PERROS
Ángeles que cuidan a los 'caleños de cuatro patas'
No les importan las amenazas o pedir dinero por el bienestar de los animales que rescatan de las calles y dan en adopción.
A pesar de que no existe una estadística sobre el número de animales que son abandonados en Cali, diariamente los ciudadanos son testigos de la gran cantidad de perros y gatos que deambulan en las calles, producto de la insensibilidad e irresponsabilidad de algunos propietarios, que los obligan a enfrentar situaciones críticas como hambre, frío, enfermedades y maltratos.
Teniendo en cuenta este panorama, varios ciudadanos en Cali decidieron tomar cartas en el asunto y mediante acciones como el rescate de animales en condición de calle, la curación de las heridas que presentan y la búsqueda de nuevas familias para ellos, han contribuido a disminuir el triste fenómeno del abandono animal.
La generosidad es el valor común de estos ciudadanos caleños que dedican su vida a rescatar animales en situación de calle sin esperar algo a cambio.
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Derribando obstáculos
Paulo Andrés Iter tiene 43 años, es técnico en joyería artesanal y reside en el corregimiento El Saladito. Hace 6 años combina su oficio con la labor de brindar rescate y cuidado a animales desamparados.
“Lo que me motivó a empezar con esta hermosa labor fue la indiferencia de las personas al ver tanto perrito y gatico en situación de calle en mi pueblo, donde nadie se dignaba a ayudarlos o alimentarlos, y la solución más fácil de algunos líderes del corregimiento era deshacerse de estos peluditos, llamando al camión de ‘la perrera’, como si ellos no tuvieran derecho a la vida y a ser tratados con respeto”, expresó.
Motivado por su alma generosa, decidió empezar con esta labor sin poseer muchos recursos para costearla. Pero su espíritu colaborativo y sus ganas de contribuir al bienestar de perros, gatos, aves, zarigüeyas y otras especies silvestres, lo impulsaron a emprender este proyecto, sin importar los obstáculos que tuvo al inicio.
90 % de la población canina se logró controlar en El Saladito y en un 75 %, la población felina.
“En un principio, varias personas y algunos líderes no veían con buenos ojos la labor que venía haciendo, ya que decían que yo estaba llenando el pueblo de animales y que no permitía que el Centro de Zoonosis se los llevara. Enviaban cartas a las autoridades pertinentes para que mandaran el camión de ‘la perrera’, teniendo yo que intervenir varias veces, hasta el punto de atravesarme para no dejar pasar el camión hasta que los bajaran y los dejaran libres otra vez”, expuso Iter.
Este hombre no dispone de un establecimiento para albergar a todos los animales que rescata, sino que les busca un hogar de paso mientras se llevan a cabo los procesos de curación y adopción de los mismos.
Con la ayuda del veterinario Carlos Osorio , quien se encarga de tratamientos médicos y rehabilitación de los animales, Iter les da esperanza a sus protegidos. Hoy tiene 42 caninos y 8 gatos en hogares de paso, y lucha diariamente para conseguir recursos económicos que permitan costearles alimentación y cuidados “En esta labor todo es difícil, pero lo más complicado es conseguir el dinero para poder ayudarlos a todos y conseguir un espacio para refugiarlos, teniendo en cuenta que actualmente no tengo ningún tipo de apoyo del gobierno municipal”.
Pero no todo es malo. Iter expresa que ha vivido grandes anécdotas que reconfortan su espíritu y que lo motivan a seguir con esta hermosa labor, sin importar las adversidades que ha afrontado desde que decidió iniciar este proyecto; especialmente, hay una que recuerda con mucho sentimiento.
“En una ocasión, estaba en el sector del Km 18 en el rescate de una perrita que había sido atropellada y estaba muriendo, ya estaba en las últimas. Cuando el veterinario llegó aún estaba con vida, le aplicó RCP, pero la perrita murió.
¡Vaya sorpresa! Cuando ya la dábamos por muerta, hizo como si fuera a expulsar algo y vomitó una baba espesa. La perrita levantó la cabeza, todo el mundo decía que era un milagro y muchos ayudaron a esta peludita. Hoy en día se encuentra con una familia que la quiere mucho”,
evocó con emoción.
17 años de ayuda a los caninos
Muchas de las fundaciones que ayudan a los animales tienen problemas para su sostenimiento al no contar con el apoyo de entidades gubernamentales.
Esta situación fue la que vivió la Fundación San Lázaro, ubicada en el sector del Mirador de Guacas y creada por Carmenza Pinzón Gómez. Esta es una organización que ayuda, especialmente, a perritos en situación de calle.
Existe desde hace 17 años, y desde el inicio ha pasado por grandes dificultades. Pero, sin importar las circunstancias, la institución busca salir adelante.
“Empezar fue difícil porque nadie me conocía y me tocaba trabajar para alimentar 15 perritos. Luego, el lugar donde estaba se me hizo muy pequeño y hace 7 años salí de mi casa con 40 perros a voltear de finca en finca”, afirmó Pinzón.
A pesar de no tener un lugar fijo para establecer su fundación y de haber estado en 6 fincas diferentes en un lapso de 7 años, Pinzón se negaba a dejar desamparados los perritos a los que tanto ama y defiende del maltrato humano; ni siquiera cuando pasó por la que, para ella, ha sido la peor dificultad que ha enfrentado.
“Llevábamos 6 meses en este lugar cuando el dueño, el 10 de enero, me dijo que me daba 2 meses para desocuparle la finca, pero me dio la opción de comprarla. Empecé una campaña, logré recoger el dinero hace 3 meses y se compró la finca”, explicó Pinzón.
El apoyo de las personas de buen corazón es lo que ayuda a mantener en pie esta fundación, permitiéndole a Pinzón costear los pagos necesarios para el cuidado de estos perros, entre los que se encuentran gastos veterinarios, de alimentos y del sitio donde estos son albergados.
“La fundación funciona más que todo con la ayuda de las personas que aman a los animales, que son las que aportan alimento y dinero para los servicios de agua y luz”, dijo esta aguerrida mujer que atiende más de 120 perros en la finca.
Muchas veces, los animales llegan en malas condiciones a la fundación, pero, con el esfuerzo y paciencia de Pinzón, logran sanarse para, posteriormente, darse en adopción.
Cuenta con emoción, que en una ocasión le llevaron un perro inválido que estaba tirado por la carretera principal de Montebello, “le hice tomar radiografía y me dijeron que él ya no iba a caminar más. Pero le hice campaña y le conseguí silla de ruedas. Hoy en día es mi felicidad, siempre está a mi lado”.
Pinzón espera seguir ejerciendo esta labor por muchos años más, ya que brindar apoyo a estos seres indefensos la llena de vitalidad y alegría, al igual que busca contagiar a más personas de este espíritu generoso que tanto la caracteriza y que la motiva a dejar un último consejo: “No compren ni adopten animalitos hasta cuando estén seguros de quererlos tener hasta que se mueran, porque para ellos es muy duro
el abandono”.
Casados con el bienestar animal
Natalia Vélez es otra de las personas que tiene un espíritu generoso para ayudar a los animales abandonados, tanto, que es la representante legal y fundadora, junto con su esposo, de ‘Adopta un ángel’, una fundación que inició hace siete años como una iniciativa espontánea, pero está constituida legalmente hace dos años, gracias al crecimiento y acogida que ha tenido.
“Empezó siendo algo muy informal, se ha llamado siempre ‘Adopta un ángel’, o sea, teníamos un Instagram en el que hacíamos difusiones, recogíamos perritos, ayudábamos a difundir información de otra gente y como vimos que tuvimos una gran acogida y que las personas acudían a nosotros para saber cómo llevar a cabo un rescate y cómo encontrar un perrito perdido, decidimos constituirlo como fundación”, explicó Vélez.
Su presencia en redes desde el principio, y su ayuda no solamente para rescatar animales abandonados, sino también para asesorar a los dueños de animales en todos los temas que están relacionados con la adopción, hizo que tuvieran un avance muy rápido, llegando a ser llamados ‘los influenciadores de los animalitos’. Pero la construcción de este gran proyecto no fue del todo fácil.
“Muchas veces nos cerraban las puertas porque muchas empresas querían ayudar, pero no de corazón, sino porque les convenía hacer un aporte monetario a nosotros; pero al no ser fundación y al ser dos personas que tenían una organización informal, nos empezaron a cerrar las puertas”, comentó Natalia Vélez.
La fundación está ubicada en Cali, pero sus miembros no se conforman únicamente con la publicación de animales en situación de calle de la ciudad, sino que lo hacen a nivel nacional, sirviendo de puente para el conocimiento de estos casos y así, aportar a la rápida reacción y adopción de estos.
Inicialmente, los perros y gatos rescatados eran conducidos a una finca familiar en Dapa. Pero gracias al crecimiento de la fundación, optaron por una nueva sede en Cali que fue denominada ‘La casita’, que, como dice Vélez, posibilitó la adopción, debido a la facilidad de acceso de las personas para visitar y familiarizarse con los animales.
En su primera sede, en Dapa, la fundación de esta pareja tiene 14 perros y 5 gatos y en la segunda sede, en Menga, tiene 10 perros y 5 gatos.
“Empezamos con un refugio en Dapa, esa era nuestra finca, entonces lo que hicimos fue construir unas perreras y cercamos un pedazo de la finca para poderlos encerrar mientras se recuperaban, o si de pronto eran muy bravos, entonces los metíamos ahí. Luego se decidió conseguir otra sede en compañía de la señora Pilar Garcés, que es una ayuda fundamental para nosotros”, expresó Vélez, al referirse al apoyo que recibió para seguir creciendo.
La pareja de esposos tiene muchos recuerdos, malos y buenos, en todos los años que llevan al frente de la fundación, pero siempre los positivos son los que prevalecen. Muestra de esto son las recuperaciones de muchos animales que se creía que no se salvarían.
“Fuimos a San Andrés y vimos una perrita que tenía un tumor en su genital, era como una masa roja que parecía un órgano expuesto. Eran unas vacaciones y terminaron siendo horribles, porque sufrimos viendo la perrita. Logré conseguir una veterinaria allá y me dijo que era un cáncer, pero como esta profesional estaba embarazada me dijo que no podía atender a la perrita porque las quimioterapias le harían daño a ella y a su bebé.
Finalmente, comentó Vélez, logramos trasladarla a Cali en donde fue tratada y se sanó, pero desarrolló otras complicaciones de salud de las que también salió. Después de 5 años con ella, logramos conseguirle una familia y ahora está súper feliz”.