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Por una nueva consagración Panamericana: Anthony Zambrano espera repetir la hazaña de hace 4 años y sellar su boleto a París 2024
El medallista de plata en los 400 metros en Tokio 2020, llega a Santiago de Chile con la ilusión de volverse a colgar el oro como en Lima 2019.
El niño hiperactivo que corría sobre las pistas calientes con los pies descalzos quiere consolidarse como un atleta de oro. El medallista olímpico Anthony Zambrano, una flecha acostumbrada a romper el viento en Colombia, vuelve al ruedo sediento de gloria en los Juegos Panamericanos de Santiago.
La competencia más importante de América en el camino a los Olímpicos ya lo vio subir al podio en 2019.
En Lima, cuando tenía 21 años, aplicó una estrategia que perfecciona en cada carrera: llegó a los últimos 100 metros sin sacar ventaja, aunque en el grupo de los punteros, y cuando ya sus rivales entregaban lo poco que les quedaba de oxígeno, atacó y pasó primero por la línea de meta.
Entonces fue una presea sorpresiva para un país con historial discreto en el atletismo y para un joven que se convenció de su talento, resultado de años de entrenamiento, algunos de ellos sin calzado por culpa de la pobreza.
“Hace cuatro años Anthony Zambrano fue la revelación en la pista”, recuerda en conversación con la AFP la “saeta”, como se bautizó a sí mismo en redes sociales el joven de 25 años, confeso amante de las motocicletas y la mecánica.
Convertido en una figura del deporte colombiano ganó luego, en 2021, la plata en los Juegos Olímpicos de Tokio, por detrás del bahameño Steven Gardiner.
Hoy sus aspiraciones y carácter son más grandes. Una de las marcas más prestigiosas de ropa deportiva lo patrocina aprovechando su éxito y luce aretes, cadenas y anillos de oro que solo se quita para la competencia.
Plantas al desnudo
Cuando se convirtió en el primer sudamericano en lograr una medalla en la prueba de los 400 metros en unos Juegos Olímpicos recibió la recompensa a una carrera que empezó en la precariedad.
En Barranquilla, un puerto sobre el Caribe al que llegó junto a su madre desde el desértico poblado Maicao, en la frontera con Venezuela, comenzó a correr contra el reloj y la adversidad.
Huérfano de padre por la violencia, entrenaba con los pies desnudos no por mística sino porque a su mamá, Miladis Zambrano, no le alcanzaba el dinero para comprarle unas zapatillas acordes para el deporte.
Antes de entusiasmarse por el atletismo, cuando todavía era un adolescente que disfrutaba jugar fútbol, fue albañil y bicitaxista.
Con cada triunfo se fue convirtiendo en “un tipo con una mentalidad ganadora y con una confianza única en su remate”, dice a la AFP Julio César Sandoval, experto del portal Running Colombia.
“Cuando él hace un cambio de ritmo es una locura, no lo coge nadie”, añade.
En 2021, vivió el mejor año de su carrera. Hizo podio en la Liga de Diamante en Catar, donde fue segundo, ganó el Memorial Carlos Gil Pérez en España, la parada de la Liga de Diamante en Italia y se quedó con el meeting de Madrid, superando al sudafricano Wayde Van Niekerk, plusmarquista mundial de los 400 metros.
Mala hora
Después del sueño que vivió en Tokio le cayó la mala hora por molestias físicas. En marzo de 2023 regresó a entrenamientos tras una lesión que lo sacó por 12 meses de las pistas.
En agosto preparaba su regreso por lo alto en el Mundial de Atletismo de Budapest, pero fue descalificado por invadir el carril de un adversario.
No agachó la cabeza y apunta a los Panamericanos como la competición en la que consiga su boleto a las Olimpiadas de 2024: será la oportunidad de “demostrar que Zambrano está de vuelta a las pistas”, augura.
*Con información de la AFP.
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