Deportes
“Soy muy mala perdedora”: Marcela Gómez, primera mujer en asumir la presidencia del América de Cali
Consolidar la cultura de un equipo ganador es su propósito. “Ya lo hablamos con el profesor Lucas González: en el fútbol las formas son muy importantes, el resultado mucho más”.
Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
Marcela Gómez, la nueva presidenta del América de Cali, la primera mujer en la historia del club en asumir el cargo, confiesa ser una muy mala perdedora.
– La derrota me golpea muy fuerte – reconoce, y recuerda lo sucedido en la más reciente Copa Libertadores femenina, en la que América fue eliminado en segunda ronda.
– Después de ese resultado a ellas no les hablé durante un mes. Realmente me cuesta mucho perder, aunque hace parte del aprendizaje del deporte.
Por ello uno de sus propósitos desde la presidencia del club es consolidar la cultura de un equipo ganador.
– En el fútbol la forma es importante, pero el resultado mucho más. De nada te sirve generar 20 opciones de gol por partido, tener 70% de posesión, y al final no haces los goles y te llegan una vez y te ganan 1-0. Este no es un deporte de arte y precisión como la gimnasia, que se ve muy bonito, sino de hacer más goles. Obviamente la forma hace parte del proceso, pero a veces toma más tiempo y en el punto donde estamos necesitamos resultados – comenta en este diálogo en el que también narra su vida y su relación con el deporte.
Con Marcela Gómez se puede hablar de fútbol durante horas. También de tenis. Por eso esta entrevista pactada para media hora se extendió por mucho más.
El deporte ha sido una presencia temprana en su infancia. ¿Cómo empezó todo?
Empecé a jugar tenis a los cinco años. En el colegio participé en todos los intercolegiados: fútbol, baloncesto, voleibol, así que durante mi niñez practiqué tenis y todos los deportes al mismo tiempo. A los 12 años le dije a mi mamá: ‘quiero ser tenista profesional’. Ella me cambió a un colegio más personalizado. Me dediqué a entrenar tenis entre seis y ocho horas diarias. Después estuve en la Academia de Nick Bollettieri, viví allá un tiempo. Cuando regresé tuve una lesión de rodilla que me tuvo casi dos años recuperándome.
¿Fue en ese momento cuando surgió su afición por el Arsenal de Inglaterra?
Lo que pasó es que siempre transmitían la Premier League: sábados, domingos, el 25 de diciembre, el 1 de enero, es una liga que dura todo el año y yo veía los partidos y me enamoré del Arsenal de Thierry Henry, Van Persie, Fábregas, me enamoré de la Premier y la preparación física, la intensidad que tenía.
¿Qué pasó después?
Durante ese proceso mi sueño siempre fue tener un centro deportivo. El alto rendimiento, el formar deportistas desde la base, me apasiona. Yo quería tener un centro deportivo para trabajar la fuerza, la preparación del atleta, porque lo había visto en la academia Bollettieri. Creía que en Colombia hacía falta algo así. Mientras tanto seguí jugando tenis, pero en esa época en la familia teníamos los supermercados Súper Inter, y no era tan fácil viajar a los torneos. El tenis es muy costoso. La mayoría de los torneos se juegan en Europa o en Estados Unidos y son frecuentes, hay que pagar todo, entonces viajar para mí era muy difícil a no ser que se hicieran torneos cerca, en Argentina o en Colombia.
Además, murió un entrenador que fue muy importante para mí, se llamaba Manuel Morales. Yo tenía unos torneos en Perú, fui, pero me costó bastante. Volver a tener un entrenador fue difícil, entonces ya tenía el lote donde quería tener el centro deportivo, las canchas, y me dediqué a construirlo.
¿Pero apareció América y la idea de seguir jugando tenis cambió?
Encontré un nuevo entrenador y empecé a viajar y a jugar. En esa época los supermercados los vendimos al grupo Éxito, y comencé de nuevo a ir a los torneos. Recuerdo que estaba en una gira por Turquía y me encontré a una amiga de muchos años atrás, jugando tenis, y le dije que volviéramos a entrenar, ella se llama Yuliana Lizarazo, y así lo hicimos. Entrenamos en mi centro deportivo. Ya para ese momento mi papá era accionista del América. El 28 de mayo de 2016 compró la totalidad de las acciones. Él me invitó a trabajar con él en el equipo. Le dije: ‘papá, por fin voy a empezar a viajar a los torneos internacionales de tenis. Dejame yo trabajo con vos solamente en la etapa del ascenso. Dejame llevo a Mirta Brock, que ha sido la preparadora de la fuerza, una atleta’; y empezamos a trabajar para ascender al América, con el profe Hernán Torres.
¿Qué encontró en ese entonces en América?
Cuando llegamos había muchas carencias. Para trabajar la fuerza estaban todavía las máquinas que había traído el doctor Gabriel Ochoa Uribe hacía años, entonces hicimos todo ese cambio. Estuve investigando sobre las instalaciones que tenían en la Premier: el tema biomecánico, las plataformas de salto, el catapult, (GPS que mide y analiza el desempeño de los jugadores). En 2017 fuimos el primer equipo que teníamos catapult.
¿Cuándo decidió dejar el tenis?
Yo igual entrenaba tenis, pero es un deporte demandante. Y al final ya no me estaban dando los tiempos para dedicarle, entonces lo puse en pausa. Y salió la carta del equipo femenino. Entones le dije a mi papá que quería liderarlo y él me dijo, “hágale”. Allí quería desarrollar lo que venía estudiando durante tanto tiempo, la preparación para el alto rendimiento.
¿Por qué no aplicarlo en el equipo masculino?
Todo lo que venía estudiando, la fuerza, la preparación que se necesita, que es la base de los otros deportes, no era fácil introducirlo al fútbol masculino porque tiene un tema de inmediatez. Nos sucede ahora: tienes dos semanas y media de pretemporada, y ya empieza el torneo. Los procesos son inmediatistas. Yo vengo de una escuela donde los proyectos deportivos son a más largo plazo, de una planificación de dos, tres meses, por eso ejecutarlo en el equipo masculino era difícil, la prioridad era el ascenso, no teníamos tiempo.
Logramos ascender, que fue un reto muy difícil, y me dediqué al proyecto del equipo femenino, donde desarrollamos una metodología de trabajo. Y paralelamente, como en la cancha de La Candela es donde está el equipo femenino, las categorías de formación y academia, empezamos a reestructurar todo en las categorías de formación. Mi inmersión en América desde el día uno ha sido 24/7. De 6:00 de la mañana a 8:00 de la noche. Y los fines de semana en los partidos.
¿Quedó la espinita de no haber seguido en el tenis, y ser, quizá, una gran tenista?
Siempre llevo esa espina. Con las amigas con las que jugaba la Fed Cup, que es como la Copa Davis femenina, lo hablamos. Yo todas las mañanas sigo madrugando a las 5:00 de la mañana a entrenar, tengo que entrenar dos horas y media porque si no siento que no puedo funcionar en el día. E incluso ahora, después de la madurez, creo que estoy mucho mejor físicamente que cuando estaba más joven. Pero tuve que tomar una decisión: o trabajar o el tenis. No tenía la plata para sostenerme con los gastos que implica el tenis de alto rendimiento. En ese sentido es un deporte muy duro. Los únicos que llegan a ser millonarios jugando tenis son el top diez. De resto, se juega para pagar los viajes. Yo alcancé a jugar en el circuito de la WTA. Fui 800 del mundo. Pero sí, toda la vida me va a quedar esa espinita.
¿Qué tanto influyó su papá, Tulio Gómez, en la idea de ser dirigente deportiva? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
El fútbol tiene muchas facetas. Está el tema de la emoción, de lo que significa el espectáculo, de quién va a hacer el gol. Está además el asunto del modelo de juego, la estrategia, la táctica. Y está el negocio que hay detrás del fútbol. Creo que en lo que significa el negocio, mi papá ya lo traía como negociante y empresario de tantos años. Eso lo hace muy bien. A mí me gusta más la otra parte, a él le tengo que seguir aprendiendo más del negocio, pero lo que me apasiona es el deporte como tal, diseñar equipos ganadores, equilibrados, buscar las características de los jugadores, todo eso es lo que a mí me mueve.
¿Esperaba ser la presidenta de América en 2024, o fue una sorpresa?
Yo he estado en el equipo desde los últimos siete años. Se han dicho un montón de cosas en redes sociales que no son ciertas. Que yo había dicho que dirigiera Lucas, por ejemplo, y que yo era la que mandaba, o que era representante de jugadores, y eso está muy lejos de la realidad. Donde yo tomaba decisiones era en categorías de formación y en el femenino. Tenemos un comité deportivo donde compartimos opiniones. Sí se había hablado de hacer una selección que fuera menos jugadores, pero más calidad, para sostener una base. Yo sentía que era un error cambiar tantos jugadores en cada semestre. Creo que la clave del éxito es sostener una base y por semestre máximo incorporar dos o tres jugadores. Porque cambiar tanto dificulta mucho el proceso de consolidar una idea de juego y una metodología de trabajo, de club, de todo. Tras siete años de proceso la presidencia llegó en el momento indicado y nunca estuve preocupada por serlo.
¿Cómo está la interna de América? Hay rumores de mal ambiente, tras las renuncias del anterior presidente y otros colaboradores.
Hubo varias renuncias de algunos directores, el jurídico, el financiero, algunos salieron por decisiones personales de otros proyectos, y definitivamente creo que nosotros como institución tenemos que ir creciendo y desarrollando cada vez más lo que soporta todo. La parte administrativa es la base que soporta lo deportivo. Tenemos que dar cada vez más ese salto de calidad. Año a año venimos subiendo el tema de ingresos, rentabilidad, en ese camino vamos bien, vendemos más abonos. Y el ambiente realmente no ha sido malo, al final como pasa con los directores técnicos, a los dirigentes los sostienen los resultados y en la parte administrativa hay indicadores de gestión.
Nosotros como familia y máximos accionistas del club hemos llevado al equipo administrativamente a unos niveles en los que no estaba antes, deportivamente también, pero ya en ese sentido necesitamos dar un salto para seguir teniendo títulos y estar en Copa Libertadores y avanzar en sus fases. Pero la interna está bien.
¿Cómo convenció a Adrián Ramos para que volviera al equipo después de haber renunciado?
En los comités deportivos nos contaban que Adrián no quería seguir por una decisión personal. Pero me pareció muy raro que yo seguía viendo a Adrián en la fiesta de la familia, en un partido en La Candela, y pregunté: ¿Adrián por qué se va realmente? Yo en estos años lo saludaba y todo, pero no nos sentábamos a conversar muchas horas. Entonces lo llamé y le pregunté si nos podíamos reunir la familia, con mi papá, mi mamá y yo, para conocer cuál era el motivo de su renuncia. Él fue enfático en decir que hacia donde iba el proyecto deportivo no estaba alineado con lo que él quería. Yo le conté lo que yo creía que debía ser el proyecto deportivo, lo que creía que debíamos desarrollar, y a él le pareció que era muy acorde a lo que él pensaba. Nos reunimos varios días, estuvimos hablando mucho con él y con Luis Paz también, porque la relación con los capitanes es clave para tener esa otra óptica que uno como dirigente muchas veces no tiene. Entonces hablamos mucho con Adrián, en estos cuatro días hablamos más de lo que habíamos hablado en cuatro años, y sentimos que teníamos mucho en común.
¿En qué coinciden?
Creemos que el equipo está para dar un salto de calidad. De otro lado, hay momentos en los que hay que escoger jugadores no solo desde lo deportivo, la data, sino desde la capacidad de cada jugador de aguantar lo que es América. Acá haces dos goles y estás entre los mejores, pero si no tenés un buen partido también sos el peor, es una hinchada que como te puede amar también te puede odiar y eso no es fácil de sobrellevar. El jugador tiene que tratar de mantenerse estable: ni creerse el mejor cuando ganamos ni el peor cuando perdemos. Cali además es una ciudad que no es sencilla, es salsera, de discotecas, de vida nocturna y eso es importante tenerlo en cuenta. Buscar jugadores que tengan un entorno familiar, que tengan un apoyo, eso ayuda mucho.
Hablemos justamente de los refuerzos, se habla del chileno Eduardo Vargas. ¿Va a llegar?
Estamos buscando un delantero, un volante y un central. Obviamente hemos visto una infinidad de jugadores y nos han mandado otro montón de propuestas. Pero todavía estamos en ese proceso y esperamos la otra semana cerrar todas estas negociaciones porque necesitamos tener el equipo conformado, la pretemporada arrancó y el 20 de enero inicia el torneo. Tenemos un fixture difícil, un partido de Suramericana, entonces necesitamos tener el grupo lo más rápido posible conformado para que puedan entrenar y generar esa sinergia que es tan importante cuando llegan nuevos jugadores.
¿Cuál va a ser el modelo 2024 de América con Marcela Gómez? ¿Qué va a cambiar con lo que se venía mostrando en anteriores administraciones?
Las administraciones que hemos tenido en estos procesos han llevado a América cada vez a un nivel más alto, como institución desde lo que éramos en 2016 en la B, a lo que somos hoy, hemos crecido muchísimo. Logramos un bicampeonato que fue un momento cúspide con dos entrenadores diferentes y ahora estamos consolidando una idea, y empezar a generar esa identidad de un modelo de juego propositivo, de ser un equipo que sale a ganar.
Con el profe Juan Carlos Osorio las cosas no salieron bien, con el profe Guimaraes los resultados tampoco se dieron, y ahora con el proceso de Lucas creemos que la forma nos gusta, pero hemos hablado con él el tema: la forma es importante pero el resultado mucho más. De nada sirve generar 20 opciones de gol por partido, tener 70% de posesión y al final no haces los goles y te llegan una vez y te ganan. Este no es un deporte de arte y precisión como la gimnasia, que se ve muy bonito, sino de hacer más goles. Obviamente la forma hace parte del proceso, pero a veces la forma toma más tiempo y en el punto donde estamos necesitamos resultados y sostenernos desde los resultados.
Es la frase que repetimos en el equipo femenino: esto se sostiene con títulos y con resultados. Corregir, pero ganando. A veces puede ser bonito, goleando, a veces puede ser feo, pero vamos a ganar. Y el equipo femenino se acostumbró a eso. Es una cultura, una mentalidad. Ser un equipo ganador es algo que se irradia desde adentro y desde cada una de las personas del club, y eso es lo que queremos como equipo, lo que hablamos con Luis (Paz) y con Adrián (Ramos). El proyecto América tiene que ser uno que esté jugando siempre finales, jugando Copa Libertadores cada año y avanzando en sus fases.
Al hincha además le gustan esos equipos aguerridos, que sacan resultados siempre, que no dan balones por perdidos, que no lo superan fácilmente, no como nos pasó algunas veces en el torneo anterior, que en esas transiciones nos superaban fácil y nos ganaban. El hincha valora esos jugadores como Luis Paz o Franco Leys que lo dejan todo por recuperar el balón, entonces esa identidad y esa cultura de ser un equipo ganador, es hacia donde queremos ir. Queremos enamorar al hincha del América.
En el tintero: el equipo femenino
¿Qué representa la transferencia de Catalina Usme a México? Es la primera transferencia internacional del equipo femenino
Yo voy a seguir al frente del equipo femenino. Los dos equipos siguen siendo muy importantes para nosotros. Cata Usme ha sido una referente, como Carolina Pineda, son dos líderes que han estado acá, Cata desde el primer año, Caro desde el segundo. Creo que la liga en Colombia ha entrado en esa dificultad en el sentido de que ha formado muy buenas jugadoras, incluso se nota en el mundial, pero la liga no termina de tener el desarrollo que necesita.
Pero durante los primeros años siempre como equipo garantizamos sostenibilidad todo el año, salario todo el año, preparación, si no hay liga íbamos a torneos internacionales, México ya tiene ligas largas y los equipos ofrecen las mismas condiciones. Entonces Cata quiso ser parte del proyecto, potencializar el fútbol femenino en Colombia, pero vio las diferentes opciones y en nuestra liga femenina por ejemplo hoy no tenemos una fecha de inicio, siempre está esa incertidumbre, y para una jugadora como Cata que tuvo un buen mundial, que ha venido creciendo, que fue goleadora histórica de la selección, de Copa Libertadores, quiere vivir otras experiencias. Obviamente estoy muy feliz por ella, por lo que significa, por haber sido la primera transferencia de América femenino. Los valores todavía no son los que uno esperaría después de tantos años, pero como todo en la vida, por algo se tiene que empezar. Y como se lo dije a ella y al equipo, Cata dejó un legado y ya otras deben seguirlo y asumir ese liderazgo y empezar a ser referentes. Tenemos jugadoras que llevan 3, 4 años con nosotros y deben tomar la batuta de lo que va dejando Cata.
América es ejemplo asegurando contratos estables en el fútbol femenino, pese a la incertidumbre de la liga.
Un ejemplo de lo que vive el fútbol femenino es lo que vivió el masculino en la pandemia. No saber cuándo volver a entrenar, cuándo va empezar la liga, entonces si se tiene un torneo de cinco meses, después se está cuatro meses sin nada, después entrena uno y vuelve y compite, hay un proceso que todo el tiempo pierde la forma, otra vez se adapta, y compite, y cuando se está en la mejor forma se acaba el torneo y vuelve y pierde la forma. Es un círculo vicioso que no permitía la evolución y en América nos planteamos el objetivo de ser el mejor equipo femenino en Colombia no porque lo ganara todo de entrada, sino porque era el mejor equipo que trabajaba, que desarrollaba una metodología, que año a año sostenía una base y una columna vertebral de referentes que ayudan a potencializar a las otras jugadoras jóvenes. Y van a salir más jugadoras sostenidas por esa columna vertebral de jugadoras referentes por su profesionalismo. Lo que más cuesta en el fútbol femenino es la profesionalización, porque ni siquiera el entorno de la liga te permite hacerlo.
Vea más detalles de la entrevista:
Regístrate gratis a nuestro boletín de noticias
Recibe todos los días en tu correo electrónico contenido relevante para iniciar la jornada. ¡Hazlo ahora y mantente al día con la mejor información digital!