Andrés Escobar Saldarriaga: 30 años sin el ‘Caballero del Fútbol’

En la mente de muchas personas todavía permanece la imagen del autogol de Andrés Escobar Saldarriaga contra Estados Unidos en el Mundial de 1994, pero en el corazón de todos los colombianos y el mundo del fútbol aún persiste el dolor de lo que aconteció días después en Medellín, cuando, en hechos que aún son confusos, al ‘Caballero del Fútbol’ se le arrebató la vida.

El martes 2 de julio del 2024, se cumple el trigésimo aniversario del lamentable hecho que puso de luto al país y en el que hoy en día sus familiares, amigos y seguidores, siguen lamentando su partida por el gran jugador que era, pero sobre todo, por la gran persona que fue más allá de los terrenos de juego.

El autogol

Luego de la gran Eliminatoria y de golear a Argentina 5-0 en Buenos Aires, Colombia afrontó el Mundial de Estados Unidos de 1994, a donde el equipo llegó con mucha ilusión, pero esa misma se derrumbó en menos de 10 días con la eliminación en la primera fase.

La imagen más recordada de aquella presentación fue el autogol que cometió Andrés, involuntariamente, en el segundo partido contra Estados Unidos, el 22 de junio. Eso representó que Colombia perdiera el juego 2-1 y luego fuera eliminada.

A pesar de que gran parte de la delegación se quedó en territorio estadounidense, incluyendo casi toda su familia, Escobar sintió la obligación de regresar al país para dar la cara en lo que creía que era solo su error, sin saber que tendría un terrible desenlace.

“Cuando terminó el último partido, Andrés tomó la decisión de regresar y él decía que quería regresar por nosotros para poner la cara. Nosotros le decíamos que no había necesidad, pero él estaba cerrado en ese sentido”, comentó Francisco Maturana, técnico de aquella Selección.

Ese fatídico 2 de julio, el número 2 de la Tricolor fue a cenar con su novia y unos amigos a las afueras de Medellín en horas de la noche. En el estacionamiento de un restaurante llamado ‘Estadero El Indio’, Andrés fue abordado y agredido verbalmente por los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, reconocidos por tener vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico en Colombia.

El defensor pidió respeto y en unos segundos el chofer de los Gallón, Humberto Muñoz Castro, descendió del vehículo y descargó su arma de fuego contra él, lo que le generó la muerte segundos más tarde.

Para el año de 1995, un juez de Medellín condenó a Muñoz a 43 años y cinco meses de cárcel. En 2001, el asesino se acogió a reducciones de penas decretadas por el Congreso para los responsables del delito de homicidio y la condena bajó a 26 años, sin embargo, solicitó nuevas reducciones por estudio, trabajo y buena conducta en el penal y por una visita que hizo a Colombia el papa Juan Pablo II. En total su pena efectiva en la cárcel se redujo de 43 años y cinco meses a solo 11 años. Finalmente, salió en libertad en el 2005.

Los hermanos Gallón Henao serían condenados por encubrimiento a 15 meses de prisión, aunque sólo purgaron menos de tres tras pagar un millón de pesos colombianos como fianza, lo que les permitió quedar en libertad. Seis años después Juan Santiago sería condenado a tres años y tres meses de prisión, tras someterse a sentencia anticipada por el delito de financiación de grupos paramilitares. Finalmente, el 31 de diciembre de 2018 recobró su libertad por vencimiento de términos.

Algunas versiones indican que este crimen fue más allá del autogol, ya que varios importantes narcotraficantes habrían perdido dinero por apuestas y el país vivía un momento de tensión social y violencia extrema, de las cuales Andrés Escobar terminó siendo víctima justo cuando había firmado como jugador del AC Milán de Italia.

Un legado de por vida

El hecho, casi de inmediato, se dio a conocer en todo el mundo, pues aún cuando estaba en juego el Mundial, esa noticia cayó con un témpano de hielo.

El país, especialmente Medellín se vistió de luto; no solo habían acabado con la vida de un futbolista, sino con la de “un ser humano espectacular”, que era admirado por su calidad de gente y nobleza.

“Era un gran amigo, una persona alegre, que cuando estaba en grupo le gustaba ‘mamar gallo’ y nos daba mucha satisfacción tenerlo”, expresó Diego Barragán, preparador físico de la Selección de 1994.

“A los que tuvimos la fortuna de conocerlo siempre nos dio enseñanzas de vida, el ser una persona de bien, alegre, caballerosa y que jugaba bien al fútbol. Disciplinado cuando había que entrenar y cuando había momentos para pasar alegre siempre estaba permanentemente ahí”, añadió.

Un pensamiento que comparte Harold Lozano, compañero de Andrés en esa Selección, en el que señaló que “el mejor legado que dejó Andrés es el ser. Él fue un gran ser humano, una persona íntegra, un caballero en el mundo del fútbol en cual los que estuvieron con él se dieron cuenta de que era una persona íntegra, de muchos principios y como futbolista ya sabemos quién era él, un calidoso del fútbol y con una gran presencia dentro de la cancha”.

Un dolor que perdura en el tiempo

Ellos, sus compañeros y los más cercanos a él, fueron a los que más les golpeó la noticia.

“Era un miembro de la familia. Andrés era nuestro compañero, hermano y eso duele, indudablemente que dolió y sobre todo de una manera así en la que terminó una vida, pero no podemos ocultar el país que teníamos”, indicó Maturana.

Barragán fue uno de los más afectados y hoy, cerca de su trigésimo aniversario, siente mucha tristeza por lo que fue dicho momento.

“Me quitaron un hijo, porque así lo sentía y lo siento de esa manera, y todavía tengo ese dolor adentro. Todavía no puedo entender que eso le hubiese pasado a una persona sana, a una persona buena”, afirmó.

El golpe para Lozano fue “durísimo” y recuerda que “llegar a Cali y escuchar la noticia fue un momento de mucha tristeza, con un vacío que se sintió horrible, porque era el mejor compañero que teníamos nosotros”.