Julia Salvi, la caleña detrás del Cartagena Festival de Música

En la edición XIX del Cartagena Festival de Música, Julia Salvi, presidenta de este tradicional evento que reúne a cartageneros y amantes de la música clásica alrededor del mundo, recordó cómo identificó cuál era su misión de vida: servir y contribuir a la sociedad a través de la música.

¿Por qué elegir la heroica para el Festival de Música?

Cuando piensa en el Valle del Cauca, esta mujer filántropa y altruista no puede evitar recordar el olor a leña y a sancocho al lado de su familia, en Roldanillo, donde se gestaron sus memorias con tardes de montar a caballo, fincas y “casas maravillosas”, como ella las describe, que siempre serán parte de su esencia y raíces.

Sin embargo, eligió Cartagena como destino para aportar un granito de arena y transformar positivamente el país: “Quise venir a Cartagena por la forma en que se ha movido la ciudad. Es un lugar que ha tenido una transformación y por fortuna hoy en día tenemos un gobernante de familia, porque aquí retrocedimos cuatro años y se intensificaron hechos como se muestran en la película ‘Sonidos de Libertad’, una historia basada en una red de tráfico sexual de menores de edad, por eso considero necesario salvar a Cartagena y a los jóvenes de un mercado humano”, afirmó Salvi.

En el año 2007, Julia y su esposo decidieron crear la fundación Salvi, una institución sin ánimo de lucro que opera en el sector cultural en Colombia y que está activamente dedicada a difundir, promover y desarrollar la cultura musical del país. De este modo, la organización ha ideado, estructurado y puesto en marcha proyectos claves como el Cartagena Festival Internacional de Música, los Centros de Lutería e Instrumentos de Viento, la Cátedra Salvi de Arpa, el Banco de Instrumentos Musicales (BIM) y el proyecto de la Orquesta Sinfónica de Cartagena (un laboratorio orquestal).

“Lo lindo de este proyecto es que une; convergen jóvenes de todos los niveles sociales y eso permite que quienes tienen más recursos se ayuden, así se crea comunidad y eso equivale a la transformación social por medio de la cultura. La educación sigue siendo el corazón de nuestro proyecto. En alianza con instituciones como el Conservatorio de Bolonia y el Conservatorio Adolfo Mejía de la UNIBAC, el Conservatorio del Tolima y la Escuela Internacional de Lutería de Cremona, hemos diseñado talleres, clases magistrales, un seminario y un diplomado que siembran en los jóvenes el amor por la música”, aseguró.

¿Cómo nace el Cartagena Festival de Música?

“Cartagena se convirtió para Salvi y su familia en un lugar de encuentro, no solo para visitar y pasar algunos días, sino también para dejarse cautivar por la riqueza histórica de la ciudad amurallada. Es así como identificaron una relación entre Cartagena y Europa, ya que ambos lugares buscan preservar espacios: “Al ver el Teatro Adolfo Mejía o las capillas, sentía que era vivir la misma experiencia que se vive en los pueblos de Europa, donde existen los mejores festivales, y para nosotros, que era nuestro mundo, se convirtió en el lugar perfecto, en el sitio ideal. Nace entonces el Festival de Música en ese relacionamiento que teníamos con ese mundo artístico”

¿Qué experiencia la ha marcado en estos años que lleva el Cartagena Festival de Música?

“Cada uno de estos jóvenes, cada persona que trabaja y se desplaza haciendo un esfuerzo y llegan impecables, me han marcado.

Hay una cosa que yo admiro profundamente de esta comunidad y es que no importa de dónde venga y dónde viva; tienen una divinidad en su presencia. Me marca, por ejemplo, el hijo de una familia que solo tiene un cuarto y encuentra un espacio para hacer música. O también ese padre que atraviesa el río para que su hijo llegue al otro extremo y tome un bus que lo trae a estudiar. O aquella madre que se fue del país ilegalmente, con todos los esfuerzos que eso implica, y manda recursos para que sus hijos tengan una mejor vida.

Todos los días encuentro historias que me tocan y todo ello me convence de que hago justamente lo que tengo que hacer en esta vida.

Recuerdo que en la primera residencia, cuando llegamos al hotel con los jóvenes de la Orquesta Sinfónica de Cartagena, ellos no sabían cómo funcionaba la entrada a una habitación; tengo presente a un chico en particular que venía con una actitud contestataria y a la defensiva, pero que hoy en día es una persona totalmente diferente gracias a este proceso. Ese tipo de transformación en su vida es lo que me hace decir que vale la pena vivir. Verlos crecer y madurar emocionalmente me hace sentir que todo lo que he hecho vale la pena”

¿Cómo se ha desmitificado la creencia de que la música clásica es para cierta clase social?

“Hemos tenido que luchar años para convencer a la gente de que este no es un proyecto elitista, la cultura no lo puede ser. Un ejemplo es la Orquesta Sinfónica de Cartagena, donde se han construido conciertos gratuitos y de alta calidad. Nosotros podemos pensar que todo lo bello es un privilegio y no es así. No debe ser así, porque montar un concierto en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena es tan valioso como montarlo en La Plaza de la Aduana o en donde sea”

Un libro abierto para toda Colombia

“Hemos creado proyectos y programas como Becar, en producción, logística y turismo para que vengan de otros lugares y aprendan cómo es construir un festival porque consideramos que debe ser parte de nuestra cultura. Creo que cada departamento y ciudad debería tener un festival porque eso crea comunidad y consciencia”

¿Qué aspectos, aparte de la música, fortalecen los jóvenes con la Fundación Salvi y la Orquesta Sinfónica de Cartagena?

“Le damos fortaleza a los jóvenes para que entiendan que son libres, que su vida vale. Cuando tenemos asambleas con la Orquesta, hablamos de la vida y los invitamos a cuestionarse. Han pasado más de 600 jóvenes, de los 14 a 23 años, por este proceso y aprenden que cada acción tiene una reacción. Es una experiencia que los marca porque se convierten en un ciudadano que no necesariamente es músico, pero que es alguien que comprende la vida y la cuida. Es así como ellos me han enseñado que la vida tiene valores importantes y que estamos para hacer algo trascendental en ella”