ECONOMÍA
Colombia, ante una explosiva alza de precios de los combustibles
En Colombia el ajuste será "complicado, doloroso y con efectos sobre la economía, pero es que el hueco fiscal es demasiado grande", considera el economista Mauricio Cabrera.
Inmunes al precio internacional del petróleo, los colombianos pagan una de las gasolinas más baratas de América gracias a un fondo estatal. El problema: el impacto fiscal que, según expertos, llevará al próximo gobierno de izquierda a aumentar el valor del combustible y encarar quizá la ira popular.
El contexto externo avisa de los posibles efectos de subir los precios. En Ecuador las protestas acorralaron al gobierno hasta forzarlo a bajar tarifas y en Estados Unidos el presidente Joe Biden, con la popularidad en picada, propuso suspender los impuestos a la gasolina para contrarrestar la inflación.
En Colombia el ajuste será "complicado, doloroso y con efectos sobre la economía, pero es que el hueco fiscal es demasiado grande", considera el economista Mauricio Cabrera.
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Los precios del combustible inciden directamente en los de los alimentos, ya que casi toda la carga se transporta por carretera.
Cabrera estima un déficit superior al 2,5% del PIB colombiano (7.800 millones de dólares) a causa del fondo de estabilización de los precios de los combustibles.
Con este fondo se cubre la diferencia entre los precios del petróleo en el mercado internacional y el valor interno fijado por el gobierno, que redujo los precios al público durante la pandemia.
Sin esos recursos, los precios de la gasolina rondarían 4 dólares por galón, en lugar de los 2,5 dólares que pagan los colombianos.
En países como Chile (5,4 dólares), Perú (6,3) y Estados Unidos (4,8) el combustible es mucho más caro, según el ministerio de Hacienda colombiano.
El designado jefe de esa cartera, José Antonio Ocampo, señaló que el déficit podría alcanzar el 3% del PIB.
"Ello exige ajustar, al menos parcialmente, los precios de los combustibles, y revisar en forma estructural la política que se aplica a estos precios, tareas que el actual Gobierno le dejó a la próxima administración", escribió Ocampo en un artículo publicado en El Espectador.
Legado incómodo
El 7 de agosto asumirá Gustavo Petro como el primer presidente de izquierda de Colombia, y entre sus retos estará el de enfrentar el hueco fiscal.
Para cerrar la brecha, el actual ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, propuso incrementos mensuales de 400 pesos (0,1 dólar) por galón. "Esta estrategia implica un esfuerzo grande", advirtió en presentación pública.
"¿Por qué no lo hicieron ellos? Le dejan toda la tarea al próximo gobierno", cuestiona Juan Carlos Echeverry, quien como jefe de economía (2010-2012) manejó el Fondo de Estabilización en los Precios de los Combustibles (FEPC).
Según su explicación, cuando los precios del crudo llegaron a mínimos históricos durante la pandemia, se ahorraron recursos.
Sin embargo, el fuerte aumento de la demanda tras la pandemia y luego las sanciones impuestas por potencias occidentales a Rusia, tras su invasión de Ucrania, llevaron a un alza sostenida en el valor del petróleo.
"Cuando el precio se queda arriba mucho tiempo te comes todo el ahorro y sigues creando déficit, esa la situación ahora", afirma Echeverry, quien reprocha al gobierno por no haber ajustado los precios para limitar las pérdidas.
Tapar el hueco
Petro, quien ganó la presidencia con una ambiciosa agenda de reformas para reducir la inequidad en uno de los países más desiguales de América, enfrenta un dilema: mantener bajos los precios del combustible con el costo fiscal que ello implica o aumentarlos a riesgo de desatar protestas apenas iniciando su gobierno.
Dejar las tarifas como están implicaría quitar recursos a programas sociales y premiar a los propietarios de vehículos con "un subsidio regresivo", anota Echeverry.
Cabrera, por su parte, advierte que "el precio de la gasolina es uno de los aspectos más sensibles políticamente", por su impacto sobre la inflación, que en mayo se ubicó en 9% interanual, una de las más altas en la historia reciente del país.
Ante la encrucijada, Luis Fernando Medina, asesor programático de Petro, propone una salida intermedia:
"Habrá que dejar quieto por ahora el precio del ACPM (diésel) y aumentar el de la gasolina", adelanta el economista, argumentando que el diésel "es más importante para el transporte de carga y público" por lo que "tiene efectos en el consumo popular".
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En campaña Petro fue enfático en priorizar las transición hacia energías limpias y propuso cesar la exploración petrolera.
Subsidiar el combustible "va en contra de las metas de reducción de la emisiones de carbono", anota Medina.
"Es necesaria una trayectoria en la cual esos subsidios tienden a desaparecer, pero no hemos definido el ritmo (....) espero que la oposición entienda lo que le conviene al país", anticipa el asesor.
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