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¿Quién es el padre que erradicó el ‘maleficio’ del Estadio Deportivo Cali? Esto es lo que se sabe, y lo que hizo
Yerson Marmolejo es un sacerdote confeso seguidor del equipo Azucarero, al que le devolvió la fe y también a la hinchada
Yerson Mauricio Marmolejo es hoy el sacerdote más famoso de la ciudad de Cali, incluso se hizo viral en todo el país. Él fue el encargado de romper el maleficio del Deportivo Cali para que el cuadro Verdiblanco, y su hinchada, volvieran a sonreír porque se les dio el milagro.
El confeso hincha del elenco Azucarero, fue el pasado lunes, con el técnico del equipo Sergio Herrera, al estadio Deportivo Cali para bendecirlo, echarle el agua bendita y exorcizarlo y sus manos benditas dieron su fruto.
El ‘deporcali’ regresó a la victoria luego de siete partidos, justo cuando el padre Yerson Marmolejo sacó del escenario todo lo que estaba en contra del equipo, al que fue a acompañar el martes en la agónica victoria sobre Fortaleza, en la Copa Colombia, toda una muestra de que la fe mueve montañas.
En diálogo con El País, el sacerdote de la Parroquia Santo Evangelio, del barrio Antonio Nariño de Cali, se destapó y contó cada detalle de lo que hizo en el estadio y lo que sintió.
¿Cómo hizo para bendecir el estadio?
A mí se me ocurrió la idea de decirle a Sergio Herrera la semana pasada que si podía ir a bendecir el estadio, él me dijo que le pediría permiso a los directivos y ellos dijeron que sí. Fui a bendecir el estadio el lunes.
¿En qué parte del estadio estuvo echando el agua bendita y orando?
Recorrí toda la cancha esparciendo el agua bendita, me llevé una jarra grandísima. Recé el Credo de los Apóstoles, el Padre Nuestro, el Ave María. Hicimos, con otro sacerdote que me acompañó, la oración del exorcismo.
Le pedí a Dios que tomara posesión sobre ese lugar y que si había algo que no fuera voluntad de él, lo sacara y lo erradicara con esa bendición. También pasé por los dos camerinos, por el túnel de salida a la cancha y por donde pasan los jugadores.
¿En los arcos hizo un pedido especial?
(Risas) Sí, me paré enfrente de los dos arcos, les eché la bendición con una fe increíble para que se abrieran esos arcos a nuestro favor. También hice una oración muy bonita.
¿Dentro del escenario sintió algún tipo de energía negativa?
No, no sentí nada, pero sí fui con esa intención y le pedí mucho a Dios que si había algo ajeno a su voluntad lo sacara, que ya no habitara más en el lugar.
¿Usted estuvo en el partido ante Fortaleza, por la clasificación a cuartos de la Copa Colombia?
Yo no iba a ir, tenía una reunión, pero me la cancelaron. En la parroquia ya tenía un sacerdote que me iba a reemplazar, entonces aproveché para ir al estadio y voy a ver cómo gana mi equipo. Para este partido me invitaron los directivos, que ya me la venían haciendo hace tiempo, estuve en un palco.
¿Qué sintió porque se dio el milagro de la victoria?
Una emoción muy bonita por ver cómo se abrió por fin el arco nuestro. Me dio mucha alegría cuando dieron los siete minutos de adición porque el número 7 es bíblico, significa la creación, entonces al equipo le dieron siete minutos de creación para hacer el gol de la victoria y así se dio.
En la tanda de penales, ¿cuál fue su reacción, oró, se arrodilló o qué hizo?
Estuve siempre sentado, empuñé mis manos, las uní, hice la oración a San Miguel Arcángel y encomendé los penales diciendo que seas tu señor obrando, que si este triunfo es para nosotros te damos gracias, y sino lo es también te agradecemos, envíales mucha fuerza a los muchachos, hice el Padre Nuestro y les eché la bendición a los muchachos.
¿Cómo vive usted un partido, salta, grita, aplaude, insulta, qué hace?
No, madrazos no. Mis emociones son muy grandes. Yo salto y hasta miedo me da porque me puedo ir para la parte de abajo de la tribuna, porque estoy en un palco. Soy muy emocional cuando el equipo hace un gol.
También cuando el árbitro nos pita algo que no es, yo grito, no sé si me escucha el juez. Yo le digo: mirá bien, mirá bien; de pronto se me puede salir algo por ahí, pero luego voy y busco un padre para confesarme, cuando la emoción me ha llevado a decir palabras que no son.
¿Al ver el estadio ya con la hinchada, qué tipo de energías sintió?
Yo pude ver en el primer tiempo algo muy positivo, la gente estaba muy contenta, aplaudía, pero a uno se le va metiendo ese espíritu negativo cuando va perdiendo, empiezan los insultos, pero la invitación es que alentemos al equipo. Todos los clubes pasan por momentos difíciles, debemos apoyar siempre al equipo. Los muchachos en la cancha sienten y escuchan lo que se dice, más que insultarlos hay que animarlos.
Ya en casa el Cali rompió la sequía, gracias a su bendición y al gua bendita, ¿y ahora qué harán para romper el ‘maleficio’ de visitante?
Orar, solamente orar. Lo único que uno siempre puede hacer es orar y es algo que siempre les he dicho a los muchachos cuando voy a darles la misa. Yo hablo con ellos y les digo que sea del credo que sea, cada que vaya a empezar un partido encomiéndese a Dios y ellos son receptivos.
¿Usted está haciendo alguna oración especial para que el equipo no descienda?
Sí claro, siempre oro. Dentro de las intenciones de la misa siempre pongo mi intención por la institución, que le dé sabiduría a los directivos, a los jugadores y técnico, y también a los hinchas para poder salir de esta locura. Hasta pensar en eso es malo, llegar a caer en el descenso.
¿Le cambió un poco la vida al haber hecho esto, los otros sacerdotes hinchas de América le hacen bromas?
No mucho. En la vida sacerdotal también hay padres hinchas del Deportivo Cali y de América, me han escrito cosas buenas. Algunos del América me hacen chistes, me dicen que si ya me dieron el diezmo (por la crisis financiera del Cali) y me han mando memes.
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