Alexander Abreu consiguió el 'pasaporte caleño'
Los caleños vibraron en la noche de este sábado con las canciones de Havana de Primera en el antiguo Club San Fernando, sur de Cali.
Los caleños vibraron en la noche de este sábado con las canciones de Havana de Primera en el antiguo Club San Fernando, sur de Cali.
Nerviosismo. Aunque ya ha recorrido más de medio mundo con su música, Alexander Abreu no pudo evitarlo. Su nerviosismo era evidente al subir a la tarima. Y antes de comenzar prefirió irse de terapia de choque: Es la primera vez con mi orquesta aquí. Y solo Dios sabe cuánto he esperado este momento. Porque dicen que el que suena en Cali, suena en cualquier lugar del mundo.
El desahogo funcionó. El taco que aprisionaba su garganta potente empezó a diluirse lentamente con los primeros acordes, abriéndole paso a una noche mágica que los amantes de la Salsa en Cali nunca olvidarán. Y tampoco él.
Porque desde tiempos inmemoriales los músicos salseros del mundo entero lo saben perfectamente: podés tocar en Nueva York, Tokio, San Juan, Paris, Amsterdam, Bogotá, Lima o La Habana. Pero aquí no. En Cali no basta con tocar. Ni siquiera con tocar magistralmente, como lo hace Habana de Primera, la orquesta de Alexander Abreu.
En Cali hay que romperse el alma, sacarse el corazón del pecho y triturarlo en miles de pedacitos, de forma tal que cada bailador pueda sentir que se llevó un trozo para su casa, como trofeo que lo acompañará hasta el día en que la muerte cierre para siempre el club.
No era tarea fácil. Durante los 60 minutos previos a su actuación, el gran Isaac Delgado se había sacado del bolsillo diez temas antológicos del repertorio clásico de la salsa y la timba cubana.
Diez de esos con los que se da el lujo de regresar cada tanto a La Habana sin montarse en un avión, volando feliz entre las nubes del orgullo. Y claro, como no podía ser de otra manera, Isaac había bajado el telón con ese coro desafiante que ahora le hacen aquí por cuenta de un pacto de complicidad que solo los timberos de Cali conocen: Yo no voy a parar, ni aunque venga la Policía, yo no voy a parar
Así que sobraban razones para el nerviosismo. Cuando Habana de Primera atacó las notas de Mi Música, el público asistente a la carpa de San Fernando lo entendió como anuncio e invitación de quien entra por primera vez a una casa ajena: A mí no me digas que no te aprendiste mi tumbao, porque no es tan complicao
Alexander Abreu, el negro cubano de voz clara con el que ahora quieren grabar todas las estrellas de Miami, el trompetista excelso al que muchos consideran como el mejor heredero del gran Felix Chapotín, empezó a romperse el alma.
Y Habana de Primera, esa formación que le ha dado una resignificación a la música popular cubana durante los últimos años, esa que hermana el sonido tradicional del son y la conga con la timba y el jazz, esos músicos que demuestran cómo hacer arreglos románticos sin traicionar al tambor ni renunciar al fuego del mambo, dieron una clase de excelencia.
Solo para ti, el segundo tema de la noche, fue un guiño directo para las salsotecas. Esos templos del saber musical que desde hace más de dos décadas funcionan como termómetro del gusto del melómano y como fuente de éxitos que adornan la mediocre programación de la radio comercial caleña. Se lo habían pedido públicamente días atrás, vía Facebook.
Pero fue pasada la una de la madrugada cuando reventó la burbuja que esconde la magia. Abreu convocó desde la eternidad al espíritu del gran Juan Formell. Y él se paró a su lado para poner a todos a corear uno de los grandes himnos de Los Van Van en Cali: Voy a publicar tu foto en la prensa
Abreu supo que había que mostrarle tamaña gozadera a La Habana. Entonces pidió que le encendieran las luces, sacó su celular y empezó a grabar con los caleños su nueva versión del coro vanvanero: Te voy a tener que subir a las redes sociales pa que la gente te calcule porque eso que tú hiciste no se vale.
En medio de la euforia, algunos nos dimos cuenta que Formell abrió los ojos como platos, y luego lo aprobó con una sonrisa cómplice.
Poco antes de las 2:00, del piano emergió el tumbao por el que todos habían aguardado. Una vez más, y ya con el corazón entre las manos, listo para ser triturado y entregado en pedacitos, Alexander Abreu habló sobre la canción más amada de su repertorio: Una de las cosas lindas que me trajo este tema es poder llegar al corazón de toda mi gente en Cali. Es un privilegio para un salsero poder estar en los corazones de ustedes. Dicen por ahí que el que suena en Cali suena en el mundo entero. Y es una realidad. Por favor, se los suplico, el que se lo sepa, ¡que lo cante!
De su garganta brotó esa letra dulce, tierna, triste y esperanzadora que identifica a tantas almas, no solo en Cuba, sino en innumerables rincones de esta sufrida Latinoamérica: Y ella dice que la vida se le da bien dura, con los problemas, con la censura. Que por eso necesita un pasaporte. Imprescindible caminar por otras tierras al precio que sea necesario, sin lucha, sin guerra
Y entonces, desahogándose, embriagando la esperanza, Cali se la cantó completa: Ella está con su carita e pasaporte, sobreviviendo a la crisis, sobreviviendo al golpe. Y cada cual con su destino, cada cual con su dolor, cada cual con su pedacito de Corazón Abreu en el bolsillo, repitió : Un pasaporte sin fecha e vencimiento, un pasaporte libre como el viento.
Alexander Abreu dobló la dosis antes de irse. Y por eso fue llamado nuevamente a tarima. Nadie estaba dispuesto a renunciar a otra. Cuando el río suena, uno de sus primeros éxitos en Cali, cerró la noche. Fueron casi 90 minutos de esos que nunca se olvidan. Porque no todos los días se asiste al bautizo de fuego de un artista por parte de su público.
Desde tiempos inmemoriales los músicos salseros del mundo entero lo saben: si Cali te canta una canción completa a pulmón herido, reconociendo cada pausa, cada tiempo del mambo, cada acorde de la moña, cada frase del pregón, podés sonar en el mundo entero. Aún más: podés sentirte parte de esta maravilla cotidiana que es Cali. Vos, Alexander Abreu, ya sos de aquí. Tu carita alegra está en un pasaporte caleño.
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