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Nicolás Tejada Villamil, niño caleño hincha de River Plate, que por primera vez entró al Monumental para ver ganar a su amado equipo.
Nicolás Tejada Villamil, niño caleño hincha de River Plate, que por primera vez entró al Monumental para ver ganar a su amado equipo. | Foto: César Polanía / El País

Fútbol

La primera vez de un niño caleño en el Monumental de Núñez y con triunfo de River Plate

Nicolás Tejada Villamil es un ‘pibe’ de 9 años que ama al equipo ‘Millonario’. Vive en Buenos Aires, pero nunca había ido al estadio a un partido.

19 de junio de 2023 Por: El País

Por César Polanía - Editor de Deportes, Buenos Aires

La primera vez de un niño en el estadio acompañando al equipo que ama es la oficialización, por escrito, del comienzo de un romance que nunca termina. De un amor que no se traiciona. De un idilio que deja un sabor distinto en cada partido, porque a veces se gana, a veces se pierde, pero jamás deja de latir el corazón.

El sábado 17 de junio de 2023 quedó grabado para siempre en el lado izquierdo del pecho de Nicolás Tejada Villamil. En ese músculo que colecciona sentimientos y al que todos llamamos corazón quedó atesorada aquella noche en el estadio Monumental de Núñez, bajo el frío inclemente de una Buenos Aires querendona en vísperas de invierno.

Nicolás Tejada Villamil, hincha de River Plate, en su primera vez en el estadio Monumental de Núñez.
Nicolás Tejada Villamil, hincha de River Plate, en su primera vez en el estadio Monumental de Núñez. | Foto: César Polanía / El País

A pesar de que vive hace un año en la capital argentina, Nicolás nunca había ido al estadio a ver a su equipo. Él es un chico caleño de apenas 9 años que como tantos otros se dejó seducir por el encanto de la pelota. Y también, como tantos otros, se rindió ante la tentación del fútbol argentino, pero su devoción tiene nombre propio. Se llama River Plate.

“¿Y el Cali, el América?”, le pregunté dos días antes de la cita en el Monumental. “¿Qué pasa?”, me respondió. “Mi equipo es River Plate”, recalcó a renglón seguido.

Hasta ese momento, Nicolás ignoraba que iría al estadio. Bueno, a decir verdad, yo también. Para un hincha que no es abonado o socio, entrar a un partido de River en su casa es tan ‘apoteósico’ como el título mismo de la Liga.

Yo había llegado a Buenos Aires para hacer un cubrimiento sobre ‘Barrabrava’, la nueva serie de Prime Video que se estrena este 23 de junio. Y quise saludar a Jéssica Villamil, madre de Nicolás y una gran periodista y amiga con quien compartimos por muchos años la Sala de Redacción de El País. Y por cuenta del destino, ella y su pareja, el reportero gráfico de AFP Luis Robayo, tuvieron que emigrar a la Argentina. Juntos construyen una nueva vida al lado de Nicolás, quien estudia cuarto grado en el colegio Lincoln Hall y juega en la academia Play Fútbol, a unas cuantas cuadras de su casa, en el barrio Belgrano, un terruño tan argentino como el churrasco, el fernet y los alfajores, donde los edificios residenciales se combinan con el comercio y expresan bellas postales para la cámara de un turista.

La idea

Inevitable estar en Argentina y no hablar de la pelota. Y en uno de esos diálogos pasaron ella y Nicolás como invitándose a la conversación. Y surgió entonces la idea: “llevemos a ‘Nico’ al estadio”. ¿Y cómo? Solo había alguien a mi alcance capaz de conseguir las entradas de un partido que ya tenía 26 minutos jugados y que debió ser suspendido el 3 de junio por la muerte del hincha Pablo Serrano, que cayó desde las gradas de la Sívori Alta del Monumental de Núñez. River Plate, actual líder de la Liga, Vs. el difícil, siempre difícil, Defensa y Justicia. Ese era el juego que debía terminarse aquella noche fría del 17 de junio en la casa del equipo ‘Millonario’.

Nicolás Tejada Villamil, antes de ingresar al estadio del River Plate para ver el juego contra Defensa y Justicia.
Nicolás Tejada Villamil, antes de ingresar al estadio del River Plate para ver el juego contra Defensa y Justicia. | Foto: César Polanía / El País

El otro ‘héroe’

Iñaki Echeverría es un argentino de ascendencia vasca. Trabaja con la Municipalidad. Pero también ha sido de aquellos que pactaron desde chicos un romance con el fútbol. Y si algo sabe hacer de manera perfecta Iñaki es conseguir ‘cosas’ que tengan que ver con el deporte más popular del mundo. Para los documentales Palomo y Ochoa, que rodamos para Telepacífico en Argentina bajo la dirección de Carlos Moreno, fue Iñaki quien consiguió a los escritores Pablo Ramos y Eduardo Sacheri, y a los futbolistas retirados Luis Islas, Jorge Burruchaga, Roque Raúl Alfaro, Ricardo Bochini, ‘Checho’ Batista, Diego Aguirre y otro tanto... ¡Cómo no iba a conseguir dos entradas para llevar a ‘Nico’ al Monumental!

El sábado 17, mismo día del partido, sonó un mensaje de whatsapp en mi celular a las 3:09 de la tarde. Era iñaki. Tenía noticias. Consiguió las dos entradas para el juego, que comenzaría a las 9:00 de la noche. Jéssica, Luis, Nicolás y yo habíamos ido a pasar la tarde en la costanera, a orillas del río La Plata, en el municipio de San Isidro, adonde habíamos llegado luego de montar en dos trenes desde Buenos Aires. Por suerte, el tiempo jugaba a favor nuestro. Y luego de acariciar y besar el atardecer, emprendimos el regreso. El Monumental nos esperaba, pero ‘Nico’ no sabía.

Cuando llegamos a Núñez, en medio del ambiente propio previo a un partido con el fervor de los hinchas por todo lo alto, ‘Nico’ empezó a vomitar. Había tenido algo de gripa y quizás el frío y el trayecto de San Isidro a Buenos Aires lo marearon un poco. Por un momento pensé que el debut de ‘Nico’ en el Monumental fracasaba. Yo aún no tenía las entradas en mis manos. Jéssica, con ese halo protector que solo tienen las madres, le dio agua a ‘Nico’. Lo abrigó con una segunda campera (chaqueta), que era la que ella llevaba puesta. Le cubrió el cuello con una bufanda y le habló con la ternura y la sabiduría de una madre ilusionada por ver la felicidad en la cara de su hijo. Mientras ‘Nico’ se reponía, caminamos hacia donde estaba el contacto de Iñaki que nos entregaría las entradas. Me las pasó en un sobre. Dos tarjetas de cortesía, marcadas con el nombre de un socio al que nunca conocimos pero desde ya lo amamos, y con el escudo de River Plate en rojo y negro en su revés. A esas alturas, ‘Nico’ ya estaba contagiado de fútbol, de estadio, de River, de choripán, pero sabía, desde la primera vez que pisó Buenos Aires, que solo 84.567 personas pueden entrar al Monumental, un privilegio ajeno para dos colombianos, en este caso. Y si algún asomo de resignación lo acompañaba aquella noche, esa sensación amarga se fue para la Patagonia misma cuando le enseñé las dos tarjetas de entrada. “Esta es tuya y esta es mía. Vamos a ver a River contra Defensa y Justicia”, le dije. Su semblante se pareció al de un hincha cantando un gol. Sonrió y le preguntó a su mamá si podía llorar, con la inocencia de un pibe de 9 años que está lejos de la desgracia. “Ya estoy bien, ya me curé”…, dijo después. Sí, ‘Nico’, la pelota lo cura todo.

Nicolás Tejada Villamil celebra el gol que le dio el triunfo a River Plate contra Defensa y Justicia en el Monumental de Núñez.
Nicolás Tejada Villamil celebra el gol que le dio el triunfo a River Plate contra Defensa y Justicia en el Monumental de Núñez. | Foto: César Polanía / El País

Faltando 30 minutos para las 9:00 de la noche, ‘Nico’ y yo ingresamos al Monumental, a la tribuna Centenario Baja, ahí en la mismísima popular, donde todos cantan, todos alientan, todos putean, todos viven un carrusel de emociones que solo suceden en un estadio. Mientras tanto, afuera, Jéssica y Luis aguardaban en un café, a cinco cuadras del escenario que alguna vez fue profanado por la Selección Colombia (5 de septiembre de 1993), cuando Córdoba, Perea, Leonel, Rincón, Valderrama, Asprilla y ‘El Tren’ aplastaron con un 5-0 a Argentina y la dejaron en la cornisa del abismo de cara al Mundial de USA 94.

Treinta años después de aquella gesta, un chico que construye sueños en una cancha de su barrio, que el jueves izará la bandera que no es de su patria, que recita la historia del general del Ejército argentino Manuel Belgrano y que se mueve por las calles de la inmensa Buenos Aires como si estuviera en casa, ha alcanzado su propia conquista. Porque en Argentina el fútbol es una religión y es mejor profesarla desde el propio templo cuando apenas eres un pibe.

En la cancha

Los 64 minutos que se jugaron fueron una exhibición de buen fútbol de Armani, Leandro González, Nicolás de la Cruz, Esequiel Barco, Nacho Fernández y Pablo Solari. River Plate ganó 1-0 con gol de De la Cruz. 84 mil hinchas lo gritaron. ‘Nico’ lo soltó de su boca como si tuviera cuatro pulmones. Sus puños estaban arriba en señal de victoria. Su cara era la única que puede tener la felicidad y sus ojos brillaban, pero no propiamente por la gripa y el frío bonaerense. Y aquellos cánticos que se ha aprendido ajeno a la fiesta del Monumental, ahora los podía entonar con sus congéneres. “Se viene la banda de River, se viene la banda de River”, gritaba. Y elevaba su voz como la de un adulto cuando llegaba la mejor estrofa: “Se va a caer la populaaaaaaar”.

Media hora después del partido, nos encontramos con Jéssica y Luis. Los habían sacado del café donde los dejamos. Ya era tarde. No paramos de hablar, y los abrazos y las sonrisas contaron las palabras que no dijimos. Luego, en silencio, caminamos durante media hora desde Núñez hasta Belgrano. Nicolás conservó las dos tarjetas de entrada como recuerdo en su cuarto, allí donde también tiene una máscara de Lionel Messi barbado y una peluca con los colores blanco y celeste de la bandera de Argentina, su nueva casa. Su Monumental casa.

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