Fútbol
Entrevista: “Yo no invento, soy un entrenador al que le gusta estudiar”: Lucas González, DT del América de Cali
El timonel rojo contó cómo puso a los ‘diablos’ en la parte alta de la tabla, luego de los malos resultados.
Por César Polanía / Editor de Afición
Lucas González no es un hombre de rencores. Le parece normal que lo hayan sacado del América por malos resultados cuando apenas transcurrían cinco fechas de la Liga, y ahora, luego del respaldo de los jugadores que impidieron su salida, tenga al equipo en la parte alta de la tabla. No le molesta que digan que “inventa” con la alineación en cada partido al punto de formar un “equipo Frankenstein”, ni mucho menos le incomoda que lo califiquen como un “técnico versero y gomelo”. Y toma con mucho humor que los hinchas pidieran antes su cabeza y hoy coreen su nombre y exhiban pancartas con mensajes que dicen “Era molestando, Lucas”.
Luego de la contundente victoria 4-1 del América contra Nacional el sábado, que tiene a los diablos rojos con un pie en la clasificación a los cuadrangulares, Lucas habló con El País del “infierno” que vivió cuando los resultados no se daban y del momento que atraviesa ahora, aunque, afirma, está muy lejos del paraíso todavía.
Nunca lo habíamos visto tan emocionado como el sábado celebrando el triunfo contra Nacional. ¿Ha sido su momento más feliz con América?
Era un partido especial, muchos lo llaman el clásico de Colombia, y es normal que tengas un nivel de tensión diferente. Y la emoción viene porque superamos ampliamente en el juego a un grande y los jugadores lo disfrutaron. Yo no había podido ganarle a Nacional como entrenador de Águilas ni de América. Y una cosa es ganar por accidente y otra como lo hicimos.
Antes de ese partido, usted había dicho que tenía un plan. ¿Le salió todo en la cancha como quiso?
No todo, porque Franco Leys se tiró al piso, o de lo contrario habríamos ganado 4-0 (risas). Pero América hizo un partido bastante bueno. Teníamos muy claro cómo superarlos y por primera vez enfrenté a Nacional con la plantilla completa.
¿Pensó realmente que los 38 pases iban a terminar en gol?
Por supuesto, eso lo entrenamos siempre. Cuando logramos ponernos adelante en el marcador es cuando más hay que quitarle el balón al rival y jugarle a un ritmo diferente, es decir, hacer una cantidad de pases superior, antes de ingresar al área. Contra Boyacá Chicó hicimos una jugada de 60 pases que por poco termina en gol de Sarmiento. Contra Nacional, los once jugadores, incluido el arquero, participaron en la jugada de gol y esa es la expresión más bonita de lo que significa el juego colectivo.
Antes del pase de Darwin, quien toca la pelota es John García; eso habla de lo adelantadas que estaban las líneas...
Yo he tenido buenos mentores como entrenadores y uno de ellos decía que jugar bien es darse cuenta de dónde están tus centrales, y si lo hacen por delante del círculo del mediocampo, es porque estás jugando muy bien, y cada vez lo podemos hacer más con este equipo.
Pese a ello, un reconocido periodista afirmó que este América es imperfecto y triunfó con la complicidad de Nacional...
Jugar bien es muy difícil y cada uno interpreta la realidad como quiere. Al comienzo de temporada no tuvimos centrales y pusimos jugadores en otras posiciones, nos pitaron cinco penales en dos partidos, concedimos siete goles en dos partidos, defendimos mal. Yo no estoy en contra de la crítica; por el contrario, es necesaria para construir nuevo conocimiento. Lo que sucede es que cuando tienes un micrófono puedes crear una narrativa, y si dices que un equipo defiende mal, después es fácil sesgar la atención hacia esos aspectos. En los últimos tres partidos en nuestra casa hemos marcado doce goles y nos han hecho uno; y antes completamos seis partidos con la valla en cero; si eso es defender mal, que me lo firmen donde sea.
¿Cómo vivió ese infierno de los malos resultados?
Fue un momento que ahora veo bonito; que se entienda, porque la dificultad te obliga a crecer. En el momento que lo vives es duro, pero sirvió para construir el equipo que estamos haciendo.
¿Y hoy se siente en el paraíso?
No, estaremos en el paraíso el día que ganemos la Copa Libertadores, y estamos muy lejos.
¿Ese es de verdad su gran sueño?
Es uno de los sueños que tengo. Sueño también dirigir la Selección Colombia, dirigir en Europa, ojalá en España. Y sueño con esa Copa Libertadores, ojalá antes de los cien años del club, en 2027; es algo a lo que apuntamos, ganando primero el título de la Liga. Estamos lejos del cielo y lo que logramos conseguir por ahora fue un alivio por la situación en la que estábamos. Tenemos los pies en la tierra.
¿Qué le falta al América para exhibir el fútbol que a usted le gusta?
Nos falta hacer más de lo que hicimos contra Nacional, en el partido contra Chicó y en el clásico contra el Cali. Después de marcar un gol tenemos que mejorar en asegurar la pelota, cuidarla y no arriesgarla de manera innecesaria.
¿Para el jugador colombiano es complejo entender el discurso de Lucas, con ese fútbol moderno, de presión y avasallador?
No. Si fuera complejo, no lo harían, y ya lo hicieron contra Cali, Chicó, Nacional. A los jugadores colombianos muchas veces los subestimamos y no entiendo la razón, como si el jugador europeo tuviera dos cerebros. La diferencia es que el cerebro del jugador europeo ha sido alimentado con información de mejor calidad. El jugador colombiano es más silvestre, pero no porque esa sea su naturaleza, sino porque el entrenador colombiano le ha llevado menos información. No tengo ninguna duda de que si algún día Pep Guardiola viene y dirige en la primera división colombiana, seguramente le va a ganar a todo el mundo con el equipo que sea, porque el jugador colombiano es muy inteligente.
El hincha pasó del odio al amor y ahora corea su nombre. ¿Cómo asume ese cambio de actitud?
Me he dado cuenta de que los caleños tienen un sentido del humor un poco pesado (risas). Yo entiendo al hincha porque llega un entrenador joven, que poco ha dirigido, e interpreta que no está a la altura de su club. El ambiente se creó con una hostilidad muy fuerte en las primeras fechas. Cuando pierdo, evalúo y me doy cuenta de que no soy el peor entrenador del mundo, y cuando gano tampoco soy el mejor.
La lección que deja su caso es que a los técnicos hay que darles tiempo en su proceso...
Siendo abogado del diablo, entiendo a los directivos cuando los resultados no se dan, pero considero que a los entrenadores hay que aguantarlos cuando saben lo que hacen, pero si no lo saben, es mejor elegir otro entrenador.
Y Ramos se portó como todo un capitán, calmando las aguas y saliendo en defensa suya con los demás jugadores...
‘Adriancho’ es un jugador al que respeto mucho. Lo enfrenté con Águilas el semestre pasado y quise pedirle la camiseta, y luego la vida me pone a dirigirlo. Fue dirigido por Klopp, por Tuchel, estamos hablando de lo mejor que hay al lado de otros dos o tres entrenadores. Es un jugador que se comporta como un campeón. Y le dije que haría todo por sacarle hasta la última gota de fútbol que tenga en sus piernas y su cerebro. Yo suelo abrazar a los jugadores al final del partido y darles las gracias, pero contra Nacional fue él quien me abrazó y me agradeció. Muy bonito.
No podemos dejar de hablar de Barrios en esta nota. ¿Qué piensa cuando lo ve con tanta habilidad corriendo toda la cancha?
Lo mismo que cuando está por fuera de la cancha. Me rasco la cabeza porque es insoportable, es una piquiña, siempre está haciendo bromas, no tiene filtro, va diciendo lo que piensa. Tiene una buena relación con Alexis (Henríquez), porque los dos son costeños y se enfrentaron. Lo que hemos hecho con él es no coartarle su personalidad, dejar que se divierta en el campo.
A todos nos tiene sorprendidos Josen Escobar, que juega de lateral, interior, atacante, y tiene apenas 18 años...
Hay un discurso por ahí que dice que cuando Lucas dejó de inventar, América empezó a ganar, que ahora pone el sofá en la sala, la nevera en la cocina... y hoy tengo un lío porque no puedo sacar a Josen del once titular. En el juego que queremos recrear, Josen es el mejor de todos. ¿Y de qué juega? De lateral, interior, mediocentro. Entonces, dicen que Lucas inventa, que se cree tal cosa. No, Lucas es un entrenador al que le gusta estudiar.
Ya que entramos en ese terreno, ¿qué responde a los que dicen que usted es un versero?
No tengo que responderle a nadie por eso. Los jugadores hablan por el entrenador.
¿A los que lo matriculan con Nacional, qué les dice?
Nacional me dio la posibilidad de trabajar cuando regresé al país y siento agradecimiento. Crecí en Cartagena siendo hincha del Real Cartagena, pero cuando uno empieza a trabajar, se desvanece ese sentimiento. Es un bonito recuerdo.
Dicen que usted es gomelo...
(Risas) La gente etiqueta. Soy como soy y me muestro como soy. He intentado aprender, educarme fuera del país, y eso me hace expresarme a mi manera. Lucas es Lucas.
Sus padres quisieron que usted fuera administrador de empresas. ¿Qué le dicen hoy?
Mi padre murió hace nueve años, fue un empresario exitoso y quiso que yo me encargara de sus negocios; y mi madre está ahora conmigo, ha visto las dos caras en el América y se lo ha tomado con humor. Recuerdo un cántico contra Medellín en el que me decían “Lucas, Lucas, Lucas maricón”, y voy después del partido y le pregunto a ella, que estaba en el palco del Pascual, que cómo la pasó, por aquello del coro, y me contesta: “bien, yo escuché: Lucas, Lucas, Lucas campeón”.
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