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Jordan Schwartz, vice Presidente Ejecutivo del BID, visitará Cali la semana del 28 de octubre del 2024 para participar de la COP16. Foto  BID
Jordan Schwartz, vicepresidente Ejecutivo del BID, visitará Cali la semana del 28 de octubre del 2024 para participar de la COP16. Foto: BID | Foto: El país

Economía

Jordan Schwartz, vicepresidente del BID, presentará en Cali nuevas iniciativas de financiamiento verde: “Planeamos triplicarlo”

El ejecutivo también dijo que es posible eliminar la pobreza extrema de Latinoamérica al año 2030 y para eso tienen una clara estrategia.

27 de octubre de 2024 Por: Redacción El País

Uno de los retos más grandes para avanzar en la conservación del medio ambiente es la financiación. Se calcula que se requieren US$800.000 millones al año para cumplir las metas.

El estadounidense Jordan Schwartz, vicepresidente Ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, viene a Cali y habló con El País de estos retos, de la lucha contra la pobreza y la calidad de vida de los latinoamericanos. Aseguró, que esta banca multilateral anunciará esta semana en la COP nuevas alternativas de financiamiento verde.

Antes de incorporarse al BID, Schwartz se desempeñó durante más de 30 años en el área de desarrollo económico, enfocándose en la economía de la infraestructura, las finanzas, el papel del sector privado y la sostenibilidad. Posee amplia experiencia laboral, tanto en el Banco Mundial como en el sector privado, principalmente en América Latina y el Caribe.

Las metas para lograr mayor financiación en la protección a la biodiversidad son ambiciosas, ¿de qué manera cree que se pueden cumplir estos propósitos?

La biodiversidad tiene un valor que va mucho más allá de lo económico. Algunas especies, como el jaguar en América Latina o el cóndor de los Andes, no solo representan ecosistemas completos, sino que también son parte del patrimonio de la región. Si basáramos su existencia únicamente en análisis de costo-beneficio, muchas especies ya habrían desaparecido. La riqueza de nuestra flora y fauna tiene un valor ético y cultural que va más allá de cualquier cifra.

Dicho esto, no podemos ignorar que la pérdida de biodiversidad tiene un enorme costo económico, y que la protección de la naturaleza también representa una gran oportunidad económica. Se estima que la brecha de financiación para la biodiversidad oscila entre US$600.000 millones y US$800.000 millones por año. Para cerrarla, requerimos políticas públicas coherentes y el uso de instrumentos financieros innovadores que movilicen recursos públicos y privados. Pero estas son condiciones necesarias, no suficientes. Debemos asegurarnos de que los recursos invertidos tengan el impacto buscado, en proyecto de calidad que apuntalen el desarrollo sostenido.

La biodiversidad tiene un inmenso valor social y económico, a nivel global, los servicios ecosistémicos están valorados en US$125 billones. En América Latina y el Caribe (ALC), el 20% de los empleos en la región dependen en gran medida de los servicios ecosistémicos y el 12% del valor económico de la región proviene de sectores altamente dependientes de la naturaleza.

Por otro lado, la naturaleza desempeña un papel importante en la mitigación y adaptación climática a través de soluciones basadas en la naturaleza. Por ejemplo, la Amazonía absorbe un cuarto del total del CO2 capturado en la Tierra, jugando un papel crucial en la mitigación del cambio climático para el resto del mundo.

Pero la biodiversidad en la región está disminuyendo rápidamente. Por eso, en el BID estamos en la vanguardia del esfuerzo para invertir en la biodiversidad, utilizando instrumentos financieros innovadores, como bonos vinculados a la sostenibilidad, canjes de deuda por naturaleza, y herramientas de cobertura cambiaria que pueden desbloquear miles de millones de dólares en inversión privada y, al mismo tiempo, ahorrar importantes recursos para los países. Y eso es solo mitad del camino. También acompañamos a los países con proyectos de inversión y asistencia técnica para que esos recursos tengan el mayor impacto posible en la defensa del medio ambiente.

Jordan Schwartz
Jordan Schwartz, vicepresidente Ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, asegura que es posible eliminar la pobreza extrema en la región para el año 2030 si hay compromiso de los países. | Foto: El país

Los canjes de deuda por naturaleza o deuda por clima permiten a los países reemplazar deuda de alto costo con financiamiento más bajo, liberando recursos para invertir en la naturaleza y la biodiversidad.

En Brasil, lanzamos una nueva iniciativa llamada ECOINVEST, que utiliza una nueva línea de crédito y mecanismos de cobertura para ayudar a los inversores extranjeros a gestionar el riesgo cambiario, garantizando retornos estables y potencialmente liberando miles de millones de dólares en inversiones adicionales. Esta innovadora herramienta ayudó a movilizar R$45 mil millones (cerca de US$8 mil millones) en proyectos de inversión sostenibles, proyectos de calidad y alto impacto en el desarrollo.

Herramientas como BID CLIMA BID ofrece un reembolso del 5% sobre el monto del préstamo cuando los países alcanzan los objetivos de protección de la naturaleza y clima establecidos. Hasta ahora, nueve países, desde Belice hasta Paraguay, están aprovechando este instrumento de incentivos para el cuidado ambiental.

Además, apoyamos a los países para alinear sus esfuerzos con el Marco de Biodiversidad, el Acuerdo de París y los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Por otro lado, la Plataforma Regional de Cambio Climático de región para ministros de Finanzas proporciona herramientas para incorporar el capital natural en las decisiones políticas.

¿Desde el BID cuáles son los compromisos en este sentido y qué tipo de financiación ha dado a los diferentes países?

Tenemos un firme compromiso con la naturaleza y la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Tenemos planificado triplicar nuestro financiamiento climático, alcanzando US$150.000 millones en la próxima década. Y, la biodiversidad es un elemento central de nuestra estrategia, y se integrando en nuestras operaciones.

Por ejemplo, el Programa Amazonia Siempre, nuestra plataforma regional de colaboración transfronteriza para lograr objetivos de biodiversidad pasó de una cartera de US$1.000 millones a US$4.200 millones en tan solo un año. Además, somos el primer banco multilateral de desarrollo con un plan de acción sobre biodiversidad y una unidad enfocada en este tema.

¿Ve un verdadero compromiso mundial en ese objetivo de ayudar en la financiación de proyectos que protejan la biodiversidad?

Esta COP16 de Biodiversidad marca una evolución y un creciente consenso sobre la necesidad de integrar a la biodiversidad en políticas públicas, financiación e investigación. Los países están comprometidos en buscar soluciones para escalar la inversión en naturaleza.

En América Latina y el Caribe, por ejemplo, todos los países son signatarios del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, y han estado liderando los esfuerzos una serie de esfuerzos relacionados con la integración de la biodiversidad y la financiación de la conservación, restauración y uso sostenible.

Hay un renovado reconocimiento del valor de la biodiversidad y el compromiso mundial está tomando más fuerza y esto se refleja en el incremento de acciones y actores involucrados en esta agenda.

En Cali, el BID anunciará nuevas medidas, como los avances en los Bonos Amazonia, que proporcionan una hoja de ruta para que los países amazónicos emitan bonos alineados con sus objetivos ambientales y de desarrollo. Además, se lanzará una iniciativa de financiamiento para atraer inversiones al Corredor Jaguar, que protege la biodiversidad en los hábitats del jaguar desde México hasta Argentina.

En 2023, los bancos de desarrollo movilizaron a nivel global la cifra récord de US$125 mil millones para proyectos climáticos, un 25% más que el año anterior. Además, la financiación privada mundial se duplicó, alcanzando US$101 mil millones.

Los desastres naturales son cada vez más frecuentes y más intensos. Antes, la región enfrentaba pocos grandes desastres al año; ahora, hay que lidiar con múltiples eventos en un mismo año: sequías, tormentas, huracanes, inundaciones, superpuestos en ocasiones con crisis macroeconómicas y sanitarias.

¿Cómo ha sido el apoyo del BID a los proyectos de Colombia?

Hemos tenido una relación histórica con Colombia, trabajando de la mano con el Gobierno Nacional, entidades locales, el sector privado y la sociedad civil para apoyar las prioridades de desarrollo del país. Nuestro enfoque incluye áreas clave como equidad de género, desarrollo productivo, educación, salud, transporte y energía.

El apoyo del BID a Colombia no se limita al sector público. A través de BID Invest, también trabajamos con el sector privado, lo que nos permite impulsar áreas clave como la transformación energética y el desarrollo de infraestructura. Esta colaboración con el sector privado es esencial para fortalecer la competitividad de Colombia y mejorar su integración regional.

Además, BID Lab complementa estos esfuerzos con iniciativas innovadoras, enfocándose en la Amazonía, el emprendimiento femenino en el Pacífico colombiano y la inclusión financiera.

Colombia se ha convertido en un referente regional, con ejemplos como la iniciativa de pago por resultados para la inclusión laboral, que hemos replicado en Perú y Uruguay, o el programa de alfabetización “Aprendamos Todos a Leer”, que ha sido escalado en Panamá y Brasil.

¿Los inversionistas necesitan estabilidad política, económica y social, ¿cómo se está viendo hoy a Colombia, hay algún freno para que esa inversión llegue?

Colombia se destaca por sus instituciones fuertes y su respeto por la constitucionalidad, lo que la convierte en uno de los países más estables de la región andina y de la región. Su marco fiscal y macroeconómico ha sido fundamental para sostener un crecimiento promedio del 3,8% en las últimas dos décadas, superando el promedio de 2,5% en la región. Estos sólidos fundamentos macroeconómicos han permitido al país navegar de manera efectiva por diversos desafíos regionales.

Sin embargo, aunque la inversión se ha visto afectada en los últimos años debido al aumento de las tasas de interés internacional y la necesidad de controlar la alta inflación, esperamos que la inversión recupere su dinamismo en los próximos años, en línea con las proyecciones del FMI.

¿Preocupa algo específico respecto a la situación fiscal del Estado colombiano?

Colombia cuenta con un marco institucional sólido y un firme compromiso con la estabilidad fiscal. Como muchos países, tuvo que aumentar el gasto durante la pandemia.

Desde la reinstauración y cumplimiento de la regla fiscal en 2023, Colombia ha logrado una mejora gradual en sus indicadores fiscales. Aunque persisten retos a corto plazo, el gobierno sigue comprometido con la estabilidad fiscal.

Es crucial seguir apoyando al gobierno en esta etapa, especialmente en la implementación de medidas que promuevan la recuperación económica. La disciplina fiscal permitirá a Colombia mantener estabilidad y crecimiento sostenido en el futuro.

Desde el BID se ha dicho que América Latina ofrece soluciones para algunos de los retos globales, como la energía limpia o el cambio climático y ahora la biodiversidad. ¿Cómo se ha materializado esto?

Sin duda, América Latina y el Caribe es clave para ofrecer soluciones a los retos globales, además de biodiversidad, en sectores como energía limpia y seguridad alimentaria.

El BID ha destinado sustanciales recursos para la construcción y modernización de plantas hidroeléctricas y la modernización de marcos regulatorios que faciliten la inversión privada en energía renovable. También estamos impulsando el desarrollo de tecnologías emergentes, como el almacenamiento de energía y el hidrógeno verde. En el sector de la electromovilidad, el banco ha brindado apoyo a gobiernos que faciliten la adopción de vehículos eléctricos.

Además, podemos contribuir significativamente a la seguridad alimentaria con una producción de alimentos de bajo carbono.

¿Cree que ya los países de América Latina han logrado controlar la inflación y superar los problemas que dejó la pandemia?

América Latina y el Caribe enfrenta muchos desafíos, pero las economías de la región crecieron en 2022 y 2023 casi el doble de lo esperado. Hoy, creo que la región podría estar en un punto de inflexión. En términos macroeconómicos, la región ha afrontado un entorno externo débil y condiciones de financiamiento restrictivas, lo que ha ralentizado la recuperación pospandémica. El crecimiento se está desacelerando, con una proyección de 1,7% para 2024, comparado con el 2,2% en 2023.

Los bancos centrales de la región actuaron rápidamente para aumentar las tasas de interés, lo que ayudó a controlar la inflación y fortalecer su credibilidad.

Sin embargo, aún queda espacio para reformas que generen resiliencia y optimicen el gasto público, creando mayor espacio fiscal. Aquí es donde podemos apoyar, tanto con financiamiento directo como movilizando recursos privados para nuevas inversiones.

Además de los retos en la protección a la biodiversidad, también hay retos en disminuir la pobreza, ¿cómo vamos en esa tarea?

Junto con otros Bancos Multilaterales, liderados actualmente por el BID, hemos acumulado una amplia experiencia en la reducción de la pobreza y el hambre, promoviendo el crecimiento económico. Un ejemplo claro son las transferencias de ingresos, que comenzaron en Brasil y hoy se implementan en más de 100 países. Estas lecciones pueden replicarse y adaptarse a otros contextos en la región.

Sin embargo, para enfrentar el hambre y la pobreza de manera efectiva, también es fundamental acceder a más recursos. Recientemente, el FMI aprobó un mecanismo innovador para reasignar Derechos Especiales de Giro (DEG) a los Bancos Multilaterales de Desarrollo, un instrumento con gran potencial: por cada dólar asignado, podemos movilizar entre 7 y 8 dólares a largo plazo. Estos fondos podrían canalizarse hacia programas sociales clave, como la agricultura, la alimentación escolar y la nutrición materno-infantil.

Estamos comprometidos a erradicar la pobreza extrema en América Latina para 2030, y no es solo una aspiración. Si invertimos colectivamente el 1,6% del PIB de la región cada año, podemos lograrlo. Más del 50% de nuestros proyectos están diseñados específicamente para beneficiar a los más vulnerables: mujeres, afrodescendientes y pueblos indígenas, quienes son los más afectados por la pobreza.

Un objetivo de BID y de los países es mejorar la calidad de vida de las personas, ¿cree que lo estamos logrando?

Estamos implementando una serie de reformas para acercarnos aún más a ese objetivo. En nuestra Reunión Anual de Punta Cana, en marzo, aprobamos la nueva estrategia, llamada BIDImpact+. Tradicionalmente, medíamos nuestro desempeño en términos de cifras: miles de millones de dólares y cantidad de proyectos. Pero ahora estamos cambiando el enfoque para medir el impacto real de nuestras acciones. Queremos saber cuántas personas conseguirán empleo, acceso a agua potable o a un sistema de salud. Esta es la gran transformación que estamos impulsando en el BID para mejorar, de manera más efectiva, la calidad de vida en la región. Estamos convencidos de que no se trata solo de más financiamiento sino de más impacto.

Cambiando de tema, háblenos de la Alianza para la Seguridad, la Justicia y el Desarrollo que impulsa el BID, dónde se está aplicando y qué papel juega Colombia en esa alianza.

El crimen y la violencia son obstáculos importantes para el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe, una región con una tasa de homicidios tres veces mayor que el promedio mundial (18 vs. 5,6 por cada 100.000 habitantes, según UNODC, 2023).

La violencia tiene un impacto económico significativo, representando un 3,5% del PIB anual de la región, según estudios del BID que pronto actualizaremos. Además, el 25% de las empresas indican que la violencia es una barrera grave para hacer negocios (WB, 2018). El 50% de los homicidios en la región están relacionados con el crimen organizado, en comparación con el 24% a nivel mundial.

Por esta razón, el BID adopta un enfoque integral para apoyar a los países en la lucha contra el crimen, enfocado en la prevención social, el fortalecimiento institucional y la interrupción de los flujos ilícitos. En este marco, hemos propuesto en agosto pasado en Guayaquil la creación de la Alianza para la Seguridad, la Justicia y el Desarrollo con los ministros de Seguridad y Justicia de la región y se lanzará oficialmente en la próxima cumbre de Seguridad en Barbados en diciembre.

A través de esta Alianza, el BID brindaría financiamiento, asistencia y asesoría técnica a los Gobiernos para ampliar intervenciones exitosas basadas en evidencia y poner en marcha proyectos piloto que prueben soluciones innovadoras.

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