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Carmenza Libreros, la mamá de María Alejandra, es la protagonista del cortometraje. | Foto: Especial para El País

CINE COLOMBIANO

El cortometraje que revela el drama de una madre con un hijo desaparecido

‘Nunca dejaré de buscarte’ fue hecho por estudiantes de Cine y Comunicación Digital de la UAO, dirigidas por María Alejandra Gamboa Libreros, y ganó el concurso latinoamericano Quiero Paz.

6 de junio de 2021 Por: Juliana Puerta Jiménez y María Antonia López Arango, Periodismo con Visión de Género/UAO

“No dejes que me olviden, sígueme buscando”, así abre el cortometraje ‘Nunca dejaré de buscarte’, con un primer plano de Luis, luciendo una camiseta roja y gritando con desesperación.

La directora María Alejandra Gamboa Libreros quería plasmar el fenómeno de las desapariciones en Colombia desde las vivencias de Inés, una madre que añora el regreso de su hijo desaparecido hace ocho meses, sin recibir respuesta alguna.

Es con este corto que la caleña, estudiante de último semestre de Cine y Comunicación Digital de la Universidad Autónoma de Occidente, se posicionó como ganadora del concurso Quiero Paz, en la modalidad de 18 a 21 años del Laboratorio “Visiones de paz transiciones entre la violencia y la paz en América Latina” del Centro Sibylla Merian de Estudios Avanzados Latinoamericanos (Calas).

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Con una sonrisa que adorna cada palabra y con esa pasión característica de quienes aman lo que hacen, cuenta que la trama del cortometraje nace de una imagen de un reencuentro y de la pérdida de alguien, algo que se mezcló con el contexto del país y su vida personal: “...estaban saliendo todas las noticias de los líderes sociales asesinados y las masacres y, también, en mi familia estábamos viviendo un duelo, porque a mi tío lo asesinaron en diciembre del 2019; fue todo este acercamiento a la historia de la violencia en Colombia; a partir de allí empecé a escribir, a situar la historia en este contexto. Lo de la desaparición forzada me parece terrible, yo pienso en eso y se me remueve todo, porque es que no tienes respuestas, no sabes si la persona continúa con vida”, cuenta la directora, también guionista y encargada de la edición del corto.

Este producto audiovisual lleno de soledad, nostalgia y desesperación también nace como una crítica hacia el sistema de justicia en Colombia que en palabras de María Alejandra “a veces es tan débil que tiene que pasar como un tipo de milagro para que se den estas respuestas”; razón por la cual decide terminar el corto con un poco de fantasía, género que siempre la ha inspirado. Además que es a través de este tipo de productos que se reivindica la memoria individual y colectiva que tanto necesita un país como Colombia.

“Es muy importante tener estos registros y hablar de las cosas que nos pasan, porque la memoria histórica y los registros son muy importantes, y yo creo en la necesidad de conocer tu propia historia; no solo la individual, sino la del país en general; eso es lo que lleva a la no repetición, y más en estos momentos que estamos en diferentes procesos políticos, es muy importante que se den estos espacios de reflexión, crítica y construcción alrededor de las artes”, comenta María Alejandra.

Nunca dejaré de buscarte es un proyecto personal, sí, pero que se hace en conjunto con sus amigas más cercanas en lo que ella denomina una elaboración muy artesanal y recursiva: no tenían cámara profesional, ni lentes aptos, ni luces, ni sonidista, nada. Solo ella, sus amigas y, claramente, su madre, Carmenza Libreros Varela, que encarnó a la protagonista Inés, y su primo, Juan Camilo Libreros Gallardo, encargado de dar vida a Luis; ambos sin ninguna experiencia en la actuación. “Dirigir a los actores es bastante complejo, más cuando no son actores, entonces es saber cómo hablarles, porque ellos lo son todo, los que van a llevar a la vida esos personajes que escribiste”.

La producción contó con cinco personas en el set: Isabella Carreño, asistente de dirección; Laura Bernal, directora de fotografía; Carolina Paz, directora de arte y Carolina Palacio, encargada del script y asistente de producción. La encargada de darle vida musical a la producción fue Catalina Vallejo Nieto y la misma María Alejandra realizó los efectos especiales.

“Fue interesante porque el equipo técnico, a excepción del actor, eran mujeres; eso es algo que casi no se da en la industria y sobre todo en el cine, y ya que estamos en toda la conversación de tener más paridad e igualdad en los espacios de trabajo, fue algo muy bonito tener este espacio de creación solamente con mujeres”.

Esa comodidad, producto de la sincronía entre ellas, se notó en la pantalla, pues el 29 de mayo de 2021, se reunieron vía online Maria Lourdes Cortés (Costa Rica), Camila Braga (Brasil), María Teresa Muñoz (Argentina), Joachim Michael (Alemania), Anaís Taracena (Guatemala) y Catalina Ballesteros (Colombia) en calidad de jurados del concurso de cortometrajes, para elegir a Nunca dejaré de buscarte como uno de los cinco ganadores en la categoría de 15 a 21 años de edad; el domingo 31 de mayo se dieron a conocer los resultados del concurso.

Todas somos todo

El reto más grande al que el equipo de producción debió enfrentarse fue a la necesidad de recurrir al propio ingenio debido a una pandemia que no daba un respiro para la creación libre y sin riesgos, y a la falta de recursos. Fue por esto que la bioseguridad, finalmente, se encargó del casting, pues no permitía lugar a extraños, sino solo a familiares cercanos.

También apostaron por tener un buen set. La necesidad de cubrir de rojo una pared hizo que lo multifacético brotara de todos, quienes al final aprendieron algo de cine, algo de actuación y también, por qué no, algo de construcción. También les quedó el cambio que al final decidieron dejar el rojo como un recuerdo de la historia que los unió para ganar.

Tanta unidad, tanto compromiso no solo permitió la creación de este corto ganador, sino que dejó como experiencia y una frase que resume el proyecto “...de hecho, ocurrió algo muy chistoso porque en la claqueta pusimos como: ‘Todas somos todo’; todas estamos haciendo todo. A pesar de que yo fuera la encargada de dirección, también estaba pintando. Todas hacíamos todo”.

La elección de colores cálidos tenía un fin: demostrar que allí habitaba alguien. Las flores en el espacio representaban esperanza, vida. Las lámparas hablaban de magia. Los símbolos se volvieron elementos esenciales para la construcción de una historia profunda por su contexto, su melancolía, su dolor y su fantasía, que apenas contaba con los materiales para realizarse.

A la hora de narrar son esos detalles los que hacen la diferencia. Por eso, cada toma debía estar muy bien pensada y cada palabra, postura, gesto, rincón, herramienta, tenía un objetivo, así fue también con la fotografía, “...era solo un personaje la mayoría del tiempo, entonces queríamos a través de la fotografía intensificar esta idea de la soledad, así que usábamos planos muy abiertos; siempre la veíamos así a lo lejos, como en las esquinas, dejando muchos espacios alrededor de ella, ya sea a los lados o hacia arriba. Y eran planos estáticos, como para mostrar a esta madre que se ha quedado detenida en esta casa, esperando…”.

Hacer cine para narrar la guerra

“Creo que no hemos terminado de narrar nuestro propio conflicto y no hemos terminado de narrar nuestra propia violencia, y es importante hacerlo; seguir reflexionando sobre ello y ahondando en esta idea de la no repetición y el cómo se puede llegar a la paz. Es importante narrar nuestra historia y el cine nos permite hacerlo”, asegura María Alejandra.

La caleña destaca la importancia de apoyar el cine colombiano, de verlo, de comprenderlo, pero también de hacer un esfuerzo, de parte de los cineastas, por entender qué es lo que le gusta ver a la gente, cuáles son sus gustos, lo que buscan en un documental, un corto, una película, para así producir algo que sea visto, disfrutado y que cuente historias colectivas o individuales.

Nunca dejaré de buscarte se propuso eso, representar una realidad dolorosa que jamás alcanza a ser del todo dimensionada. Al final, como si las imágenes bien creadas no hubiesen sido suficientes, el cortometraje cierra con una cifra estruendosa: la de las más de 120.000 víctimas registradas de desapariciones forzadas en Colombia, pero no mencionan a la cantidad de madres que aún esperan la llegada de su hijo, hija, esposo que desde hace tiempo no cruza la puerta de su casa.

El nombre completo, descripción física, qué fue lo último que se supo de ella, prendas que usaba, edad, son algunos datos qué reportar al 123 cuando alguien desaparece.

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