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La historia de Tatiana Rentería, la luchadora que esquivó las balas para conquistar el mundo
Entre balas, muertos, hambre y pobreza creció Tatiana Rentería, la medallista de bronce en los Olímpicos. Un ejemplo de vida.
El conflicto social con la guerrilla y la pobreza, en Buenaventura, fueron el impulso que llevó a Tatiana Rentería a querer ‘comerse’ el mundo, en el que hoy en día brilla por su talento, perseverancia y consistencia, para alcanzar los sueños, esos que tantos obstáculos ha tenido.
Rentería, de 24 años, es la luchadora colombiana que ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos París 2024, en donde lloró de alegría, pues le cumplió uno de los sueños de su hija, Yeisy, quien le pidió que de cumpleaños le regalara la medalla olímpica, esa ganó en el tatami de París.
Y es que gracias a la presea de bronce obtenida en París 2024, Rentería recibirá una casa en Buga por parte de la Gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, además de quedar con pensión vitalicia otorgada por el Ministerio del Deporte y recibir casi 200 millones de pesos como premio, entre los Gobiernos nacional y departamental.
Por eso, hoy recuerda Tatiana todo lo que tuvo que hacer para escribir unas páginas gloriosas en el mundo del deporte: esquivar las balas de la guerrilla en la vereda Guayabales de Buenaventura, evadir la pobreza y luchar contra el conflicto social, fueron aspectos cruciales para que surgiera una leyenda.
Confiesa la luchadora que su niñez fue un poco ‘tormentosa’. La vereda Guayables, aledaña a Buenaventura, es un lugar propicio para la guerrilla. Está ubicada en medio de las montañas, con una altitud de 1450 metros. Allí han proliferado grupos al margen de la ley como las Disidencias de las FARC, el ELN y otros ‘clanes’ delincuenciales.
La Guerrilla hizo desplazar a la familia Rentería
La mamá de Tatiana Rentería, doña Mercedes, se dedicaba a la pesca junto a su familia. Todos los días tomaban una lancha y se desplazaban por el Río Cajambra, para ir a los afluentes de Buenaventura y Chocó, mientras su hija se quedaba en un humilde hogar con sus primos.
Relata ‘tati’ que una vez, cuando tenía 10 años, ella se levantó con sus primos a ir al baño, cuando de repente, en plena sotea de su casa, estaban parados integrantes de grupos de la guerrilla: “nos levantamos a orinar, a ciegas, y ellos estaban en la sotea. Gritamos mucho. Ellos estaban allí tranquilos”, confiesa la deportista.
Su niñez vivió momentos tan fuertes que “uno escuchaba la balacera, se levantaba uno temprano, se iba al río y veía como bajaban los muertos por el agua”, comenta Rentería, quien además señaló que esos dolorosos instantes, de los que ella hoy en día se acuerda con una sonrisa, esa que tanto la identifica y contagia, los vivió en carne propia entre los 7 y los 11 años.
Y es que fueron tantos los días de zozobra que vivían en la zona, que doña Mercedes, cansada de tanta violencia y que su hija y demás familia estaba creciendo en un ambiente violento, tomó maletas y se llevó a su gente para Buenaventura. De hecho, el pueblo de Guayabales quedó “solo, solo”, reveló con nostalgia la medallista olímpica.
La niñez de la medallista olímpica en Buenaventura
Los Rentería llegaron al barrio Los Ángeles con toda su ‘gallada’, en donde los recibió la otra parte de la familia.
Allí Tatiana hizo muchas amistades, especialmente hombres porque, según ella, las “mujeres son muy chismosas y a mí no me gusta eso”, por eso prefería estar en un mundo masculino.
De niña se iba con sus amigos a corretear por las calles de Los Ángeles, esa que vieron rasparse a Tatiana, quien se la pasaba con ellos disfrutando de juegos populares como el tapón o bolas al cuadro, en lo que fue muy buena y “aprendí a hacer trampa”, dijo entre risas la campeona.
Buenaventura, la tierra que vio crecer a una ‘luchadora’
Tatiana comenzó a estudiar en el Colegio José Ramón Bejarano y en las tardes iba a un externado, el de la Fundación Servicio Juvenil Bosconia, para que estuviera ocupada. En ese tiempo, ella conoció al profesor Ferney Asprilla, con quien entrenaba fútbol sala, sin embargo, él le dijo que practicara otro deportes, pues lo suyo no era la pelota.
Pero Asprilla algo le veía a Rentería, le insistía que entrenara pesas o lucha. Ella empezó con la halterofilia, sin embargo, el docente le insinuó que asistiera también al deporte de combate y a ella le gustó.
De forma didáctica, con juegos como la lleva, la porcina y congelado, la lucha cautivó a Tatiana, sin embargo, ese tipo de entretenimiento fue el ‘postre’ para ella, porque lo que le esperaba era duro.
Al notar los cambios en el entreno, donde ya no había juegos, Rentería dejó este deporte y quería jugar fútbol, sin embargo, el profesor Ferney no la aceptó y la devolvía a la lucha, pero ella, de rebelde, evadía los entrenos. Terminaba las tareas del colegio y se iba a casa.
Así se le volaba al ‘profe’ Ferney, con tal de no volver a la lucha, incluso, en múltiples ocasiones, la inquieta Rentería se le escondía, pero Asprilla la encontraba y a la fuerza la llevaba.
Esa insistencia hoy en día la agradece Tatiana, porque de no ser así, no sería quien es hoy en día.
Pero, al principio le dio mucho miedo el deporte de la lucha. Pensó en dejarlo: “me dio miedo por los goles y los movimientos”, sin embargo, con el paso del tiempo “dije no más, lo voy a tomar como un reto”, ese que hoy la tiene como campeona mundial Sub-23 y de los Juegos Mundiales de Playa.
Buga catapultó a Tatiana
En un evento en Buenaventura, el entrenador Mario Izquierdo, hoy técnico de Tatiana, fue quien la perfiló para ser la medallista mundial, la tentó con irse a vivir a Buga cuando era una adolescente de solo 16 años, para mejorar en la lucha.
Ella, en medio de temores, le copió a Mario la idea y junto a su esposo, Diego Arboleda, tomaron carretera y empezaron su aventura de juventud.
“Fue una decisión que tomamos de repente. Dije dentro de mí, si me pongo a pensar, no me voy, entonces el profesor Mario nos dijo vámonos y nos vinimos a Buga”.
Allá llegaron con Yeisy, la hija de Tatiana y Diego de 7 años, a emprender un sueño que la llevaría a triunfar, sin embargo, los primeros meses fueron duros. Se fueron con un par de chiros, la idea era volver a Buenaventura a recoger la ropa, pero no sucedió, en la ciudad ‘milagro’ empezaron de cero.
El profesor Mario Izquierdo les abrió las puertas de su casa, les alquiló una vivienda, pero Tatiana se demoraba en pagar el arriendo porque Indervalle no le pagaba puntual su sueldo.
Toda esta aventura fue valiendo la pena día a día. Ella fue creciendo, se fue imponiendo en cuanto torneo competía, algo que la llenaba de emoción, especialmente porque tras los combates se envolvía en un abrazo de felicidad con Yeisy y Diego, sus dos amores.
Aquella niña de 14 años a la que no le gustaba la lucha, deporte al que le tenía miedo, quedó atrás. Fue tomándole amor a esta disciplina, en la que a pesar de recibir muchos golpes, de llorar, de aislarse de su familia por meses para competir, hoy en día no se cambia por nadie.
Poco a poco fue ganando torneo de kilates: Campeonato Nacional Interligas de Lucha, Juegos Bolivarianos, Mundial Sub-23 de Lucha, Juegos Mundiales de Playa, bronce en los Juegos Olímpicos París 2024, entre otros.
Los Olímpicos París 2024, la cúspide de Tatiana
La luchadora logró su clasificación a las olimpiadas parisinas, a las que fue con la chance de obtener una presea y revalidar su gran actuación en el Mundial Sub-23 el año anterior.
Esa misma se vio reflejada en el combate final por la medalla de bronce, de los 76 kilos, ante la ecuatoriana Génesis Reascos, pues Tatiana aseveró que “yo tengo una ventaja y es que siempre analizo a mis rivales, por eso dije entre mí que esta tiene nervios” y eso lo aprovechó para entrar en la historia de las 38 medallas olímpicas en la historia para Colombia.
Lo realmente duro para Tatiana Rentería, en ese combate, es que no solo luchó contra Reascos, sino también contra el dolor y la molestia de tener dos hernias, con las que batalló para lograr el bronce.
Ahora Tatiana se ha vuelto famosa. Todos quieren tener una foto y un autógrafo, por eso se está acostumbrando a esta nueva vida, esa que no le gusta, por ser una mujer tímida, a la que no le gustan las redes sociales, ni la farándula, pero tendrá que adaptarse, ya que ha recibido muchos homenajes y decenas de cartas de niños, que la ven como una ‘héroe’.
