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Perrhijos o gathijos: ¿Por qué esta tendencia va en aumento?
El rol de las mascotas ha cambiado mucho, al punto que algunas parejas las prefieren en vez de hijos. Las razones, tan diversas como polémicas.
Cada vez es más común ver una escena que hace décadas era impensable: personas paseando a sus mascotas en coches, tratándolos como bebés, e incluso cargando pañaleras para “perrhijos/gathijos”. Una tendencia que cobra cada vez más fuerza. Tanto así que ahora sea común escuchar a las personas decir que prefieren “tener una mascota, en vez de un hijo”.
¿Pero cuáles son las razones de fondo para tomar tal decisión? Son varios los argumentos por los que la sociedad actual, y en especial los jóvenes, consideran que criar una animal es mejor que tener sus propios hijos. En el caso del comunicador social Juan Piedrahíta, quien lleva más de diez años de relación con su pareja, construir una familia junto a su labrador, Marco, fue la mejor opción para ellos, porque consideran que “este mundo está muy jodido como para traer más pueblo”. Idea con la que concuerdan Catalina Jiménez y Carlos García, quienes llevan 5 años viviendo juntos, y adoptaron a Lucas, un Golden Retriever —de competencias— y a Mía, una Shih Tzu.
La pareja considera que los “chiquis” son sus hijos y no necesitan más, ya que “la sociedad es una de las grandes amenazas para el medio ambiente. Además, un hijo no se tiene para que lo críe otro, y hay que pensar muy bien dónde terminarán mis metas para construir las metas de una personita. Por amor a la Tierra y a nuestra propia paz es mejor tener una mascota, que además, sí saben querer bonito”, alude Catalina, médica anestesióloga.
Esta tendencia, de acuerdo con la psicóloga clínica Paula Dávila, “es el resultado de la evolución que se ha dado frente a la maternidad; con el paso del tiempo nos hemos desligado de esa idea de que por ser mujeres debemos tener instinto maternal y a que se quiera poner a todas en las mismas condiciones y gustos frente a la maternidad”.
Lo que llama la atención no es el aumento de la adopción de las mascotas, que es algo positivo, sino la manera como son tratadas estas —como bebés—, y cómo la sociedad del consumo se ha adaptado a estos cambios, es común encontrar coches, spa, pijamas, zapatos, niñeras y hasta escuelas para animales. “Nosotros consideramos que cada quien puede hacer con sus ganancias lo que mejor considere, y nos gusta consentir a nuestro perro (Bruno), claro que muchos dicen que no es un niño, que no deberíamos tratarlo así. Pero creemos que esas personas están erradas y no comprenden que el afecto llega en varios empaques, en nuestro caso llegó en forma de Galgo afgano”, dice Germán Idárraga, profesor de ciencias políticas.
Sin embargo, expertos consideran más bien que este apego puede ocultar carencias emocionales por parte de sus dueños, y ocasionar daños en los animales. La humanización excesiva de las mascotas puede “generar problemas de comportamiento en estos, desde ansiedad por hipervínculo hasta agresividad por conflicto de dominancia, los efectos pueden ser diversos y preocupantes”, como explica en un estudio para el medio canino Eitb, Katia Olea, etóloga animal.
Por su parte, la psicóloga y autora de varios libros sobre crianza familiar, Annie de Acevedo, considera que este comportamiento es más un reflejo de la falta de compromiso: “Hay una tendencia a tener mascotas en vez de hijos, porque en realidad es más fácil, con menos responsabilidad y la juventud de hoy en día es muy cómoda. Están equivocados al reemplazar a un ser humano por un animal. Uno no debe humanizar un perro. Se pueden tener hijos y perros, porque los animales son saludables para la formación de los pequeños”.
No tener hijos: una decisión consciente
Según la psicóloga clínica Adriana Climent, “reemplazar a un hijo por una mascota es un decir; no hay punto de comparación, aunque ambos requieren de amor y cuidado, hay diferencias monumentales entre criar a uno o al otro. La pandemia abrió la oportunidad a muchas personas de adoptar o comprar una mascota, por compañía y para aprovechar la estancia en los hogares cuando estábamos encerrados”. Hoy en día —dice Climent—, “hay una tendencia -sobretodo en la juventud con acceso a mejor educación-, a abstenerse de tener hijos o de tenerlos joven; las razones varían: hay un temor a no poder suplir lo básico para los hijos, ya sea por exceso de responsabilidad, miedo o egoísmo. Al tener hijos, se pierde cierta libertad en varios niveles. Si hay la decisión o deseo de no reproducirse, se deben atender esas señales, lo peor que puede hacer una pareja es traer hijos que no van a ser amados o criados generosa y conscientemente. Desafortunadamente, eso sucede más de lo que pensamos”.
EL DATO
El vocablo “perrhijo” fue acuñado, por primera vez, en 2011 en México.
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