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Harold Bloom, el crítico literario más importante de EE.UU. falleció el 14 de octubre de 2019. Su obra más estudiada y polémica fue ‘El canon occidental’ donde reúne 26 autores y obras que consideró básicos para el conocimiento literario. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

LITERATURA

'El canon occidental', la obra más importante del crítico Harold Bloom

Harold Bloom, el crítico literario más importante de EE.UU. falleció el 14 de octubre de 2019. Su obra más estudiada y polémica fue ‘El canon occidental’ donde reúne 26 autores y obras que consideró básicos para el conocimiento literario.

12 de abril de 2020 Por: Ásbel Quintero Moncada, especial para Gaceta

La crítica literaria, tan antigua como la misma literatura, ha tenido epígonos desde la misma Grecia clásica. Aristóteles escribe ‘El arte poética’, luego Horacio otra. Con ellos se inaugura el análisis sistemático de la literatura. Aristóteles, en su poética, luego de analizar cada género, va haciendo una clasificación de ellos y esta taxonomía sigue vigente a pesar del paso del tiempo.

 Algunos autores más recientes, demos por caso Edgar Allan Poe, no sólo es digno discípulo de aquéllos, sino que con él se reinaugura la crítica literaria moderna. Tan importante como poeta, narrador y crítico, aporta elementos que dejan claro que un creador literario puede ser un analista, y de los mejores. ¿Qué cultiva, como tipología, un crítico? El ensayo, discurso este que pone en juego la capacidad de argumentación lúcida del escritor o el poeta.

La lectura de los libros serios sobre crítica literaria es una obligación para comunidades intelectuales que se dedican al buen uso de la palabra: poetas, escritores, periodistas, académicos, etc. La crítica literaria es, o debería ser, la discusión amena e inteligente de una obra o de un autor en un contexto determinado. Llámese William Shakespeare o Cervantes, Dante o Rebelais. Amena porque además del argumento inteligente y oportuno debe estar bien escrita. El ensayista debe desplegar profundos conocimientos del tema y de la técnica de la escritura; hacer acopio de recursos analíticos y de escritura. En ocasiones reducimos la mirada a la labor del filósofo y está bien que creamos en la capacidad de ellos, pero el poeta también lo puede hacer no sólo como un deber sino con placer.

Se discute hoy sobre la prosa de un poeta respecto a la de un narrador. Ambos son artistas, son estetas, pero el poeta tiene la virtud de la economía del lenguaje y  uso figurativo del vocablo. El uso de la palabra, no es la misma para el poeta que para el narrador. Para el poeta, la palabra es una imagen, mientras que para el narrador es un recurso. No es lo mismo decir “ojos de perro azul” que “ojos azules de perro”. La primera es una figura y la segunda un relato. Lo mismo sucede con la lectura de la poesía y la prosa. La poesía es espacial, la prosa temporal. ¿Qué poesía? La lírica. Porque la dramática y la épica narran.

El crítico literario es un lector capaz de hacer comparaciones geniales entre una obra y otras, o un autor y otros; ¿qué puntos son comunes y cuáles no? Joyce dijo que ‘Ulises’ estaba escrito de tal forma que tendría ocupados a los críticos por lo menos durante 300 años. Acto consciente o no las obras clásicas han superado esta meta con creces. La Divina Comedia es responsable de bibliotecas enteras en busca de su interpretación. El Quijote y Hamlet, igual. Hay algo en estas obras que, pasado el tiempo histórico, son más ricas en la indicialidad y la sugerencia.

Virgilio y Dante son hitos de la literatura europea de su tiempo, pero ¿qué contienen sus obras o de qué están hechas, que siguen vigentes? Igual que las de estos autores podemos dar un número de obras que tienen la virtud de ser clásicas y, si creemos a los críticos, la lista se vuelve larga, para placer de los lectores acuciosos que, lastimosamente, están desapareciendo.

Las obras literarias se vuelven inmarcesibles sólo con la prueba del tiempo. La historia en ese sentido es implacable. Sucede a veces que una obra tiene gran acogida en su momento -recuerdo ahora El padrino de Mario Puzo con respecto a Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez-. La primera fue muy publicitada y hoy es una curiosidad, mientras que la segunda es una obra de obligatoria lectura en los niveles de acercamiento a la buena literatura. La moda o los intereses comerciales no son buenos consejeros cuando de calidad se trata.

Ahora bien, parece ser como si la mirada fuera solo a la ficción y no a otras formas de escritura, tan valiosas como la literatura misma. Por eso hago un alto para dar espacio a otras formas de escritura que no son inferiores a la novela, el cuento y la poesía. Hago referencia a los ensayos literarios donde hemos tenido excelentes escritores: Alfonso Reyes y Octavio Paz en México, Pedro Enríquez Ureña en República Dominicana, Baldomero Sanín Cano en Colombia, Jorge Luis Borges en Argentina.

Leer un ensayo de cualquiera de ellos es estar frente a una obra de valor estético, por las cualidades intrínsecas que tiene: bien escritas y bien argumentadas. Quizá esa sensibilidad me lleve a pensar que hay que mirar más a fondo otras formas referidas a la buena escritura como el caso de Ralph Waldo Emerson, Francis Bacon, Miguel de Montaigne entre los más antiguos o Harold Bloom entre los actuales. De ahí la recomendación sobre la lectura de una obra intensa y llena de cualidades analíticas como ‘El Canon Occidental’.

Su lectura deja el grato sabor de estar frente a un monumento antiguo: causa asombro. Años y años de lecturas intensas; relecturas necesarias que van dejando su impronta en aquel crítico sensible. Recorrer estas páginas es entrar en un horizonte claro, lúcido y genial donde la palabra se vuelve reconocimiento, valoración acertada y justa de autores y obras dignas de ser canónicas.

Si bien el autor del libro se limita a 26 obras y autores, con el paso de las páginas nos vamos dando cuenta que es una disculpa para hacer un recorrido exhaustivo de la literatura universal. Pocos libros y pocos autores quedan por fuera de la referencia. La intertextualidad le permite a Bloom dialogar con las “gentes más importantes” de nuestra literatura.

Por medio de Borges habla la literatura de nuestro medio; por medio de Whitman, la norteamericana; por medio de Shakespeare, la inglesa.
El vasto conocimiento, años de trabajo para clases y conferencias, relecturas para las publicaciones, le dan a Harold Bloom, la sapiencia de un estudioso que trasciende los límites de la fatiga. Hombre insaciable, minucioso artesano del detalle, asombroso en su universalidad, como pocos.

Extraños libros, como este, logran crear admiración en un lector promedio porque llevan a la búsqueda de libros rescatados por el análisis. No se trata de un sartal de elogios, es el equilibrio para valorar el trabajo serio e intenso que realizó el autor al rendir un homenaje a la literatura en este obligado libro de crítica.

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