SEÑORITA VALLE
Gabriela Tafur: opinadora radial, autora y 'flechada' por un Santos
La caleña Gabriela Tafur habló de su relación con Esteban Santos y de sus roles como comentarista radial y autora.
La abogada caleña de ancestros libaneses Gabriela Tafur Nader, quien figuró en el top cinco de las mujeres más bellas del planeta en 2019, cuando representó a Colombia en Miss Universo, es una defensora de los derechos de los migrantes y de la población Lgtbiq+ y una convencida de que los colombianos podemos construir juntos un país más justo y en paz.
En el pasado Colombiamoda se tuvo que dividir entre su trabajo como modelo en las pasarelas y su labor cubriendo dicha feria para la W Radio. Actualmente escribe un libro sobre sus distintas visiones de país y disfruta de su relación con Esteban Santos, con quien celebró su cumpleaños el pasado 7 de julio, con un viaje a México, y planea, al igual que él, continuar con sus estudios profesionales.
¿Cómo fue la experiencia de volver a las pasarelas, en Colombiamoda?
Fue la reanudación de un sector que se ha visto muy afectado por la pandemia, el textil y de la moda. Durante muchos años hubo más de 40 pasarelas, esta vez solo 10 presenciales, pero fue muy bonito volver a sentir la emoción de estar en el backstage, sabiendo que estábamos ayudando a reactivar el sector y abriendo la puerta para que lleguemos, poco a poco, a la normalidad.
¿Cómo le fue cubriendo como modelo y periodista Colombiamoda? ¿Qué retos siguen?
Estuve en la pasarela de Beatriz Camacho, Diego Guarnizo, Adolfo Domínguez, por mencionar algunos. Y por primera vez participé desde el periodismo, siempre había estado como modelo. La W Radio tuvo un stand y yo corría de un lado al otro como loca, cubriendo las pasarelas y cambiándome de ropa para modelar diferentes colecciones.
En La W sigo en La Hora del Regreso, de tres a siete de la noche. Vamos a tener una iniciativa con Coca Cola y otros patrocinadores; durante siete semanas un velero va a cruzar el mar Caribe colombiano recogiendo 150 toneladas de plástico y seré la comentarista que cubrirá cada que la embarcación llegue a Puerto, estaré en San Andrés, Coveñas, Santa Marta, Barranquilla, narrando la historia.
¿Qué tanto ha trabajado para desenvolverse bien periodísticamente?
Es todo un reto, no soy periodista, lo que sé de periodismo lo he aprendido porque siempre he estado muy pendiente de leer artículos periodísticos. Tengo al lado a un gran mentor, Yamid Palacio, excelente periodista, se ha ganado muchos premios por su trabajo, él me ha enseñado a contrastar las fuentes, me ha guiado, yo no tengo las habilidades ni el cartón que me certifican para ser periodista; trato de hacerlo lo mejor posible desde lo que estudié, que es el derecho.
¿Por qué ha dicho que ser reina la maduró diez años?
Me tocó revaluar muchas preconcepciones que tenía sobre el país, uno crece dentro de un entorno viendo el mundo desde una sola lupa, pero cuando me expuse al país y lo recorrí como Señorita Colombia, contrasté las diferentes visiones de país que hay en cada región, teniendo en cuenta las condiciones económicas de las personas y la situación política. Maduré muchísimo porque conocí otra Colombia, estuve al servicio de mi país un buen tiempo y aprendí a manejar la crítica al estar en el ojo público.
¿Qué la llevó a tomar la bandera de la lucha contra la xenofobia?
Esa bandera la adopté siendo Señorita Colombia, cuando llegamos a la casa Asilo Andressen que acoge niños migrantes durante el día, mientras sus papás trabajan en la economía informal. Allí una niña me entregó una banderita de su país y me dijo: “Soy venezolana, pero la siento como mi reina” y vi que yo también representaba a esos 1.7 millones de venezolanos que había en ese momento.
¿La afinidad que tiene con los migrantes se debe a su abuelo que llegó a Colombia, durante la Guerra civil libanesa?
Así es. Mi abuelo llegó del Líbano con una mano adelante y otra atrás, sin hablar español, con un nivel precario de escolarización y le tocó abrirse campo. En ese entonces los colombianos acogían muy bien a los migrantes, por eso me aterra que hoy veamos tantos casos de xenofobia. Hay un éxodo venezolano gigante y muchos haitianos buscando cruzar la frontera a pie, pero quiero pensar que el colombiano se caracteriza por la forma en que acoge a los que llegan y no por la manera en que los rechaza. Nadie huye de su país, ni se expone a los coyotes, ni al abuso sexual, ni a perder la vida en esas troyas, ni deja a la familia, su casa y llega a un lugar desconocido porque se le antoja, es porque le toca. Si no somos solidarios, estamos mal como sociedad.
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Para mí, la catástrofe de Armero fue
la mayor muestra de negligencia por parte del estado. A los niños que se separaron de sus familias nunca los pudieron reubicar. Murieron cerca de 30.000 personas y no pasó nada”.
¿Su abuelo pasó como migrante por situaciones difíciles?
Más allá de asentarse en una sociedad completamente desconocida, no. En la época en que él llegó a Colombia, en los años 50, la gente era acogedora, él dijo públicamente muchas veces que se sintió en casa.
Lleva un año de relación con Esteban Santos, el hijo menor del ex presidente Juan Manuel Santos. ¿Es cierto que todo empezó con un rumor?
Sí, Esteban me empezó a seguir en Facebook cuando no se usaba, hace mil años, me ponía likes en las fotos. Después nos conocimos por amigos en común y en el Carnaval de Barranquilla nos vimos. Él estaba en un palco, yo en otro. Me fui al suyo, yo era un punto azul de dos metros andante en medio de una comitiva toda de rojo y pensé “nos van a sacar chisme”, no pasó nada, ni bailamos, pero a la semana siguiente salió en los medios que éramos novios. ¡Falso! Un amigo de Esteban me envió la noticia y se la mandó a él; le pregunté si la había visto y me dijo que no, se hizo el loco. Empezamos a hablar y todo se aceleró con la pandemia.
¿Qué la enamoró de él?
Que es muy noble. Es muy correcto y consciente de lo que pasa en el país, se interesa mucho por los demás, es muy humilde, un hombre muy especial.
¿Cómo fue la celebración de su cumpleaños en julio pasado en México?
Fue muy rico. Yo había ido a México con mis papás chiquita. Volver ya adulta fue increíble. Estuvimos en Ciudad de México seis días, nos quedamos en la casa de una prima de Esteban. Fuimos a la casa de Frida Kahlo, hicimos un paseo en globo espectacular el día de mi cumpleaños, visitamos Guajaca, una ciudad muy mexicana, de ahí son el mezcal y los alebrijes, comimos chapulines, gusanos, de todo.
¿Cómo se lleva usted con sus suegros, Juan Manuel Santos y Clemencia de Santos? ¿Y Esteban con los de él?
Súper bien, son muy buenas personas, acogedores y familiares. A él mis papás lo quieren mucho. Ha ido a Cali pocas veces porque por la pandemia no podíamos ir, y ahorita se viene para Boston. Es, como dice mi mamá, “un pelado muy educado, servicial y noble”.
¿Cómo va a seguir la relación con su novio Esteban Santos, quien se va a Boston a estudiar?
Ahorita estoy con Esteban en Miami, porque él se va a vivir a Boston, se va a estudiar una maestría, lo vine a acompañar a instalarse. El 23 de agosto comienza a estudiar y yo me devuelvo a Bogotá a continuar con mis proyectos. Como trabajo en radio, es fácil para mí ir y venir, puedo hacer radio desde cualquier parte, me llevo mi cabinita y me es fácil viajar y visitarlo.
¿Cómo va la escritura de su libro y qué proyectos profesionales tiene?
Estoy concentrada escribiendo un libro sobre mi visión de país forjada desde mi vida, mi profesión como abogada y mi paso por el Concurso Nacional de Belleza y Miss Universo, abordo temas como niñez, cárceles, migración y paz. La fecha de entrega era el 31 de julio, estoy corriendo para que salga en diciembre. Luego de la gira con la editorial, me sentaré a estudiar para hacer la maestría en administración pública o en administración en Estados Unidos.
¿Luego del caos vivido en el país, en Cali, se puede llegar a la paz? ¿La agobian las críticas por sus posturas?
Si todos estamos mentalmente dispuestos a buscarla, será posible. Nunca habíamos estado expuestos a una situación tan crítica y controversial, como durante el paro; nos obligaron a obviar la posibilidad de encontrarnos en la mitad. La única forma de generar un cambio es tomando una postura, al hacerla pública llueven críticas de quienes no piensan igual, pero es parte de la democracia aportar y debatir puntos de vista. No me dejo agobiar, el objetivo es noble, que este país sea un
mejor lugar para todos.
Faltando un mes para cerrarse las inscripciones de la Universidad de los Andes, no sabía qué estudiar. Mi padre me hizo ver que yo era buena debatiendo y que el derecho era mi carrera. Y me gradué con honores”.
Santo amor
Gabriela dice que su relación con Esteban Santos le ha enseñado a “ser más racional, a no tomar decisiones llevadas por las emociones actuales, a mirar bien el panorama antes de irse por X o Y camino. Soy súper afanada, muy ansiosa por el futuro próximo, Esteban no. Él me ha enseñado que un paso a la vez y que independientemente del camino que tomemos, si la meta está clara, la alcanzaremos”.
Esteban Santos le contagió a Gabriela Tafur la pasión por el ciclismo. “Todo comenzó en abril del año pasado, la primera vez salimos fue en bicicleta de montaña, me caí, me partí el codo, me raspé, un desastre. Al mes retomé y empecé con ‘bici’ de ruta porque me sentía más segura. Pero no soy muy constante que digamos”.
Confiesa que nunca discuten por temas políticos. “No porque tengamos un pacto de no hablar del tema, sino porque pensamos de forma muy similar”. Tampoco le preocupan las críticas en redes sociales por su relación, “me da risa, los ignoro porque están obviando mi forma de pensar. Siempre he sido independiente en mis pensamientos, nunca me dejo influenciar por nadie ni nada. Tengo convicciones claras”.
A Olga Liliana Nader, la mamá de Gabriela, —que solo le ha conocido tres noviazgos anteriores a su hija, uno de cinco años y otro de un año—, el noviazgo de su hija con Esteban Santos no la tomó por sorpresa. “Es una gran persona, lo quiero mucho, es muy educado, muy querido, muy simpático, inteligente”. Para Michel Tafur Nader, hermano mayor de Gabriela, lo importante es que ella sea feliz y la quieran, “Esteban es muy tranquilo, sencillo, está pendiente de todos y se entiende muy bien con ella”. Vive orgulloso de la mujer en que su hermana se ha convertido, “inteligente, trabajadora, además de linda, se da a querer”.
Si se ha ganado algunos detractores en redes sociales es porque no suele callarse lo que piensa. “Políticamente incorrecta”, se describe en Instagram. Cuenta que cuando viajó a Atlanta, a Miss Universo, el 28 de noviembre de 2019, “el 21 de noviembre iniciaron las movilizaciones sociales por el Paro Nacional, y aproveché el escenario del concurso para hacer públicas las razones por las que se estaban manifestando en el país y además, apoyar el aborto”.
No fue la concursante típica que siempre soñó con ser reina, pero cuando la eligieron Señorita Valle por decreto se lo tomó en serio. Jorge Dusterdieck, quien fue el enlace entre ella y Combelleza y su preparador en fogueo periodístico, dice “si para toda reina un reinado es estresante, para ella lo fue más, no he conocido reina que asuma de manera tan sicorrígida y comprometida un reto, se prepara al máximo, porque le gusta ganar. Se le cayó el cabello antes de viajar a Cartagena, y a una semana de irse al reinado se graduó con honores, es cum laude.
Recuerda que ella “se ganó el cariño de la comunidad LGTBIQ porque como Señorita Valle participó en el Día del Orgullo Gay, se envolvió en la bandera multicolor, se subió a la tarima y dijo: ‘Colombia será un país mucho mejor el día que todos aprendamos que en la diferencia está el respeto’”.
Familia unida
Michel, Gabriela y Valentina Tafur Nader, quienes se llevan entre ellos tres años y tres meses más o menos de diferencia, crecieron junto a su hermano mayor: Octavio José, en una familia unida, llena de respeto y amor. “Vivíamos en la casa de mis papás, en las montañas de Cali, rodeados de naturaleza y animales. Teníamos mucho espacio para correr y montar en bicicleta. Llegábamos del colegio, hacíamos batallas de Pokémon y jugábamos con pistolas de balines. Creamos un circo en el que Gabriela era la presentadora y yo hacía cualquier malabar malo, recolectábamos flores, frutas y se las vendíamos a nuestros papás, tíos y abuelos, que nos compraban todo”, cuenta Michel Tafur Nader.
Él admite que a Gabriela, “la asustaba, le decía bobadas, ambos somos temperamentales y eso nos hacía chocar, a diferencia de Vale, nuestra hermana menor, que es toda paz y amor. Soy protector, pero no celoso. He velado porque ellas estén bien, daría la vida por las dos”.
Gaby recuerda las peleas que tenían cuando vivieron juntos en Bogotá. “En pandemia compartimos apartamento, nos fue bien, luego nos fuimos cada uno a vivir aparte y al mes él me llama a decirme que se muda al lado mío”.
Ella estudió en el Colegio Bolívar, estuvo en la sociedad de honor, en el equipo de voleibol, en el sistema de clases avanzadas, “fui ñoña. Pero también tremenda, cansona, llegaba tarde, me ponían muchos ‘tardies’ y vivía en detención todos los viernes hasta las seis y media. Empecé a modelar a los 14 años y faltaba a clases”.
De los 4 a los 18 años estuvo en clases de piano, violín y solfeo, miércoles y sábados, de eso le quedó la “habilidad para las matemáticas que uno desarrolla con la lectura de partituras de solfeo, pensada en fracciones”.
Le acomplejaba ser alta y flaca: “llegué a una edad en que las niñas no crecieron más y las pasé, eso me acomplejó hasta que hallé el modelaje y vi que era una ventaja”. Dice Olga Liliana Nader, su mamá, que “Gaby es mandona y de carácter, como yo. Cuando tenía año y medio no usaba pañal, contaba hasta 20, hablaba perfecto, nos tocó adelantarla en el jardín, quería enseñarles a los otros niños. Se ganó el diploma de excelencia firmado por el presidente de EE.UU. Perdió música una vez porque ya sabía todo y no dejaba dar clase”. De su papá, Octavio Tafur, ingeniero civil, dice Gabriela, heredó su humor negro.