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LITERATURA

José Zuleta Ortiz presenta su primera novela en la Biblioteca Centenario

El lanzamiento contará con aforo limitado y se realizará con el apoyo de la Feria Internacional del Libro de Cali. Se podrá seguir a través de Facebook Live.

5 de agosto de 2021 Por: Redacción de El País
José Zuleta Ortiz fundó en Cali la revista de poesía La Clave que dirigió hasta su última edición y ha compilado y editado la obra intelectual de Estanislao Zuleta. | Foto: Bernardo Peña / El País

El escritor José Zuleta Ortiz presentará su primera novela, ‘Lo que no fue dicho’, este jueves a las 7:00 p.m., en la Biblioteca Pública Patrimonial del Centenario. El lanzamiento, con aforo limitado, 20 personas, se realiza con el apoyo de la Feria Internacional del Libro de Cali, y podrá verse de forma virtual en Facebook live por las cuentas de la Secretaría de Cultura de Cali y la FILCali.

La infancia podría definirse así: una época cuando se tiene poca o ninguna experiencia del mundo, por lo que es apenas normal —para cualquier niño curioso— preguntar a sus padres cómo era la vida antes de que él naciera. Aunque otros, no conformes con las historias familiares, buscan saciar su curiosidad en los libros, algo que siempre tiene consecuencias inesperadas. Pero, cuando llega la juventud y son los padres quienes piden a su hijo que les cuente cómo ha sido su vida —sobre todo cuando ellos estuvieron ausentes—, esto solo quiere decir que ese hijo ha llevado una existencia fuera de lo común, viajando a lugares inhóspitos, conociendo personajes únicos y experimentando los oficios más diversos, hechos que podrían componer una auténtica novela de aventuras.

Ese hijo aventurero es José Zuleta Ortiz y el relato de su extraordinaria vida se encuentra en ‘Lo que no fue dicho’, su primera novela, publicada a sus casi 60 años, después de una vida dedicado a escribir poemas y cuentos.

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La historia empieza con una noticia funesta para el escritor y protagonista de ‘Lo que no fue dicho’. Su madre, María del Rosario Ortiz Santos, acaba de morir. La mujer de la que se separó en su infancia, cuando tenía tres años y solo volvió a ver más de veinte años después. Él está en Lisboa, y desde esas calles empedradas por donde caminara Fernando Pessoa acompañado de sus heterónimos, decide cumplir la última petición de su madre.

Alejada por muchos años, después del reencuentro y diagnosticada de cáncer, María del Rosario solicitó los servicios de su hijo para que escribiera su biografía, pero en el proceso decide abandonar el propósito vanidoso: “Ya no quiero que escribas mi novela, mejor cuéntame tú, cuéntame”. En el poco tiempo compartido con su hijo percibió que el escritor había llevado una vida memorable que ella ignoraba. José promete contárselo todo al regreso de su viaje a Europa, pero ya no hubo más oportunidades.

¿Qué lo motivó a escribir una novela en la que retrata a sus padres?

La motivación principal fue la muerte de mi madre. Ese fue el detonante. En el primer capítulo se dice explícitamente: “Yo debía contar cómo había sido mi vida sin ella, mi infancia sin ella. Ahora frente al hecho rotundo de su muerte, mi vida ignorada se impone con una nitidez nueva. Como una vindicación, como una canción que hay que cantar”.

¿El título de su novela alude a que esta es su versión de la vida de sus padres, de los que, hasta ahora, se creía saberlo todo?

Esta novela tiene que ver con lo que ocurrió con mi madre. Ella no alcanzó a escuchar mi historia. Murió antes de conocerla. Al comienzo lo digo: “cuando tenía tres años mis padres se separaron y no la volví a ver ni a saber nada de ella hasta que tuve veintisiete. Mucho después, una vida después, me buscó. Estaba enferma. Quería contarme su vida y que le contara la mía”. El tema de la novela no es mi padre, Estanislao Zuleta, es mi vida, es Cali, el mundo del ajedrez, la noche caleña, la calle del pecado, el pacífico: Mulatos, Gorgona, los Farallones, la amistad, el amor. La literatura como destino, la poesía como lente para ver el mundo.

Su abuelo Estanislao Zuleta Ferrer tenía parentesco con Jorge Isaacs (la madre del autor de ‘María’ fue Manuela Ferrer Escarpeta). Dice que su padre rechazaba la novela de Isaacs por sentimental y melodramática, no obstante, usted la leyó, ¿qué le pareció en ese momento ‘María’?

Es una novela entrañable, es una historia en la que el Valle del Cauca es el protagonista. Tiene muchos detractores, algunos dicen que en ella hay una idealización de las relaciones entre esclavos y amos, que es bucólica y sentimental. Pienso que es una novela que funda al Valle y en ese sentido es la ópera prima de esta tierra.

Más que padre o madre, en su infancia usted tuvo sobre todo una abuela, ¿cómo influyó ella en su interés por la poesía y el arte?

La novela está dedicada a ella. Fue una persona que sin proponérselo me ayudó a ser. Su carácter y su manera de ver la vida fue muy importante para lo que hice de mi vida. Su manera de asumir la existencia y de gozarla fue inspiradora. Ella decía frases desconcertantes, de una profundidad que solo la vida y un sentido crítico-lúdico-irónico pueden producir, frases como: “No te repitas, vive todo lo que puedas, no te repitas”, “Ten el valor de no ser trascendental”, “Un cierre es un tren que hace la carrilera a medida que avanza” o “El existencialismo puede y suele amargar la existencia”.

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¿Qué críticas y bondades reconoce de esa educación sui generis que recibió?

Hay gente que ha padecido el colegio y también gente que lo ha gozado. La mayoría lo gozan y lo sufren, como tiende a ser todo; desde el amor hasta un partido de fútbol. A estas alturas creo que lo mejor que me pudo haber pasado es lo que me ha pasado. Las ideas de mi padre sobre la educación están vigentes. En el movimiento de los jóvenes que protestan hoy se puede sentir. Oigo en las marchas algunas de sus ideas, veo en las redes y en grafitis frases suyas como: “Nos educan para ser esclavos”, “No se trata de cambiar de pastor, se trata de dejar de ser ovejas”. O este fragmento del Elogio de la Dificultad que sostenía una madre en una marcha de Cali: “En medio del pesimismo de nuestra época surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado”, ese texto tiene 40 años y parece escrito ayer.

En esta novela, su padre, Estanislao Zuleta, también es protagonista, con él mantuvo una relación conflictiva, que no le impidió admirarlo y quererlo, ¿es su reconciliación póstuma?

He tenido, como todos los hijos de todos los padres, una relación ambigua y oscilante con mi padre. Trabajé desde 1985 —antes de su muerte en 1990— hasta hoy, en la recuperación edición y divulgación de su obra: 19 libros. Mi reconciliación fue en vida, como son las mejores, las que dan alegría mutua. Las póstumas son reconciliaciones cojas, suelen ser amargas.

Otras obras de José Zuleta Ortiz son los libros de cuentos: ‘Ladrón de olvidos’, ‘Las pequeñas causas’, ‘La tarde del petirrojo’; el poemario ‘Las alas del súbdito’ y la serie ‘Retratos’ (2017).

Sobre su obra

José Zuleta Ortiz es un escritor nacido en Bogotá, radicado desde su infancia en Cali. Hijo del filósofo Estanislao Zuleta, quien falleció en 1990, y de María del Rosario Ortiz Santos, periodista colombiana, nacida en España, fallecida en 2018, a los 82 años.

“En los últimos 25 años he escrito cinco libros que suman ochenta y tantos cuentos y unas setecientas cincuenta páginas. Algunos son autobiográficos; en ellos intenté un tono narrativo en el que la propia vida es el combustible que enciende la historia. He intentado otras novelas que no he publicado. Esta me tomó más de dos años. La terminé en enero pasado”.

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