FUTBOL INTERNACIONAL
La historia de los Gil, la apasionada familia que echó raíces en el fútbol de El Salvador
Cristian Gil, exjugador del Deportivo Cali, echó raíces hace 15 años en El Salvador, donde sus tres hijos colombianos son figuras. Que jueguen en la Selección Colombia o en la salvadoreña es el dilema que tiene.
El fútbol los unió y hasta los llegó a enfrentar. Los Gil pueden contar tantas anécdotas desde que salieron de Cali en el 2005 rumbo a El Salvador, en busca de un mejor destino detrás de un balón.
Cristian, cabeza visible de la familia, debutó en el Deportivo Cali de la mano del ‘Pecoso’ Castro en un partido ante el Atlético Bucaramanga en 1995.
Después de esa temporada deambuló sin mucho éxito por varios equipos colombianos y venezolanos, algunos de ellos de segunda división.
Hasta que en el 2005 apareció una recomendación de Víctor Mafla, volante vallecaucano que estaba en El Salvador, y el ya exjugador del Deportivo Cali en ese entonces no tuvo otra opción que irse al fútbol de ese país, de la mano de su esposa y sus pequeños hijos: Brayan, Cristian David y Máyer Andrés (este último bautizado así en honor a su gran amigo, Máyer Candelo).
“A Víctor Mafla le preguntaron por un delantero y él me recomendó; llegué a El Savador en 2005 con mis hijos muy pequeños. Jugué en Vista Hermosa, uno de los grandes de acá, ese año fuimos campeones y salí goleador del equipo y mejor jugador del torneo. Y desde ese año estamos en El Salvador”, dice Cristian, quien era un puntero muy veloz que siempre jugaba por la izquierda.
El vallecaucano comenzó a hacer un nombre en ese país centroamericano, pero desde su primera temporada hasta el 2018 que fue el año de su retiro, tuvo altibajos en lo económico.
“En lo deportivo me fue muy bien, se hizo un nombre, se pudo hacer con entusiasmo lo que a uno le gusta; en lo económico, los primeros cinco años fueron buenos, pero después se presentaron situaciones malas, los equipos no querían pagar, y además estuve un año sin jugar por un accidente”.
En el 2009, regresando de una playa en el Puerto de La Libertad, en compañía de Alexánder Obregón, exjugador del América, el carro en el que iban se volcó, Obregón murió y Gil sobrevivió de manera milagrosa.
“Lo mío fue un milagro, estuve cinco días en coma, me fracturé 11 costillas y tuve golpes en otras partes del cuerpo; eso me marcó para siempre, pero tuve la bendición de Dios y pude jugar nuevamente”, recuerda.
En ese regreso al fútbol tuvo el privilegio que muy pocos tienen, de jugar en un equipo - el Brujos- con uno de sus hijos, y de enfrentar a otro - en el Robles - en una serie que definía el paso a la final del torneo de segunda división en El Salvador.
“Compartí con mi hijo Brayan, que es el segundo, y enfrentamos a un rival en el que estaba Cristian, que es el mayor. Estábamos peleando el paso a la final y nos ganó el equipo de Cristian. Pero fue una sensación muy linda, estar en la cancha tres miembros de una familia, padre y dos hijos, no tiene precio. Yo le decía a Brayan que intimidáramos al mayor, mandaba a los compañeros a que le dieran patadas, pero él se encargó de sacarnos, fue el mejor en esa serie”, asegura Cristian.
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Turno para los hijos
A medida que los tiempos en el fútbol se le iban acabando a Cristian, comenzaba el de sus hijos, que ya se hacían conocer en los pocos minutos que jugaban con sus respectivos equipos.
Cristian David y Brayan Alexánder nacieron en Cali, y Mayer Andrés en Yopal. “Al último de mis hijos le puse ese nombre por Máyer Candelo, con quien tuve una buena relación en el Deportivo Cali, somos buenos amigos; él iba a ser el padrino, pero como me vine hace muchos años, no se pudo”, señala Cristian, quien hoy funge de representante de sus hijos y trabaja con niños de Nejapa en un convenio con la alcaldía de esa localidad.
Máyer Andrés, el menor, tiene 17 años y juega en el FAS, el onceno más grande en títulos. Cristian David, el mayor, arregló con Metapán, otro de los importantes y el más ganador de la última década, y Brayan está en Bélgica para jugar en el KAA Genk.
“Los tres son delanteros, Cristian es más polifuncional. Máyer es carrilero derecho y Brayan es 9. El más goleador es Brayan, el año pasado debutando en primera con FAS hizo 16 goles, fue la revelación del torneo, tuvo un llamado de la Sub 20 de Colombia, pero por la instancia en que estaba jugando el torneo acá no lo dejamos ir”, dice el exjugador del Deportivo Cali.
Confiesa que ese es un dilema que ahora afrontan: Colombia o El Salvador a la hora de vestir la camiseta de la Selección.
Los tres hermanos Gil se nacionalizaron salvadoreños por recomendación de directivos y técnicos de ese país que ven en ellos un gran potencial para reforzar el ataque del seleccionado centroamericano.
“Mis hijos se nacionalizaron en diciembre para jugar con El Salvador. Estamos esperando que sea lo que Dios quiera, aunque ellos se inclinan por Colombia. Ellos son los que mandan y deciden, pero estamos esperando”, manifiesta el padre y representante.
Asegura que “decirle no a El Salvador es también muy complicado; todas aquellas personas que han confiado en ellos se van a venir encima en caso de que decidamos por Colombia. No cerramos ninguna puerta”.
Por lo pronto Cristian, el padre, sigue trabajando en busca del mejor futuro de sus hijos; confiesa que no sigue mucho al Deportivo Cali, porque desde que se radicó en El Salvador, su cabeza está más metida en lo que pasa deportivamente en ese país.
En diciembre, después de 14 años de no venir, Cristian estuvo en Cali visitando a su familia y a los amigos que le dejó el fútbol.
Luego retornó a El Salvador donde está su vida porque, como él mismo dice, “acá estoy dedicado a mi hogar y a lo de Dios que es el que me permite disfrutar de mis hijos. Lo busco por agradecimiento”.
Los próximos días serán cruciales para determinar por qué bandera se inclinan los Gil en tema de Selección: si por la de Colombia, que es su país natural, o por la de El Salvador que fue el que les tendió la mano en un momento difícil.