La ciudad del pádel: ¿por qué los caleños no dejan de jugar?

Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes

En las canchas se encuentran el exjugador de fútbol de la Selección Colombia, Mario Alberto Yepes, ahora uno de los jugadores aficionados de pádel más reconocidos en Cali; la administradora de empresas Mei Lian Kuang, fundadora del restaurante de bowls UKI, quien en su cuenta de Instagram publicó una foto con su atuendo para jugar al pádel con una frase: “simplemente me encanta esto”.

También está la periodista María Carolina García, quien después de hacer una nota para televisión sobre cómo se juega el pádel ahora lo práctica a diario, y el productor audiovisual Juan Pablo Ángel, un tenista de toda la vida que desde que encontró el pádel hace tres semanas no deja de jugarlo.

Es una mañana de miércoles y todos asisten a Padeling Pance, el club de pádel fundado por el tenista caleño Juan Sebastián Cabal, campeón en dobles con Robert Farah en Wimbledon y el US Open en 2019.

Paula Cardona, quien se encarga del mercadeo del club, menciona que solo en un kilómetro alrededor hay por lo menos cuatro clubes más. Cali de a poco se convierte en una ciudad de canchas de pádel, cuando hace un par de años, antes de la pandemia del coronavirus, era una sucursal de canchas de microfútbol.

Según datos de la app easycancha, en 2023 el pádel lideró el alquiler de canchas en el mundo con 160.000 reservas, un crecimiento del 870% frente a 2022. ¿Por qué los caleños no dejan de jugar al pádel?

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El entrenador Remigio Páez Martínez es el director deportivo del club Padeling Pance. Mientras supervisa las clases de la academia, cuenta que el pádel se lo encontró hace seis años, en Panamá, donde viajó para dirigir un centro de tenis, su deporte desde que tenía 15 y era recogebolas en un club.

– Pero llegó la pandemia y lo que se iba a construir de tenis se cayó. En cambio, quedé sumergido en el mundo del pádel y me empecé a capacitar como entrenador.

Su hija de 13 años, que juega al pádel desde hace año y medio, obtuvo una beca en la potencia de este deporte en el mundo, España, y Remigio la siguió. Se certificó como coach en Málaga.

Si los caleños no dejan de jugar a este deporte, dice mientras sigue observando los avances de sus alumnos, es porque es un juego que genera la sensación de éxito a muy corto plazo.

– La pala con la que se juega es mucho más corta que una raqueta de tenis y se está más cerca del centro de gravedad, lo que hace que se pueda controlar mucho más fácil. Cuando empiezas a jugar pádel, el nivel básico se aprende muy rápido, es cuestión de una o dos clases para estar listos y jugar un partido medianamente bien. Por eso el pádel genera una sensación de éxito, de que eres bueno, en muy corto plazo. Así no hayas hecho deporte nunca, tras una clase sientes que puedes competir, a diferencia de lo que sucede con otros deportes como el tenis, donde para jugar un partido primero hay que formarse durante mucho más tiempo – dice el profesor Remigio, quien enseguida agrega:

– Está comprobado científicamente que cuando se le pega a la pelota de pádel con la pala se producen endorfinas, la sustancia en el cerebro que genera sensación de bienestar. Por eso el deporte se vuelve de alguna manera adictivo. Y las posibilidades de devolver la pelota en el pádel son muchas gracias a las paredes que rodean la cancha, que te dan una segunda oportunidad. Además, cada vez aprendes algo nuevo, por eso se llegan a niveles de excitación bastante altos en los que dices: la hora y media de un partido no me alcanza, quiero seguir jugando.

El pádel se juega en parejas y, como en el tenis, hay dos campos separados por una malla, solo que a diferencia del ‘deporte blanco’, en la cancha de pádel hay paredes. Si la pelota rebota dos veces en el suelo del campo contrario, se gana un punto. Los partidos se juegan al mejor de tres sets, es decir que la pareja que gane dos sets vence.

Aunque España es la gran potencia, el deporte nació en México, en Acapulco, a finales de los años 60. Enrique Corcuera, un empresario que amaba el tenis, construyó una cancha en su casa y, para que la pelota no se fuera por los bosques de alrededor, levantó unos muros sin sospechar que estaba creando un nuevo mundo.

Sin embargo, Argentina es donde más se práctica pádel en América Latina. Después del fútbol, es el deporte más popular. Verónica Derotier, nacida en el país de Messi y Maradona hace 23 años, es entrenadora del club Padeling Pance. Juega desde que tenía 4.

– Mis papás son inversionistas y hace 35 años vieron que el pádel podría ser una opción de negocio y abrieron un club, La Cascada. Entonces yo crecí con el deporte. Es una pasión que tengo y poder trabajar en lo que me gusta es increíble. Es además adictivo. El sonido de la pelota al golpearla me genera algo que me gusta. En Cali se está expandiendo por el voz a voz: amigos que conocen al pádel traen a otro y así. Aunque muchos llegan al club por la curiosidad que les genera las canchas que se están construyendo: ¿de qué son?, preguntan y se acercan a mirar los partidos.

No se sabe con exactitud cómo entró el pádel a Colombia, hace aproximadamente tres años, pero se sospecha que una de las causas fue la pandemia. Como apenas se requieren cuatro personas para jugar un partido, fue de los primeros deportes que se reactivaron en el mundo tras el confinamiento. Era menos probable contagiarse de Covid en un campo donde estuvieran dos parejas que en una cancha de fútbol donde hay 22 jugadores, o microfútbol, donde son 10, más los suplentes.

Además, son más rentables las canchas de pádel que las de fútbol. Al ser más pequeñas, (10 metros de ancho por 20 metros de largo ) donde se hace una cancha de micro se hacen dos de pádel, luego los clubes empezaron a pulular en Colombia, sobre todo en Bogotá y Medellín, y ahora en Cali, donde el tenista Juan Sebastián Cabal es uno de los precursores.

– La primera vez que jugué pádel fue hace 14 años y siempre me gustó. Conocí a los mejores padelistas del mundo, los seguía y con Robert Farah jugábamos de vez en cuando. Siempre nos preguntábamos: ‘qué raro que no haya llegado a Colombia el pádel, sería bacano llevarlo’, y cuando nos comenzamos a retirar del tenis salió la opción con gente que conocía el deporte y que le apostaron a la idea. Mis socios han viajado a Europa, tienen familiares en España, conocen el pádel, les gustaba mucho, y pensaban lo mismo: es necesario llevar el pádel a Colombia. Así nació el proyecto – dice Cabal, para quien el secreto del auge del deporte en realidad es algo muy sencillo: es una forma diferente de hacer deporte sin que importe mucho el nivel inicial que se tenga. Y se disfruta entre amigos. En canchas pequeñas, la comunicación es constante.

Aunque las maneras de cómo se asume un partido son disimiles. Para la periodista María Carolina García, es pura diversión, un plan de domingo con su familia. Hay personas de 70, a veces más, que lo practican por salud, estimular el sistema cardiovascular, con la ventaja de contar con canchas techadas en días de soles inclementes. Otros son tenistas aficionados a quienes el pádel sedujo.

Es el caso del productor audiovisual Juan Pablo Ángel, quien, dice con su camiseta negra empapada de sudor, siempre sale a ganar, sobre todo si se apuesta con la pareja rival el valor de la cancha: 75 mil pesos si se juega antes de las 5 de la tarde, o 160 mil en horario prime, entre las 5 de la tarde y las 11 de la noche.

– El juego es potencia y ubicación. Es una ciencia, en este deporte cada punto debe estar hablado antes de jugarlo, hay que saber leer a los contrincantes, sus partes fuertes, débiles, saber a dónde pegarle a la pelota. La cancha es mucho más pequeña y se está cerca del compañero, es cierto, por lo que a veces a mí me da más rabia cuando no sale una jugada. Los puntos son tan rápidos, que las emociones son muy intensas. En pádel te desconcentras un momento y ya perdiste tres games. Y yo nunca quiero perder. No juego solo para pasarla bien, de joda, juego para ganar.