CUENTOS
'Un lugar que no tenía nombre', los cuentos sobre el silencio interior, de Gabriel Alzate
El libro de cuentos ‘Un lugar que no tenía nombre’, del escritor Gabriel Alzate, profundiza en las crisis ocultas por la rutina y el confort de una sociedad cada vez más indiferente a sus gritos interiores.
Puede ser cualquier lugar el escenario en el cual suceden los diez relatos que hacen parte de ‘Un lugar que no tenía nombre’, zonas en las que impera la tristeza, los recuerdos mal procesados, el tipo de silencio que esclaviza, y que terminan siendo los ingredientes de una sociedad enferma y seres humanos a punto de estallar.
Es el nuevo libro del escritor antioqueño Gabriel Alzate, ganador del Concurso Nacional de Novela y Cuento de la Cámara de Comercio de Medellín 2022, donde indaga sobre los distintos rostros de la locura que habita en estos tiempos, que cada vez es más manifiesta, que suele culminar en actos violentos, entre ellos, asesinatos absurdos, violencia intrafamiliar y hasta asesinatos en masa.
Hechos y situaciones que parecen tener poco en común, pero poco a poco son relatos que construyen un sólido gran relato que le exige concentración y dedicación al lector para encontrarse con él.
Seres que no encuentran otra alternativa que desconectarse de una realidad que los envenena, el verdadero peso de los conflictos maritales tras la pérdida del trabajo y el tormento de muchos seres al no poder ser padres, por solo mencionar algunos. Seres ausentes, muchos de ellos marchitos, donde las palabras parecen que no son suficientes y le abren paso a las insinuaciones y a los silencios profundos y poco sanos.
Locura íntima y social
—Diez relatos que tienen como base la memoria…
Siempre he sostenido que sin memoria no hay identidad, ni personal ni social. Si perdemos la memoria perdemos la identidad, y me refiero a lo que tiene que ser, ha sido y debe ser, donde se incluyen los ancestros y demás.
Aunque mucha gente piense que en el siglo XXI esto ya no funcione, la realidad es otra. La misma genética sigue siendo una forma de memoria. La memoria es algo que nos ayuda a sostenernos y a rescatar lo mejor y lo peor de nosotros, y estos cuentos, y quizás todo lo que yo trabajo, está condicionado por esa situación de la memoria.
—¿Una inmersión difícil en la memoria?
Los recuerdos no siempre son amables. En estos cuentos, mucha gente me ha preguntado, por qué paso de un tema a otro, que son saltos normales en la vida porque la memoria suele esquivar los recuerdos, el sujeto no quiere que las cosas vuelvan. Es la constante lucha del ser humano, de cómo convertimos los recuerdos y la memoria en posibilidad de vivir. No convertirlo en rencor, sino en resiliencia.
—Justo en tiempos donde la gente quiere olvidar casi por completo las dificultades de la pandemia…
Aún no hemos elaborado el recuerdo de la situación, lo grave de todo. Tenemos millones de muertos por elaborar, y se debe pensar en cómo asumimos esa desgracia de la humanidad, que es colectiva y a la vez individual. Es importante hacer esa elaboración, pero en el caso de una peste como la del Covid-19, suele tardar mucho. Debe ser elaborada y con el tiempo convertirla en algo, como en literatura, cine o dramaturgia.
—¿Incluso en la intimidad de la familia es difícil el trabajo de hacer memoria?
El silencio es supremamente violento. La gente piensa que es mejor callar, pero en ocasiones es mejor gritar, porque el silencio es peligroso, elabora toda una distancia y esto ofende, trazando límites de indiferencia brutal. También hay silencios que construyen, como en la música que ayudan a la melodía. No hay necesidad de insultar a alguien para ofender, es de las cosas más sencillas que se puedan imaginar, lo que genera situaciones muy agresivas.
—¿Temas difíciles que incluso pueden llegar a ser incómodos para el lector?
Los cuentos, estos o de cualquier otro escritor que se interese por hacer cosas bien escritas, a muchos lectores les cuesta leer, los sienten muy críticos, pero todo esto es porque les da miedo ver cosas de ellos mismos, dentro de los propios cuentos, les genera miedo.
—Personajes que viven al borde…
Como vive la mayor parte de la población de este país y quizás del mundo. Muchas veces la gente se niega a leer ciertas cosas por considerarlas muy duras, pero es lo que pasa en la vida real, a todo el mundo le pasan cosas y eso se refleja en la literatura. Vivimos en una constante negación que suele llevarnos a la violencia. En estos cuentos hay todo un mundo, un mundo colombiano, mexicano, pero un mundo de distintas partes de este mismo mundo.
Hace unos meses en el New York Times apareció una columna que habla de cómo la indiferencia de las sociedades son las que construyen los criminales en serie, porque usualmente están pidiendo auxilio antes de empuñar el arma, suelen avisar en sus redes sociales. La indiferencia social construye esos monstruos.
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