El día que Bréiner Castillo se agigantó ante Cruzeiro y clasificó al Cali en el Mineirao
En una noche de mayo del 2004, el portero Bréiner Castillo, del Deportivo Cali, le atajó dos penales a Cruzeiro para que los verdes clasificaran a cuartos de final en la Copa Libertadores.
No existe mayor felicidad para un futbolista que jugar en el equipo del que se es hincha. Ese orgullo lo tuvo el exportero Bréiner Castillo, quien durante tres ciclos (1997-2002, 2003-2004 y 2006-2008) defendió el arco del Deportivo Cali, el club de sus amores, ese mismo que le quitaba el sueño cuando era niño y soñaba con ser profesional.
‘Brecas’ atajó más de 40 partidos con el buzo azucarero, sacando buena nota en casi todos, sin embargo, su actuación más estelar fue la de la noche del 13 de mayo del 2004 en el estadio Mineirao de Belo Horizonte, mítica cancha brasileña en la que el hombre de Barbacoas, Nariño, se agigantó bajo los tres palos para clasificar al Cali a los cuartos de final de la Copa Libertadores eliminando al Cruzeiro en una agónica serie que se terminó definiendo en penales.
Frente a los brasileños, era una confrontación difícil, porque Cruzeiro, con jugadores como el exquisito mediocampista zurdo Alex de Souza (hombre de la selección Brasil en tres Copa América) se había clasificado a octavos como uno de los mejores equipos de la fase de grupos, mientras que los verdes habían sufrido en la última fecha de su cuadrangular para avanzar a la siguiente fase del torneo.
“La verdad es que la gente nos daba por eliminados, porque Cruzeiro tenía jugadores de mucha experiencia, mientras que nosotros teníamos un plantel con bastantes canteranos”, recuerda Castillo, con emoción en su voz.
Ese Cali, dirigido por Bernardo Redín, tenía en su nómina a hombres de la casa como Bréiner, Andrés Mosquera, Fredy Hurtado, Abel Aguilar, Caracho Domínguez y Telembí Castillo, quienes estaban acompañados por la experiencia del ‘Cocho’ Patiño, de Tressor Moreno y de Julián el ‘Matador’ Téllez.
Precisamente este último, el ‘Matador’, se inventó una genialidad en el partido de ida en el Pascual Guerrero para que los verdiblancos se fueran ganando 1-0 a Belo Horizonte, donde el hombre clave iba a ser Bréiner.
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“Ese resultado los hinchas lo celebraron con mesura porque sabían que en Brasil ese equipo era muy duro, pero nosotros fuimos con confianza”, cuenta Bréiner, quien la noche antes del juego de vuelta tuvo una corazonada que resultó clave para que el Cali clasificara.
Al final del último entreno antes del encuentro, la orden del técnico azucarero fue que el equipo practicara penales por si la serie se iba a esa instancia. “Entonces yo le dije al profe Bernardo que no me pusiera a hacer eso, porque entrenar penaltis puede ser contraproducente, porque si los compañeros te patean y te patean y no puedes agarrar ni uno, vas a llegar al partido con desconfianza”.
Los penales, precisamente, iban a marcar el desenlace del partido, que en los 90 minutos reglamentarios terminó con un 2-1 a favor de Cruzeiro. Tressor Moreno, con un golazo, adelantó a los vallecaucanos, pero los brasileños remontaron con tantos de Alex y Guilherme.
Uno de los goles de los azules de Brasil en el tiempo reglamentario, fue de Alex, de penal.
“Recuerdo mucho que cuando él iba a cobrar, el árbitro del partido, el argentino Héctor Baldassi, se me acercó y me dijo: ese siempre patea a la derecha, y preciso, allá fue su remate, pero yo elegí la izquierda”, narró Bréiner.
Sin embargo, ya en la definición final desde el punto blanco, Castillo tomó nota de lo que le había dicho Baldassi y también de una recomendación del ‘Matador’ Téllez.
“Yo sabía que Alex iba a volver a cobrar, entonces le pregunté a Julián y él me dijo: si fuera yo, lo patearía al mismo lado que en los 90 minutos. Y preciso, ese fue el primero de los penales que tapé estirándome hacia la derecha”, aseguró el exportero verde, que en el siguiente lanzamiento también adivinó y paró el cobro del reconocido defensor Edu Dracena.
Esas dos atajadas le dieron vida a un Cali que se agigantó en el Mineirao y terminó asegurando el boleto a cuartos de final con un penal muy bien ejecutado por el zaguero Andrés Mosquera.
Una felicidad doble fue la que vivió Bréiner, la del arquero y la del hincha, ese que esa noche se fue a la cama emocionado y sin poderle ganar el partido al insomnio.