Medio ambiente
La advertencia del escritor William Ospina sobre los peligros ambientales que se avecinan
No se trata solamente de poner filtros en la desembocadura de los ríos, sino también filtros culturales en nuestras conciencias, para evitar su muerte... y la nuestra, según el autor que estará en la Feria del Libro 2024.
El escritor y poeta William Ospina fue partícipe de la COP16, donde lideró el foro ‘Salvar el río Magdalena’ y expuso una verdad que caló profundo en su auditorio: “Lo que está en peligro en el fondo no es el río, lo que está en peligro somos nosotros”.
Usted ha dicho que es un error afirmar que la tarea es salvar al río Magdalena, que llegó la hora de pedirle a este que nos salve. ¿Cuál es el diagnóstico del río?
La verdad es que Colombia desde hace tiempo ya empezó a advertir que la salud del río ha ido empeorando hasta el punto que el río Magdalena está prácticamente muerto. Se acabaron los caimanes, se murieron los peces, se terminó la subienda, y hasta la cultura que vivía a las orillas del río se fue muriendo. Recorrerlo es presenciar de qué manera el país va deteriorando su entorno, sus bosques, sus cuencas, su naturaleza, y no hay nada que no aporte algo a la degradación del río.
Inclusive las economías lícitas, como la zona cafetera o la zona frutera, los cultivos de arroz o de la caña de azúcar, porque de mil maneras distintas, todos los desechos, los pesticidas, los fertilizantes van siendo arrastrados por la lluvia y los arroyos hacia el caudal del río y lo va matando, fuera de que además las mineras hacen un daño terrible porque todo el mercurio que arrojan se va acumulando en el lecho del río y ya en la zona de la Mojana, donde se encuentran el río Cauca y el río Magdalena, los niveles de mercurio que hay, dicen los expertos, son incompatibles con la vida.
La situación es dramática, pero no es la situación del río, es la nuestra, porque el río siempre fue la fuente de vida del país, de muchas maneras distintas, el país dependió del río.
¿Hay forma de salvarlo/salvarnos?
Sí. Es hora de reaccionar y nuestra fundación lo que se propone es convocar masivamente a la ciudadanía a asumir otra actitud en la relación con el río, porque nosotros sí esperamos que del grifo salga agua limpia, pero después no nos preguntamos ¿el agua sucia para dónde va? y todos colaboramos con nuestros detergentes, con nuestros jabones, con todos los desechos orgánicos, industriales, a que el río se vaya contaminando y con él se muera la diversidad biológica, botánica, la fauna. Creo que un poco de consideración y gratitud con el río Magdalena, que es el río Cauca también, recuperaremos el río, como en tantos lugares del mundo están haciendo renacer los ríos.
¿Cómo surge la Fundación Salvar el Río Magdalena?
Hemos hablado en el Tolima y en el Huila de la necesidad de echar a andar este proyecto, pero yo sé que hay muchísimas iniciativas a todo lo largo del río, el esfuerzo por proteger no solamente el río Magdalena, sino también los ríos tributarios que son muchísimos, a lo largo de varios departamentos y por proteger las cuencas. Empezamos haciendo un censo de los factores que deterioran el río, de los desagües que arrojan los pueblos, las ciudades, las aguas negras, las cañerías, los desechos industriales, los desechos de los cultivos, el mercurio que arrojan las mineras, para hacer un mapa de las tareas que hay que cumplir.
¿Qué tarea es inminente?
Una tarea técnica especializada, que es retirar los desechos pesados que ya el río no se puede llevar, los metales, los venenos, los minerales. Otra tarea que requiere la participación de muchísima gente es la reforestación de las orillas del río, porque los bosques de la ribera que eran fundamentales fueron cortados para alimentar los calderos de los barcos, en otras décadas; eso ha contribuido a que en las orillas los sedimentos se vayan al lecho del río y así se acabó la navegación.
Hay que reforestar las cuencas de los distintos ríos, y no solamente poner filtros en la desembocadura de los ríos, sino también unos filtros culturales en nuestras propias conciencias, porque todos nosotros, de alguna manera, contribuimos al deterioro de la naturaleza, aún sin proponérnolos, con nuestras costumbres y manera de consumo. Hay que volver a una relación sana con el río.
Relación como la que tenían los Panches. ¿Qué rol juegan los ‘hijos del río’ en la recuperación de este?
Las comunidades indígenas siempre supieron cuidar el río. Estuvieron aquí por miles de años y el río estuvo vivo hasta hace 50 años, pero lo que hace que llegó nuestra cultura
occidental, que es mucho menos agradecida con el río, que tiene menos identidad con el río, y que lo ve solo como una fuente de recursos hidráulicos y lo ve solo por el provecho que le pueda sacar, el río ha empezado a deteriorarse.
Dice usted que en Colombia dormimos encima de un tesoro, una fábrica de agua que ignoramos...
Yo creo que sí, es muy importante tener conciencia de que hay países que verdaderamente no tienen agua, que viven en desiertos, en la sequía, en la sed. ¿Cómo es posible que nosotros que tenemos estos glaciares, estos nevados, estos páramos, estas fuentes innumerables de agua, no nos preocupemos por eso y aportemos solamente destrucción?
Cuando el río Bogotá cae en el río Magdalena, son los desechos de dos millones de hogares arrojando jabones y detergentes, los residuos de las curtiembres, más los desechos industriales y todo ese caudal negro del río Bogotá se clava en el costado del río Magdalena y prácticamente lo mata. De manera que el río que pasa por Honda, Ambalema y La Dorada ya va grandemente contaminado y está esperando que le caigan los desechos de las petroleras y las otras mineras de Antioquia. Es necesario un cambio de actitud de los colombianos con respecto a sus ríos, recuperar el amor por los ríos, la belleza, el placer de visitarlos, eso irá cambiando nuestra conciencia y hará que cada vez nos comportemos mejor y sepamos cuidar la parte que a cada quien le toca, para que no sea demasiada el agua sucia que salga de nuestras manos hacia los ríos de Colombia, que todos caen en el río Magdalena.
¿Falta poco para que pase lo que dijo Iturbide en El General en su Laberinto: “Los peces tendrán que aprender a caminar sobre la tierra porque las aguas se acabarán”?
Está cada vez más cerca, porque el río se ha deteriorado con una rapidez impresionante, así como el cambio climático se ha acelerado de una manera que no esperábamos, todos pensábamos que la catástrofe iba a ocurrir dentro de 30 años, pero ya empezamos a sentir que ya está aquí, que los calores son exagerados, que las tempestades son cada vez más terribles, que el desequilibrio del clima está llegando y eso tal vez era lo que hacía falta para que comprendamos que la lucha contra el cambio climático y la protección de la naturaleza y las biodiversidades no se abrirá camino mientras solo sean unos encuentros de expertos, funcionarios y la labor de unos cuantos especialistas, sino cuando se convierta en una reacción apasionada de toda la humanidad, porque cada quien tiene algo que aportar en ese proceso.
¿Qué tareas quedan pendientes frente a esta COP16?
Esas cumbres como la COP16 se reúnen cada tanto tiempo a trazarse tareas, pero casi siempre están divorciadas del común de la gente; son tareas de especialistas y de gobierno, y eso es necesario, pero no suficiente. Lo importante es que todos se enteren y participen, que cada quien cuando abra el grifo sepa que no puede echar todo al río, que debemos usar productos sanos, que no contaminen y que nuestra relación con este sea respetuosa y recuperemos la alegría de volver a él, como parte del paseo y de la fiesta de la vida.
Usted escribió hace varias décadas sobre lo que podría pasar años después por la ambición del ser humano ¿Acertó?
Así es. En Es Tarde para el Hombre, en el ensayo La Mirada del Hielo, dije que la medicina se convertiría en un negocio, y cada vez se piensa menos en prevención y más en medicamentos y cirugías. Este libro toma mucha vigencia en la actualidad.
LA FRASE
“Todo el que tenga tierra debe descubrir que nada le conviene tanto como protegerla, y sembrar de bosques la orilla del río es una buena decisión de todo propietario. No tienen que arrebatarle la tierra. Uno tiene que ser consciente de que la tierra que está usando debe rendirle beneficios a toda la comunidad y permitir que se degrade la orilla de los ríos es un error”.
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