Cultura
El escritor español Javier Moro habla de ‘Nos quieren muertos’, su novela sobre el líder opositor venezolano Leopoldo López
Javier Moro presenta su novela ‘Nos quieren muertos’, que sigue la vida de Leopoldo López, el líder opositor que se enfrentó al régimen de Nicolás Maduro.
Por L. C. Bermeo Gamboa, reportero de El País
Todas las dictaduras tienen un punto de ebullición, a más fuerza y tiempo en el que ejercen poder, la temperatura va subiendo generando modos de liberación. Como cuando se deja hirviendo demasiado tiempo el agua en una olla y la tapa sale expulsada por la presión. De esta forma, la sociedad va liberando sus fuerzas cuando es oprimida, dejando ver liderazgos políticos que no dudan en sacrificarse para defender un ideal de cambio, y abrir el camino para sus compatriotas.
Esa fuerza libertaria es la que caracteriza a Leopoldo López, el líder opositor venezolano que enfrentó el régimen de Nicolás Maduro y, por ello, sufrió la persecución, la calumnia y finalmente el exilio, no sin antes permanecer injustamente encarcelado por 14 años.
Esa es la historia de un hombre, una familia y una nación, que narra Javier Moro en ‘Nos quieren muertos’, su más reciente novela, que el escritor español presentó esta semana en Colombia.
—¿Por qué, como escritor, llamó su atención Leopoldo López?
Me cautivó su historia, porque ante todo soy un cazador de buenas historias. El gesto que tuvo Leopoldo López, hoy olvidado por muchos compatriotas venezolanos, de entregarse al poder sabiendo que lo iban a maltratar, le harían un juicio amañado y lo encarcelarían, eso ya le sitúa en un plano moralmente superior. Como sucedió con el opositor ruso Alekséi Navalni, quien fue envenenado y lo llevaron a Alemania, pero cuando todos pensaban que se iba a quedar allí con su familia, él decide regresar a Rusia donde lo capturaron y metieron en la cárcel.
Otro opositor que corrió la misma suerte es monseñor Álvarez en Nicaragua, quien se negó a obedecer las órdenes del dictador Ortega y fue perseguido, encarcelado y ahora desterrado de su país. Leopoldo es el Navalni de Venezuela, mal que les pese al gobierno y a muchos sectores de la oposición, los que se han olvidado de aquel gesto suyo, es que pagó 14 años de su vida para que el mundo se enterase de lo que de verdad pasaba en Venezuela.
—¿Cómo logró retratar en detalle a todas estas personas?
Lo que hice fue escucharles a todos, grabarles durante horas y horas. He tenido Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo, sentada en mi despacho todos los lunes tres horas, durante un año, llorando su historia. He tenido al mismo Leopoldo, a su mamá, a sus aliaos y a los detractores. Luego me he ido a Estados Unidos a entrevistar otras personas, como a Luis Almagro. Todos los personajes que salen han sido entrevistados y esa es la historia que he escrito, solo la he dramatizado de alguna para que se vea como una novela y, en efecto, se lee como una novela de acción policíaca, solo que no hay nada inventado. Es lo que me han contado, la verdad de ellos, que es también la verdad de todas las víctimas de ese régimen.
—¿Toma posición por alguna ideología en este libro?
No se puede ser objetivo con el régimen de Maduro, ¿qué hay que defender? Los que lo siguen solo tienen afinidad ideológica, pero nada más porque es indefendible. Y a mí, como escritor, lo que me interesa es la catadura moral de los personajes, no la ideología que es veneno en este caso.
En otro libro de mis libros, ‘Senderos de libertad’, he contado la historia de un mártir de izquierdas, Chico Mendes en Brasil. Pero ahora me acusan de contar la historia de un derechista, cuando jamás Leopoldo López ha sido uno, esa acusación es propaganda del régimen, que lo tilda de terrorista de extrema derecha, algo que no tiene sentido, porque López hizo el partido Voluntad Popular que se afilió a la Internacional Socialista, es un señor de centro izquierda.
—¿Cómo superó esa barrera ideológica?
Hablando de la persona, para lo que hice un pacto no escrito con Leopoldo López y Lilian Tintori, en el que me contaban toda la verdad y toda su intimidad, y a cambio yo les dejaba ver el libro a medida que lo iba escribiendo. Así no tendrían sorpresas con hechos que no fueron así como los conté, pero ellos son honrados por lo que tenían nada que esconder. De esta forma he ido muy a fondo, pese a que al principio eran muy resistentes a contarme cosas muy personales, sin embargo, han sido generosos. Pienso que el valor del escritor radica en buscar a la persona y, en este caso, la he encontrado.
—¿Cómo definiría su estilo de novela: es no ficción o reportaje periodístico?
Parece una contradicción, porque si es una novela se supone que es ficción, pero en este caso se trata de contar la realidad y dramatizarla sin inventarte personajes o escenas, nada que no esté estrictamente pegado a la realidad. Pero tampoco es una crónica periodística, porque esta se escribe con cierta distancia del tema, mientras que en la novela no hay distancia, la cuentas desde dentro, te metes en la piel del personaje.
Quizá ficcionalizo en los diálogos, pero estos son el resultado de una información que me dan las personas que son protagonistas de mi historia. Hay que tener la habilidad periodística a la hora de recolectar la información, eso es esencial, y luego el talento para transformarla en literatura.