DEPORTES
¿Para qué sirve la Dimayor, el ente donde el Presidente es un simple secretario? Opinión
Este órgano nos sorprende a menudo con sus decisiones. La última de ellas, la que se tomó en contra de Teófilo Gutiérrez.
Cada que la Dimayor es noticia, nada bueno está sucediendo. Nos acostumbramos a que la División Mayor del Fútbol Colombiano —el órgano que diseña, fija las reglas de juego y ejecuta los campeonatos de fútbol en nuestro país— nos sorprenda a menudo con sus decisiones. La última de ellas, la que se tomó en contra de Teófilo Gutiérrez…
El capitán del Deportivo Cali fue sancionado en vísperas del clásico con América con dos fechas y dos millones de pesos porque les enseñó a los hinchas del Deportes Tolima las estrellas del escudo azucarero en la final de la Superliga. Eso dice el informe de la Comisión Disciplinaria. Y resulta que el escudo del Cali no tiene estrellas bordadas en la camiseta.
La determinación, como era de suponerse, generó una voz de protesta por parte de los directivos, cuerpo técnico, socios y aficionados caleños, al tiempo que la prensa calificó de desmedida y hasta ridícula la sanción.
Sin embargo, la Dimayor no dijo nada, ni mucho menos emitió sanción alguna, contra el técnico Hernán Torres, que en la misma final se enfrascó en una fea discusión con un grupo de aficionados en la tribuna de Palmaseca, como si estuviera en una plaza de mercado; ni contra Andrés Felipe Ibargüen, quien marcó un gol y lo celebró incitando el enojo de los seguidores azucareros.
Cuando los periodistas consultamos a cualquier directivo de la Dimayor sobre las decisiones de la Comisión Disciplinaria, la respuesta es la misma: ese es un órgano independiente en el que nada tiene que ver el presidente. Gigante mentira.
El presidente, por supuesto, no hace parte de la Comisión, pero es la cabeza del órgano que ampara y patenta a quienes integran ese cuerpo. Es como si yo dijera que mi hijo es un ser independiente dentro de mi casa y yo no tengo nada que ver con sus responsabilidades.
El reciente caso de ‘Teo’ es apenas una de las ‘pequeñas’ cosas con las que suele sorprendernos el ente rector del fútbol colombiano.
En diciembre del año pasado, Llaneros y Unión Magdalena protagonizaron un vergonzoso escándalo que le dio la vuelta al mundo y terminó con el ascenso del equipo samario. ¿Y qué sucedió? Absolutamente nada.
Hoy, la Dimayor está próxima a abrirle de nuevo las puertas a un dirigente como José Augusto Cadena, que sepultó al Cúcuta y nunca debería estar sentado en una silla directiva. Pero allí suelen cubrirse los males y hacerse pasito entre todos.
Y si hablamos de la Comisión Arbitral de la Dimayor —otro brazo ‘independiente’ suyo—, allí también abundan las malas decisiones, porque a los árbitros que pitan mal terminan premiándolos. Y a los que más se equivocan los ponen a ‘impartir justicia’ en el VAR.
¿Para qué sirve la Dimayor? Para nada bueno, porque hasta el torneo es mal organizado. Y porque su presidente, quien sea que ocupe ese cargo, no tiene poder alguno. Termina siendo un secretario de los dirigentes y dueños de los clubes que se limita a firmar las actas de las decisiones que ellos toman. Él no gobierna, no tiene injerencia en ninguna determinación.
Además de la Dimayor, en Colombia operan la Difútbol —el órgano que maneja el balompié aficionado y del que es dueño desde toda la vida Álvaro González, nadie menos que ese ‘mandamás’ con todas las turbiedades posibles en su proceder— y la Federación Colombiana de Fútbol, encabezada por Ramón Jesurún, a quien le tocó responder ante las autoridades por la reventa de boletas para los juegos de la Selección Colombia en los partidos de eliminatorias al Mundial de Rusia 2018.
Y de donde dio un salto a la cárcel el mismísimo presidente Luis Bedoya. Y para qué seguir con la cantidad de escándalos que han rodeado nuestro fútbol.
¿Es necesaria tanta burocracia en un escenario donde la corrupción esparce sin pudor sus tentáculos? Con que haya un solo organismo que maneje el deporte de la pelota es suficiente, como sucede en los demás países.
Acabar la Dimayor y reestructurar la administración del fútbol colombiano sería un gran favor en beneficio del deporte, los propios equipos y la afición. Y si queda en manos de gente idónea y transparente, mucho mejor. Mientras ello no suceda, la Dimayor seguirá siendo noticia frecuentemente y no por cosas buenas. Su desprestigio cada vez es mayor e inatajable.
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