Cultura
El adiós a Fernando Botero, en casa
El cuerpo del maestro Fernando Botero estará en Colombia, antes de ser sepultado junto a Sophia Vari en Italia. Habla Felipe Grimberg, marchante de Botero.
Aunque en un comienzo se dijo que todas las honras fúnebres del pintor y escultor Fernando Botero se realizarían en Europa, su familia tomó la decisión de trasladarlo a Colombia.
Después del fallecimiento del genio de las artes plásticas colombiano, el pasado viernes, en su residencia en Mónaco, a la edad de 91 años, siempre estuvo claro que su última morada sería en Pietrasanta, en el norte de Italia. Dicha ciudad fue también residencia del artista antioqueño durante décadas, y fue allí donde realizó sus más afamadas esculturas que se encuentran en todo el mundo.
Allí, en su cementerio municipal, reposan los restos mortales de Sophia Vari, quien fue esposa de Botero en los últimos 40 años y falleció hace tan solo algunos meses, luego de librar una ardua batalla contra el cáncer.
Sin embargo, la familia del maestro Botero decidió que, antes de hacer el traslado a Pietrasanta, el cuerpo del pintor y escultor será llevado a Colombia para que los colombianos le puedan hacer el homenaje de despedida al más grande artista plástico nacional de los últimos tiempos.
Al parecer, el cambio de planes se debe a “la conmovedora reacción del pueblo colombiano y a la generosa invitación de parte de las autoridades del orden nacional, departamental y municipal, así como del Congreso Nacional de Colombia”, según informaron los hijos del creador de más de 3.000 pinturas y 300 esculturas.
El marchante de Botero
Precisamente, cerca de 430 obras que llevan la firma de Botero han sido compradas y vendidas, en los últimos 30 años, por Felipe Grimberg, un colombiano que, en silencio, ha sabido apreciar la monumental obra del maestro colombiano, llevándola por todo el mundo.
Su labor no es la de promotor de arte. Él se encarga de ser mercante de bienes privados, en este caso obras de arte, por lo que no suele dar entrevistas o asistir a los cócteles de las aperturas de las galerías de sus nuevas exposiciones.
Durante los últimos 30 años, Grimberg ha sido el enlace entre artistas y coleccionistas, sean estos personas naturales, grandes corporaciones financieras, galerías o museos.
“Mi pasión por el arte comenzó desde mis 10 años de edad. Contaba con allegados a la familia que tenían arte y eso me generaba mucha curiosidad. Siempre me gusto la geografía, los aviones, viajar, ver otras culturas, oír otras lenguas. Desde que empecé, no solo fui a museos sino que comencé a viajar a las bienales y ferias de arte que eran muy pocas”, dijo Grimberg.
Por eso, luego de más de tres décadas de labores y al cruzar los 50 años de edad, decidió plasmar en un libro lo que ha sido su vida comprando y vendiendo buena parte de la obra de Botero.
“Sentía que debía y quería hacerle un homenaje. Poder compartir lo vivido con otras personas que aprecian el arte, en especial el del maestro, y por eso es quizás el libro de Botero con más reproducciones fotográficas de sus obras que se ha editado, con textos que cuentan con anécdotas, curiosidades e historias en torno a ellas”, comentó.
El libro cuenta entretenidas historias sobre la presencia de Felipe en las inauguraciones de las exposiciones de Botero, buscando siempre llamar su atención, y tratando de conseguir que el artista reaccionara y le vendiera sus obras directamente.
En los primeros años de esta dispareja relación, mientras Botero mantenía a cierta distancia a este joven persistente, Felipe recorrió el mundo siguiendo el circuito de arte, cultivando relaciones con galeristas, coleccionistas y artistas. Pronto se hizo conocido como ‘El Hombre Botero’.
“Narro mis inicios como vendedor de arte, así como imágenes de casi todas las obras de Botero y otros grandes artistas que he comprado y vendido, algunas acompañadas de anécdotas relacionadas con la venta. Mis viajes a subastas de arte, eventos de arte en embajadas, cenas en casas de coleccionistas y hasta privadas en Museos como el Hermitage en San Petersburgo, Rusia. Y comparto más de cien fotografías de eventos del mundo del arte y de personalidades, además de comentarios sobre el mundo del arte contemporáneo”, añadió Grimberg.
En 1987 adquiere la primera obra de Botero, la cual encontró en una subasta en Christie’s Nueva York, un óleo sobre tela de 1964.
Dicha obra, que por esa época costaba US$ 45.000, hoy en día supera los US$ 200 mil. Eso es más del 444 % en 28 años.
Hace solo algunos días pudo tener el libro listo en sus manos, y de inmediato se lo hizo llegar a Fernando Botero, quien también quedó muy satisfecho con el resultado final de la obra.
“El maestro Fernando Botero estuvo enterado desde el inicio del proyecto con la selección del material fotográfico y cada uno de los textos, por lo que todo lo que se publicó llevó su aval”.
El negocio del arte
Felipe Grimberg: el vendedor de boteros en el mundo
Para él, la clave de su éxito como vendedor de arte ha sido la credibilidad que logró desde el inicio de su carrera. “Nunca les voy con cuentos para intentar venderles una obra. Más que clientes son amigos que confían en mí y en lo que les ofrezco”, continuó.
Admite que pensó que hacer un libro sería más fácil de lo que fue. “Todo esto tomó un largo tiempo de edición, selección y correcciones constantes hasta que logramos un libro diferente”, con un valor agregado, pues ya son más de 80 libros que han sido editados sobre la obra de Fernando Botero, por lo que era un riesgo lanzar uno más. De riesgos bien sabe Grimberg, pues el mundo del arte es uno de los negocios más riesgosos que hoy existen, aunque si se realiza bien, de manera profesional, puede generar grandes resultados.
En el Museo Rayo, de Roldanillo, Valle, en 2011, se realizó la exposición de Fernando Botero titulada Testimonio de Incertidumbre. La fundación Museo Rayo lamentó la partida del maestro.
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