ROCK
50 años después del final, así fueron los últimos días de The Beatles
En 1970 empezó el largo proceso de desintegración de The Beatles, la banda que definió toda una época. La esperanza de una reunión acabó en 1980 cuando un fanático asesinó a John Lennon.
Los ‘Cuatro cuartetos’ de T. S. Eliot pueden leerse como una elegía a la música, a su maravilloso poder de esculpir figuras, hechas de sonidos y ritmos, que pueden permanecer intactas en el tiempo. “Solo en el tiempo se conquista el tiempo”, escribe el poeta, aludiendo a ese milagro de las grandes obras musicales, que pese a suceder en el tiempo no son destruidas por él. “Todas duelen, la última mata”, reza el adagio latino. Esas son las horas que conducen todo al mismo fin, la muerte y el olvido. Todo termina allá, salvo una buena canción, o un centenar de buenas canciones, como las 211 (aprox.) que grabaron The Beatles entre 1961 y 1970. Una producción musical dentro de la cual —para ser algo selectivos—, al menos 30 son piezas maestras que se han mantenido vigentes en los últimos 50 años, logrando vender 500 millones de discos en todo el mundo solo en los años 70, cifra que hoy asciende a los 1000. Pero, más allá de su éxito comercial, The Beatles son referentes ineludibles de la cultura popular del Siglo XX.
Ese grandioso ciclo musical de The Beatles empezó y terminó con tres palabras: de ‘Love Me Do’, cuya primera grabación data del 5 de junio de 1962, hasta ‘Le It Be’ el último álbum publicado el 8 de mayo de 1970. Aunque la última canción que grabaron fue ‘I Want You (She’s So Heavy)’, una de las composiciones más fuertes de John Lennon para el álbum ‘Abbey Road’, que en realidad fue el último trabajo en estudio del grupo, publicado en septiembre de 1969. Debido a esto —entre otras rarezas—, The Beatles tienen esa extraña cronología, según la cual ‘Let It Be’ es el trabajo final —que salió al público—, pero no es el último, sino el penúltimo, ya que había sido grabado en 1968.
Pero el sueño realizado de cuatro adolescentes de Liverpool, al final se convirtió en una pesadilla insoportable que logró destruir en gran parte la amistad entre John, Paul, George y Ringo. Era una situación que se venía manifestando desde la grabación del álbum ‘The Beatles’ o más conocido como el ‘White Album’ (Noviembre, 1968), un disco doble donde cada uno exhibió su talento individual, marcando sus diferencias y alejándose de la dinámica de trabajo colectivo que había sido su método original. En un momento de la grabación, el ambiente era tan opresivo que Ringo Starr abandonó el estudio por algunas semanas, con intenciones de no volver. Pero volvió y terminaron el álbum, que resultó ser el trabajo más extenso de su discografía, y pese a lo traumático de su producción fue un éxito en ventas por canciones como ‘While My Guitar Gently Weeps’ de George Harrison y ‘Revolution’ de John Lennon, entre otras.
Ese distanciamiento inicial tal vez se debió a la muerte de Brian Epstein en 1967, alguien que por el solo hecho de haber descubierto al grupo una noche el Cavern Club, ya tiene su puesto asegurado en la historia. Pero hizo mucho más, además de conseguir el primer contrato de The Beatles con EMI y que grabaran de la mano del productor George Martin, también fue un mediador efectivo entre las diferentes personalidades de los músicos, por lo que sus maniobras comerciales y conciliadoras redundaban en crear ese ambiente creativo y pacífico, propicio para el éxito del grupo. Epstein, que también era originario de Liverpool, fue considerado el quinto Beatle, y es de los pocos empresarios que logró ingresar al Salón de la Fama del Rock and Roll.
Para John Lennon era como un padre, y su misteriosa muerte por sobredosis de barbitúricos fue un golpe imposible de superar, en una entrevista llegó a afirmar: “Cuando Brian murió, supe que ahí se acababa todo”. Entonces fue Paul McCartney quien asumió de alguna forma ese papel unificador, pero sus esfuerzos chocaban una y otra vez contra sus compañeros, su liderazgo por mantener el grupo en funcionamiento fue interpretado como abuso de poder, pero hay que reconocerlo —como lo hace el ingeniero musical Geoff Emerick, en su libro ‘El sonido de los Beatles’ (Indicios, 2006)—, Paul luchó hasta último momento por mantener con vida al grupo y continuar grabando, fruto de ello fue el álbum ‘Abbey Road’, no obstente llegó un momento cuando no resistió más y respondió con algo más que unas palabras. Es irónico, pero quien menos deseaba el final del grupo, resultó causando el apocalipsis.
Noticia del final de los tiempos
El 10 de abril de 1970, solo un mes antes del lanzamiento del álbum ‘Let It Be’, Paul McCartney confirmó un rumor que se hacía cada vez más grande, a través de una entrevista enviada a los medios británicos —junto con su primer álbum en solitario ‘McCartney’ (Abril, 1970)—, afirmó que el grupo se había separado definitivamente. En la pregunta número 28 del cuestionario, preparado por Peter Brown, relacionista público del artista, decía: “¿Tu ruptura con The Beatles es temporaria, o definitiva, debida a diferencias personales o musicales?”. A lo que el McCartney respondió: “Diferencias personales, diferencias comerciales, pero más que todo porque la paso mejor con mi familia. ¿Temporaria o permanente? No sé”.
El periodista musical y escritor Manolo Bellon, autor del libro ‘The Beatles, la historia’ (Aguilar, 2017), tenía 21 años cuando escuchó la noticia por la Emisora Radio 15 de Bogotá. “Ya había rumores de las dificultades del grupo, sabíamos que había la posibilidad de que se acabara. Entonces cuando Paul lo oficializó fue un golpe durísimo, lo que más deseábamos era seguir recibiendo música de ellos, pero esto nos enfrentaba a la triste realidad. Como no dimensionábamos las dificultades por las que pasaba el grupo, siempre había la idea de que podrían reunirse. Durante algún tiempo esa noticia nos pareció imposible de creer”, recuerda.
El divorcio
Esas diferencias que mencionaba McCartney, las dificultades que ignoraban en su momento Bellon y los fanáticos de The Beatles en todo el mundo, se conocerían años después a través de las versiones que cada miembro del grupo fue compartiendo en entrevistas y libros autobiográficos. Por eso, la primera impresión que todos tuvieron fue que McCartney se había separado por conveniencia propia, ya que había empezado su carrera como solista.
“Desde luego, la prensa, que ignoraba que John se había desvinculado del grupo hacía siete meses, dedujo que era Paul el que abandonaba a The Beatles, precipitando así la ruptura”, escribe el periodista Barry Miles en su libro ‘Hace muchos años’, producto de sus largas entrevistas con McCartney.
“John, creo, se sintió muy herido, porque quería ser él quien lo dijera, porque fue él quien disolvió a los Beatles y no tuvo el coraje para llevar el asunto hasta el final”, comentó Paul en una entrevista de los años 90. Con esto se refería a una reunión de septiembre 1969 poco antes de lanzarse el ‘Abbey Road’, moderada por Allen Klein, el administrador comercial del grupo, quien impuesto por John Lennon había asumido el antiguo puesto de Epstein. Por entonces, McCartney había recibido una llamada del mismo Mick Jagger para advertirle que no confiara en Klein, de quien los Rolling Stones tenían el peor concepto. Debido a esto, el Beatle mantuvo siempre alerta con el nuevo manager. El futuro llegaría a darle la razón.
El objetivo de aquella reunión era firmar unos contratos para una disquera, y también, pensaba McCartney podría insistir de nuevo en volver a hacer música juntos, “creo que deberíamos volver a lo de antes. Creo que nos hemos descarrilado, que nos hemos abrumado y creo que necesitamos restablecer nuestra identidad musical y redescubrir quienes somos, y por eso deberíamos volver a hacer actuaciones en lugares chicos”, dijo a sus compañeros. De inmediato John Lennon, que estaba acompañado de Yoko Ono, respondió: “Creo que estás loco. Bueno, no iba a decirlo hasta después de firmar el contrato, Klein me pidió que no les dijera nada. Pero, como me lo han preguntado, les digo que me voy del grupo”.
Aunque ya antes Ringo y George se habían expresado de la misma forma y regresado al grupo, siempre después de una conversación, y negociación tranquila; esta vez John hablaba en serio. Este fue el primer final de The Beatles, uno que no se conoció públicamente. Tiempo después de la noticia oficial de McCartney ese 10 de abril de 1970, en su escrito autobiográfico ‘The Ballad of John and Yoko’, Lennon se despacha contra The Beatles como si hablara de una exesposa: “Yoko me dio también la fuerza interior para observar con más atención mi otro matrimonio. Mi verdadero matrimonio. El de los Beatles, que era más sofocante que mi vida doméstica. Aunque lo había pensado muchas veces, me faltaron las agallas para romper antes… Yo creé el grupo. Yo lo disolví. Es así de simple”.
Nadie duda que John Lennon fue el fundador de The Beatles, fue él quien en 1956 creó el grupo musical llamado The Quarry Men, formado por estudiantes de la Quarry Bank High School. Gracias a una presentación de este grupo en 1957, durante un evento organizado por la iglesia St. Peter en Woolton (Liverpool), ocurrió el hecho que cambiaría la historia de la música moderna: el joven Paul McCartney, de 15 años, se conoce con John Lennon, de 17 años. Ese mismo año McCartney entra como pianista al grupo, y de paso presentó a Lennon con un vecino suyo, el joven guitarrista George Harrison, de 14 años. Este sería el embrión original al que se uniría en 1962, Ringo Starr.
La Sra. Lennon
Cuando Lennon reconoció la influencia que Yoko Ono tenía sobre él, propició la leyenda negra que persigue a esta mujer desde entonces, por lo que muchos fanáticos la culpan a ella de la separación del grupo. Por esto, algunos han llegado definir una especie ‘síndrome de Yoko’, como el momento cuando una mujer entra a romper la relación entre un grupo de amigos. Existen muchas anécdotas, contadas por los mismos Beatles y personas cercanas al grupo, donde describen el nivel de intromisión de Yoko en el funcionamiento normal del grupo. Una de la más citadas e hilarantes es la que recuerda su participación en la grabación del álbum ‘Abbey Road’.
En 1969, durante un receso de las grabaciones, John y Yoko sufrieron un accidente en automóvil, por lo que estuvieron un tiempo en convalecencia en escocia, mientras el resto de los Beatles continuaban grabando en Londres. Después de recuperarse, ambos regresaron al estudio. Así lo cuenta Geoff Emerick en su libro:
De pronto, sin previo aviso, John y Yoko se presentaron en la puerta del estudio, como dos apariciones vestidas de negro. Tras un momento de duda, todos corrimos a ver cómo se encontraban.
—Sí, estoy bien —nos tranquilizó. Cuando todos lo hubimos rodeado ansiosos, pareció animarse. —También he traído el carro —. Nos contó que había hecho que el auto de alquiler con el que había tenido el accidente lo prensaran hasta convertirlo en un bloque y se lo trajeran de Escocia. La empresa de grúas había recibido instrucciones de llevarlo primero al aparcamiento de los estudios Abbey Road para que todos pudiéramos verlo, antes de trasladarlo a la mansión de John en Tittenhurst Park, donde serviría como interesante aunque algo truculenta escultura. Mientras charlaba animadamente con sus compañeros, Lennon pareció olvidarse por un momento de Yoko. Claramente molesta, ella le tiró de la manga y soltó un pequeño gemido, acaparando su atención.
Antes de poder pronunciar palabra, la puerta volvió a abrirse de par en par y cuatro hombres con batas marrones hicieron entrar un objeto grande y pesado. Por un momento pensé que era un piano procedente de uno de los otros estudios, pero pronto me di cuenta de que se trataba de auténticos transportistas con la palabra ‘Harrods’, grabada en la espalda. El objeto que habían traído era, en realidad, una cama. Boquiabiertos, todos contemplamos cómo la entraban en el estudio y la depositaban cuidadosamente junto a las escaleras, frente al rincón del té y las tostadas donde comía el grupo. Aparecieron otros batas marrones con sábanas y almohadas y procedieron a hacer gravemente la cama. Entonces, sin decir palabra, Yoko se metió en ella y se tapó meticulosamente con las sábanas.
Había pasado casi siete años de mi vida en estudios de grabación, y creía haberlo visto todo… pero aquello era ya el colmo. (…) Por el rabillo del ojo pude ver que Paul, Ringo y George Harrison estaban tan aterrados como nosotros. Lennon se acercó a la cama.
Durante las semanas siguientes, Yoko vivió en esa cama dentro del estudio. Su vestuario consistía en una serie de ligeros camisones, coronados por una majestuosa diadema. (…) A medida que fue recuperando las fuerzas, recuperó también la confianza, y lenta pero segura empezó a molestar a los otros Beatles y a George Martin con sus comentarios. Hablaba con una voz realmente débil, y siempre se refería a los Beatles en una peculiar e impersonal tercera persona: «Beatles harán esto, Beatles harán aquello», olvidándose siempre del artículo. Esto solía irritar especialmente a Paul. Algunas veces intentó incluso corregirla. «En realidad se dice los Beatles, cariño», pero ella lo ignoraba con persistencia.
Tampoco es que Yoko se limitara a quedarse silenciosamente metida en aquella cama. Solía haber una larga hilera de visitas junto al lecho rindiéndole pleitesía, de un modo casi continuo. Mientras varios Beatles grababan su disco en el otro extremo de la sala, ella estaba allí tumbada, charlando con las amistades, haciendo que su presencia fuera todavía más evidente (y enervante) para el resto del grupo. (El sonido de los Beatles, págs. 496-497).
Todo estará bien
Paul McCartney contó que una noche tuvo un sueño en el que veía a su madre, Mary Patricia Mohin, quien había fallecido cuando él tenía 14 años, uno antes del encuentro con Lennon, quien un año después perdería a su madre Julia —aunque John había sido criado por su tía Mimi, fue su madre quien lo apoyó musicalmente, ella le enseñó a tocar el banjo y le regaló su primera guitarra. Murió en un accidente frente a la casa de su hijo—. La canción ‘Julia’ en el ‘Álbum Blanco’, es un hermoso y triste poema a su madre.
En el sueño de McCartney, su madre le decía: “No te preocupes demasiado, todo estará bien”, para ello usaba la frase inglesa “Let It Be”, que significa “No te preocupes”. De allí partió para componer esa hermosa canción que logró en su momento alcanzar el número 1 en ventas por varias semanas en Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Noruega y Suiza. Esta fue un canto de fortaleza que ayudó a Paul durante esos últimos y difíciles años de convivencia dentro de los Beatles, empieza así: “Cuando me encuentro en una época difícil, Madre Mary se me aparece, diciendo esta palabras sabias: No te preocupes, todo estará bien”. Puesto que Mary es la forma inglesa se María, muchas personas han interpretado la letra de forma religiosa, pese a que McCartney se refiere a su madre.
“Lo de Mother Mary le da un tono cuasi religioso, así que puedes tomarla de ese modo. No me molesta. Me siento muy bien si la gente quiere usarla para apuntalar su fe. No tengo problema con eso. Creo que es una gran cosa tener algún tipo de fe, en particular en el mundo que vivimos. Mi madre era católica y nos hizo bautizar a mi hermano y a mí”, comentó en una entrevista el compositor.
‘Let It Be’ no solo se llamó la canción, sino el último álbum publicado por el grupo, así como el documental donde se puede apreciar la tensión entre los miembros de la banda, de hecho la grabación fue abandonada por George Harrison, después de una actuación memorable de Yoko Ono, gritando durante toda una canción. Pero fue cuando McCartney llamó a Apple Records —la compañía discográfica creada por los Beatles—, para confirmar el lanzamiento de su álbum en solitario el 17 de abril de 1970 y recibió como respuesta que no podía hacerlo, porque sus compañeros se oponían a que saliera antes que ‘Let It Be’, programado para mayo; esto fue ya intolerable para el compositor que no pretendía ceder a una imposición más, además Ringo Starr ya había lanzado en marzo del mismo año su álbum ‘Sentimental Journey’. Por lo que decidió publicar ‘McCartney’ su primer trabajo por fuera de The Beatles, aprovechando para revelar de una vez por todas que el grupo se había desintegrado.
Sin embargo, la mayor evidencia de la grave situación en que había caído el grupo para los años 70, y sobre todo la relación entre John Lennon y Paul McCartney, fue cuando se lanzó finalmente ‘Let It Be’, pues habían excluido de la edición final a Paul y, con la autorización de John, el productor Phil Spector alteró la canción ‘The Long and Winding Road’, una de las más importantes contribuciones de McCartney a ese disco. Esta afrenta, y el claro sabotaje de Lennon y su compinche, amparados por el manager Klein, era algo que estaba prohibido en los estatutos de conformación de The Beatles. Esto motivó a Paul McCartney para emprender una causa legal en contra de sus compañeros y del manager Allen Klein, llegando incluso a los tribunales de Los Ángeles.
“Cualquier otro que hubiera demandado a los Beatles habría sido calificado de inmoral, pero que lo hiciera uno de los propios Beatles equivalía casi a cometer sacrilegio”. Se trataba de la separación legal del imperio construido por cuatro amigos. Allí se le dio la razón al Beatle ofendido, y se empezó la verdadera división los derechos del grupo y la distribución del dinero, o mejor, de las fortunas que le correspondían a cada integrante.
“Así que, de todos modos, lo que sucedió es que yo solo salvé el imperio de los Beatles. Ahora puedo reírme, pero en su momento no fue gracioso. Por cierto no me hizo el hombre más popular de Gran Bretaña. Fue muy traumático y no causó gran alegría ganar, salvo que yo sabía que había hecho justicia, aunque en mi caso, en lo personal, no se había hecho justicia, porque los otros continuaron vituperándome”, confesó McCartney a Barry Miles, en ‘Hace muchos años’.
Justo en esa época, Lennon publicó su segundo álbum en solitario ‘Imagine’ (1971), tal vez la obra musical con el mensaje de paz más influyente del siglo XX. Aunque, curiosamente allí venía una canción cargada de veneno contra una persona en particular: Paul McCartney. Se trata de ‘How Do You Sleep?’ (¿Cómo puedes dormir?), donde Lennon y Yoko se burlan abiertamente, y de forma bastante infantil, de su excompañero: “Los medios pensaban que estabas muerto, vives con canallas que dicen que eres el rey, lo único que hiciste en tu vida fue ‘Yesterday’”. Paul optó por no contestar, o al menos por no hacerlo de forma tan directa. “No quise meterme en una competencia de ofensas, yo debía aceptar la mierda y tragarme esos versos”.
Poco tiempo después, durante la película ‘Imagine’, Lennon reconoció que: “no se trata de Paul, sino de mí. En realidad me ataco a mí mismo. Pero lamento la asociación. Él logró superarlo. Lo único que importa es cómo nos sentimos él y yo. En otra entrevista con Andy Peebles para la BBC: “Utilicé mi resentimiento contra Paul, una suerte de rivalidad fraternal que tengo con él desde la juventud”. Por todos era sabido que Lennon era un caza peleas desde su juventud, siempre quería liderar en los grupos, o en su defecto atacar al que dirigiera, algo que Epstein supo sortear con él, ganando su aprecio. Pero cuando McCartney intentó asumir el liderazgo los Beatles, toda la mordacidad de Lennon renació.
Llegada la disputa a los tribunales, finalmente en 1974 todos firmaron un documento de disolución legal del grupo, y tres años después de la demanda de McCartney, el tribunal encontró que el manager había procedido ilegalmente con la producción de ‘Let It Be’, por lo que debía ser despedido y dejar la administración de los bienes del grupo a un comité fiscalizado por el estado. Este comité también reveló un desfalco de Klein en la venta de unos discos del álbum ‘Concert for Bangla Desh’ (1971) de George Harrison, cuyos recursos estaban destinados a la caridad. Finalmente fue enviado a la cárcel, solo por un par de meses.
Aún en estas circunstancias, los ex-Beatles seguían en comunicación, incluso Paul y John lograron superar sus rencores. Cabe decir que Paul y su esposa Linda, mediaron por Yoko cuando John la abandonó unos meses por una amante. Para finales de los años 70, la esperanza de una reunión estaba tomando forma de nuevo. Pero la noche del 8 de diciembre de 1980, llegando a su apartamento en Nueva York, John Lennon fue asesinado por Mark David Chapman, un fanático trastornado que aún paga prisión perpetua.
“Aquel día, cuando murió John, me sentí tan horrorizado que tuve como un miedo al público. En parte era sólo miedo, como ¿a continuación vengo yo? Era una pregunta que nos acosaba a los tres. Pero también se trataba del completo vacío y de la inexorabilidad del hecho. Cuando llegué a casa del estudio lloré a mares, en la intimidad de noche, en mi hogar. En estudio me dominé durante todo el día, pero a la cuando salió en los noticiarios y toda esa mierda, y todos los sabihondos sacaban a relucir sus pequeñas agudezas, lloré mucho. Recuerdo que me puse a gritar que Mark Chapman era el tipo más despreciable del mundo, me sentía tan despojado John fue grandioso y yo lo amaba. Por lo menos nos separamos en buenos términos. Gracias a Dios por eso”, dijo McCartney tiempo después.