede florecer por medio de estas situaciones dolorosas. Este es un proyecto de mujeres fuertes, y valientes, de maestras”.

Para Oneida Orejuela Barco, su protagonista, la película es un deseo cumplido y una suerte de proceso terapéutico. Desde siempre manifestó la necesidad de querer contar al mundo su historia, sus alegrías, sus desgracias.