Ernán López-Nussa Lekszycki, reconocido compositor y pianista cubano, estará en Ajazzgo en Cali

Por Juan Carlos Moreno Urán, reportero de El País

Desde que tuvo conciencia, “muy pequeñín”, Ernán inició en la música como un juego. Su madre le inculcó a él y su hermano, Ruy López-Nussa, la gran pasión por este arte.

Ernán López-Nussa Lekszycki, reconocido compositor y pianista cubano, estará en Ajazzgo en Cali, encuentro que inicia desde hoy sábado 9 de septiembre, a las 4:30 p.m., en casa de los anfitriones, el Teatro Salamandra del Barco Ebrio (Cra. 36 #4A-31).

Este maestro del jazz cuenta, en entrevista para El País, que su mamá “era la mejor músico de la familia, y aunque nunca se profesionalizó por cuestiones de salud, era grandiosa como intérprete”. Se refiere a Wanda Lekszycki, quien nació en Francia pero era de padres polacos y por cuestiones de la vida llegó a Cuba.

Luego, el juego de las notas musicales se convirtió en disciplina cuando inició sus estudios en el Conservatorio de Música Alejandro García Caturla, en su ciudad natal, La Habana.

Inicios e influencias

“Mi mamá se dio cuenta de que tenía actitudes con el piano desde que me vio tocarlo muy pequeño. Vio que tenía una relación con ese instrumento más allá de lo normal”, cuenta el maestro López-Nussa Lekszycki mientras revisa esas notas del pasado y se refiere con orgullo a su figura materna.

¿Cuáles fueron esos autores que escuchó desde pequeño?

Mi madre tenía una gran colección de discos, de canción francesa y uno de esos autores era Gilbert Becaud; Bárbara, una cantante y compositora; Georges Brassens y muchos más que escuchaba en casa. Ella adoraba el jazz y por eso lo escuchábamos mucho. De esta época me quedan Count Basie, Miles Davis; más tarde escucharía a King Olive, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Charlie Parker y Red Garland, uno de mis preferidos.

Pero no olvido a Art Tatum, quien, a mi juicio, tiene una agilidad impresionante, un toque perfecto, es el gran virtuoso; es dueño de una sencillez, una dulzura, una honestidad, y cuando se conjugan todas esas cosas se produce un grande de la música.

¿Se nutrió de la música de Cuba?

Sí, había también un poco de música cubana, una de mis grandes pasiones, el pianista conocido como ‘Bola de nieve’ (Ignacio Jacinto Villa Fernández), Elena Burke junto a Juan Formell. Apareció un disco fabuloso de La Orquesta de Música Moderna y ahí fue donde empecé a escuchar jazz cubano; también Frank Emilio Flynn, un pianista de jazz latino y Emiliano Salvador. Ellos fueron apareciendo en mi vida por algún compañero en la escuela o porque un amigo llevaba la grabación. Fui testigo de la creación de Irakere, gracias al impulso del pianista Chucho Valdés.

Cuando Formell creó los Van Van fue justamente en el año 1970, una época de mucha creación y de cambios estéticos en la música. Mi gusto por el arte también se debe a que mi padre era pintor, escritor, periodista y crítico de arte, y todo ese movimiento estuvo alrededor mío y de las personas que visitaban de mi casa.

¿Qué significa para usted el jazz?

Hay un encuentro muy importante, un intercambio de palabras y de ideas entre Dizzy Gillespie y el cubano Chano Pozo, quien estuvo presente en el momento del desarrollo del jazz más grande que ha habido de la historia. Juntos crearon obras que son ya clásicos en el jazz. Pozo no hablaba inglés y Gillespie no hablaba español, pero ambos hablaban africano.

Entonces, refiriéndose a la raíz de cada música y de cada cultura, África está detrás, ¿sí? Todos los ritmos y sus sentimientos, al final, por una vía u otra, vienen de África. Por supuesto que suceden en países diferentes y cada sentimiento es distinto; en el sur de los Estados Unidos; de Centroamérica, en este caso, Cuba, en toda Latinoamérica; sin embargo, hay un punto en común que es África. Mis visitas a New Orleans, en Estados Unidos, han sido muy importantes, porque allí hay una extensión de Cuba, como una Cuba pequeña pero en otro idioma.

No sabría decir cuál de las dos es más compleja, allá ellos piensan que la nuestra es mucho más compleja que el jazz; yo pienso que el jazz es mucho más complejo que nuestra música. Y lo digo porque sus estructuras, su armonía y el desarrollo que ha tenido son impresionantes.

Usted tiene una opinión con respecto a la música clásica y la música popular, cuéntenos...

Cuando era muy joven y estaba estudiando, a casi todos los profesores —digo casi, pero creo que son todos—, no les gustaba la música popular. Lo veían como un arte menor comparado con la clásica, por ser un género de mucho rigor. Por lo general, no querían que uno tocara música popular, decían que iba en contra de la técnica, porque tienen una manera de interpretarla diferente.

En la música clásica, para lograr ciertos efectos, debes poner la mano de una manera y para los sonidos populares son otras posturas. Yo viví toda mi infancia y juventud con reprimendas por tocar música popular, la interpretaba escondido, la única que lo sabía y disfrutaba con ello era mi mamá.

¿Qué trae para este Ajazzgo?

Recientemente, ganamos en la categoría Jazz de Cubadisco, con el álbum Havana In the Grand Manner. Este era un hotel de los años 50 al que se iba mucho a escuchar jazz. Un trío que con vibráfono y guitarra, me apasionó desde el primer momento. Este trabajo recrea la sonoridad de los años 40 y 50, al estilo del Jazz Cool que surgió en la costa oeste de los Estados Unidos y que tanto influyó en la música cubana de ese entonces.

Este sábado 9 de septiembre:

Imperdible

El Teatro Salamandra será el escenario hoy, sábado 9 de septiembre a las 4:30 p.m., de una fusión de músicas del norte de África, Gnawa, música andaluza y jazz contemporáneo.

Esta mezcla, aparentemente ecléctica, tiene un espacio de encuentro en la música del dúo conformado por Yogev Shetrit y David Shetrit, dos músicos Israelíes que, con el apoyo de la Embajada de Israel en Colombia, tendrán el protagonismo en el primer concierto de Ajazzgo 2023.

Los artistas Yogev y David, en la bateria y piano, respectivamente, interpretan a través de sus músicas las influencias de estilos hoy día universales como el funk, el soul y el folclor norte africano.

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